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Bloqueo político en España, coaliciones de todos los colores en Alemania

Los partidos alemanes, capaces de aceptar dolorosos pactos para formar Gobierno, se erigen en contraejemplo de los españoles

Luis Doncel
El ministro alemán de Economía y líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel, y la canciller Angela Merkel, en el Consejo de Ministros de la semana pasada en Berlín.
El ministro alemán de Economía y líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel, y la canciller Angela Merkel, en el Consejo de Ministros de la semana pasada en Berlín.Michael Sohn (AP)

Kiwi. Kenia. Semáforo. Conceptos hasta ahora inéditos llenan estos días los periódicos alemanes. En un país en el que las coaliciones se nombran con los colores de los partidos que las forman, los cambios políticos obligan a buscar nuevos referentes. Ya no sirven las fórmulas clásicas de centro-derecha (democristianos y liberales) o centro-izquierda (socialdemócratas y verdes o poscomunistas). Ni siquiera la gran coalición (democristianos y socialdemócratas) asegura ya el objetivo de lograr una mayoría de Gobierno. La irrupción del partido ultraconservador Alternativa para Alemania (AfD) y el desgaste de las formaciones tradicionales fuerzan la búsqueda de soluciones imaginativas. Y, en muchos casos, dolorosas.

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El pacto es importante por dos motivos. Primero, porque afecta a uno de los Estados más ricos y poblados de Alemania. Sede de empresas como Daimler o Porsche y con una tasa de desempleo del 3,8%, Baden-Wurttemberg se enorgullece al proclamarse como la región más innovadora de la UE. Pero el acuerdo conocido como kiwi –porque predomina el verde pero también tiene motas negras, el color de la CDU- hace historia porque es la primera vez que el partido de Angela Merkel pasa por el mal trago de aceptar la condición de segundón ante Los Verdes. Los democristianos nombrarán allí cinco de los diez ministros, pero el jefe de Gobierno y líder indiscutido será el ecologista Winfried Kretschmann. La decisión es especialmente dolorosa porque este Estado parecía propiedad exclusiva de la CDU, que gobernó allí sin descanso de 1953 a 2011.

Las novedades del panorama político alemán no acaban aquí. Las elecciones del pasado 13 de marzo llevaron cambios a los tres Estados donde se celebraron. Los espectaculares resultados de AfD en el land oriental de Sajonia-Anhalt dejaron como única alternativa un tripartito democristiano-socialdemócrata-verde, es decir, rojo-negro-verde, los colores de la bandera de Kenia. Y en Renania-Palatinado, la líder del Partido Socialdemócrata (SPD) ha tenido que pactar con verdes y liberales para formar lo que en Alemania llaman la coalición semáforo.

Las cesiones no afectan solo a la política regional. Las elecciones federales de 2013 dieron una victoria abultadísima a Merkel, pero no la mayoría absoluta, que en el sistema político alemán es prácticamente inexistente. El éxito de la canciller tuvo el efecto secundario de acabar con los liberales del FDP, que por primera vez en su historia se quedaban fuera del Bundestag. Y sin sus aliados naturales, la líder de la CDU pactó con los socialdemócratas una gran coalición como la que ya había dirigido en su primera legislatura, de 2005 a 2009.

No fue esta una decisión fácil para el SPD. Los socialdemócratas habían salido escaldados de su anterior cohabitación con Merkel. En 2009 obtuvieron el peor resultado en la historia de la Alemania moderna. Así que su líder, Sigmar Gabriel, arrancó a la CDU un programa de marcado carácter social –salario mínimo, jubilación a los 63 años para algunos trabajadores, cuota femenina en la cúpula de las empresas…- que sometió al voto de los militantes del partido. Los socialdemócratas dijeron sí, y desde entonces Gabriel ejerce como vicecanciller y ministro de Economía. Los socialdemócratas, con seis ministros, tienen carteras tan importantes como la de Exteriores, Trabajo o Justicia.

Pero nada de esto ha impedido la crisis gigantesca que atraviesa el partido. A un año y medio de las próximas elecciones, el apoyo del SPD está en su suelo histórico, en torno al 20%. Gabriel es un líder cada vez más cuestionado. El desgaste de Merkel por la crisis de refugiados no ha beneficiado al SPD, sino a los populistas de AfD y, en mucha menor medida, a Los Verdes. Se confirma así uno de los efectos nocivos de la gran coalición también palpable en Austria: el descrédito de los dos partidos mayoritarios aumenta; y las fuerzas extremistas suben. La gran coalición pierde así, poco a poco, el motivo por el que llamarse "grande".

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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