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El presidente incómodo

El modo en que el barón valenciano afronta su proceso molesta en el PP

El presidente valenciano, Francisco Camps, que cumplirá 49 años el próximo mes de agosto, se ha convertido en un político incómodo. Imputado por recibir regalos de la trama Gürtel, Camps ha obligado al PP a diluir, una y otra vez, los límites éticos de la política a medida que los tribunales avanzaban en la situación procesal del presidente valenciano y su entorno más cercano.

Tanto que el propio presidente nacional del PP, Mariano Rajoy, que abrió el curso político 2009-2010 en Valencia en septiembre de 2009 tras el archivo provisional por el Tribunal Superior de Justicia del caso de los trajes, solo ha vuelto a visitar el feudo de Camps de la mano de Rita Barberá o en campaña electoral desde que el Tribunal Supremo mandó reabrir la causa por la que ahora será juzgado junto a Víctor Campos, Ricardo Costa y Rafael Betoret. Entonces Rajoy proclamaba: “Siempre estaré detrás de ti, o delante, o a un lado”. Hoy prefiere guardar silencio.

En 2008, Camps rozó el cielo con la punta de los dedos. Primero sonó como sustituto de Rajoy, luego se hizo imprescindible para resolver el congreso de Valencia y más tarde marcó el rumbo al partido en cuestiones como la política hídrica. Pero el estallido del caso Gürtel y la aparición de personajes como Álvaro Pérez, El Bigotes, y los contratos con Orange Market hicieron declinar la estrella de quien era el barón más importante del PP.

Hoy Camps justifica el distanciamiento con Rajoy con frases como “el presidente del partido está siempre con nosotros y yo con él, pero cada uno tiene su tarea”. “La tarea que me correspondía a mí era ganar las elecciones y el mayor número de alcaldías posible y darle otra vez al PP un caudal de votos impresionante”, suele explicar Camps, que está convencido de que los buenos resultados electorales del PP en la Comunidad Valenciana son gracias a él, a pesar de su deteriorada imagen. Y es que Camps remacha, cada vez que puede, que para llegar a La Moncloa Mariano Rajoy necesita el granero valenciano del PP. Lo que el presidente provincial del partido en Valencia, Alfonso Rus, llama “la peseta que falta para el duro”.

La incomodidad en Génova con Camps —que lastra los ataques del PP al candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba en el caso Faisán— es compartida por los populares valencianos, que en privado ponen el acento en lo mal que ha gestionado el presidente valenciano el caso Gürtel y en la parálisis que sufre su Gobierno desde hace más de dos años, lo que le ha hecho perder cerca de 70.000 votos en las últimas elecciones.

Incómodo con su propia situación, Camps ha apartado de su Administración a los cargos salpicados por corrupción, a los que ha dado resguardo en las Cortes. Quienes le conocen admiten que, aunque se siente acosado, no cederá y se mantendrá en el cargo ante lo que considera una conspiración de socialistas y comunistas para dejarlo en la “cuneta”.

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