Las lecturas interesadas del triunfo de Macron
En España ha habido buenas dosis de oportunismo, ejercicios malabares para justificar lo injustificable e interpretaciones interesadas de la victoria
Junto al respiro general de alivio que se ha escuchado en España tras la derrota de la ultraderechista Marine Le Pen a manos de Emmanuel Macron, ha habido buenas dosis de oportunismo, ejercicios malabares para justificar lo injustificable y lecturas interesadas de un resultado en las que se han obviado las lecciones directamente aplicables al sur de los Pirineos.
Malabarismo ha sido el de Podemos, que fue incapaz de exigirle directamente al líder de Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, que pidiera el voto para Macron para frenar a Le Pen, como sí lo hizo sin reparo su querido Yanis Varoufakis. El secretario de Organización de la formación, Pablo Echenique, se mostraba ayer “contento” de que los franceses hubiesen eliminado “el odio racial, la xenofobia y la extrema derecha” del Frente Nacional. Y a continuación definía el siguiente “reto”: frenar las políticas del social-liberal Macron. Nada como quitarse de en medio una situación incómoda y recuperar el discurso contra el enemigo de toda la vida.
Todo lo contrario que el Gobierno y el Partido Popular. Preocupados por el futuro de Europa —el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, llegó a expresar en la misma jornada electoral del domingo que confiaba en que las encuestas se cumplieran—, ayer todo eran parabienes. El proyecto de Macron, decía el vicesecretario general del PP, Pablo Casado, es el que “necesitaba Francia” y ayuda a “apuntalar el futuro” de la UE tras el Brexit. Importante era obviar la derrota de sus correligionarios de la derecha clásica francesa, víctimas del escándalo de corrupción y nepotismo por el que se vio afectado su candidato, François Fillon. Y centrarse en forzar las semejanzas entre las políticas de Rajoy —“las más liberales, modernizadoras y reformistas de la historia de España”, decía Casado— y los mensajes que han empujado a Macron hasta la presidencia de la V República.
Desprendía el PP un cierto aire de condescendencia hacia su aliado Albert Rivera, que ha sido sin lugar a dudas el político español que más clara y directamente se ha atribuido la victoria de Macron. “Recuerda que es posible que no ganen los extremos frente a la vieja política, sino que lo haga un partido nuevo con un presidente sensato, formado y preparado para gobernar un país”, proclamaba ayer eufórico el líder de Ciudadanos. Antes fueron Manuel Valls o Matteo Renzi, y siempre presente Adolfo Suárez, pero la inesperada victoria del francés y su etiqueta social-liberal —la misma que ha abrazado Ciudadanos en su último congreso tras desprenderse de la ya amortizada socialdemocracia— ha dado alas a Rivera. “El liberalismo se está convirtiendo en el único proyecto capaz de transformar y renovar el proyecto común europeo”, defendía ayer.
En algo han coincidido Ciudadanos y el PP: el resultado de Francia ha supuesto la derrota de la mayor amenaza que se cierne sobre Europa en estos momentos, el auge de los populismos.
Incidía en ese mismo efecto la presidenta de la Junta de Andalucía y candidata a las primarias del PSOE, Susana Díaz, que con su alegría por lo sucedido en Francia sacaba dos conclusiones con una obvia lectura interna. “Se abre la puerta a la esperanza”, dijo en una entrevista en Telecinco, “porque el populismo no triunfa en todos los países, ni sirven todas las circunstancias”. La segunda reflexión tenía claramente nombre y apellidos, al recordar el “ridículo” hecho por los socialistas franceses. Su candidato, Benoît Hamon, elegido por las bases con un discurso antiaparato y muy escorado a la izquierda, cosechó un histórico fracaso en la primera vuelta de las elecciones. Apenas obtuvo un 6%. “Cuando uno pretende copiar a la extrema izquierda y ser lo que no es, al final los ciudadanos eligen al original, no a la copia”, remataba Díaz.
No se quiso dar por aludido Pedro Sánchez. A golpe de tuit, mostraba su entusiasmo: “Con la victoria de Emmanuel Macron ganan la democracia y el proyecto europeo. El reto ahora debe ser la Europa del bienestar y la igualdad”. Un sutil modo de marcar distancia con Macron, apoyado por notables pesos pesados del socialismo francés. “Soy socialista a fuer de liberal”, decía Indalecio Prieto en 1921. En medio de unas primarias, la segunda parte, la de liberal, conviene dejarla aparcada.
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