Las principales contiendas locales
Las elecciones se ganan pueblo a pueblo. Los partidos, no obstante, asisten a los comicios como una demostración de fuerza previa a las generales de 2012
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El 22-M se dirime plaza a plaza. Los grandes ayuntamientos, no obstante, se perfilan como emblemas para PP y PSOE, que aspiran a afianzar su poder local como antesala de las generales de 2012. A continuación, las claves de la batalla en los municipios más relevantes.
SEVILLA
Nunca como hasta ahora las elecciones municipales se presentan tan reñidas en Andalucía. La batalla se libra en varios planos y la principal incógnita es saber si el PSOE andaluz sumará más votos que el Partido Popular en el conjunto de la comunidad autónoma. La diferencia de la que parten es muy amplia: los socialistas ganaron al PP en 2007 por 8,5 puntos de diferencia, al que además doblaron en concejales (4.390 ediles frente a 2.378). En número de alcaldías la distancia entre ambas formaciones también fue enorme (489 frente a 140 el PP).
MADRID
La profunda transformación que ha sufrido la capital de España en los últimos ocho años, de la mano de Alberto Ruiz-Gallardón, pese a que ha llevado aparejada una millonaria deuda 7.200 millones de euros que la oposición (PSM e IU) se esfuerzan en recordar continuamente, es la llave con la que el alcalde de Madrid aspira a una tercera victoria consecutiva, que permitirá que el PP gobierne ininterrumpidamente desde 1989.
BARCELONA
Tras estar 32 años en Barcelona de forma interrumpida en el poder, los socialistas catalanes se asoman por primera vez al vértigo de poder perder su joya más preciada, con permiso de la Diputación de Barcelona. Todas las encuestas apuntan desde hace meses a que Xavier Trias, al candidato convergente, está en condiciones de arrebatar la Alcaldía de Barcelona a Jordi Hereu, repudiado en su día incluso por su propio partido que le invitó en otoño a renunciar a la reelección.
VALENCIA
Rita Barberá lleva 20 años como alcaldesa de Valencia. Incluidas aquellas elecciones de 1991 en las que llegó a la alcaldía, ha tenido cinco oponentes distintos. Y el próximo 22 de mayo se enfrentará al sexto, Joan Calabuig, un candidato del PSOE casi desconocido.
Sevilla, Córdoba y Jaén pueden cambiar de manos
Nunca como hasta ahora las elecciones municipales se presentan tan reñidas en Andalucía. La batalla se libra en varios planos y la principal incógnita es saber si el PSOE andaluz sumará más votos que el Partido Popular en el conjunto de la comunidad autónoma. La diferencia de la que parten es muy amplia: los socialistas ganaron al PP en 2007 por 8,5 puntos de diferencia, al que además doblaron en concejales (4.390 ediles frente a 2.378). En número de alcaldías la distancia entre ambas formaciones también fue enorme (489 frente a 140 el PP).
Desde 1995, el talón de Aquiles del PSOE son las ocho capitales. Desde esa fecha, el PP es el partido más votado en todas ellas y salvo en 2003 en Sevilla, siempre ha sacado más votos que los socialistas, aunque los pactos poselectorales posteriores los haya situado en la oposición.
Sevilla, Córdoba y Jaén son, en principio, donde se va a producir la mayor competición. Los socialistas presentan a un nuevo candidato en Sevilla, Juan Espadas, que ha desplazado en la lista al que ha sido el alcalde que más tiempo ha permanecido en el cargo en esta ciudad, Alfredo Sánchez Monteseirín. Espadas parte de un conocimiento más bajo que el de su adversario popular, Juan Ignacio Zoido, al que las encuestas le vaticinan que rozará la mayoría absoluta, establecida en 17 ediles. En el sondeo dado a conocer hoy por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el PP estaría entre 16 y 17 concejales, el PSOE se movería en una horquilla de 13-14 e Izquierda Unida, con la que el PSOE mantiene un gobierno de coalición, mantendría sus tres representantes.
Para PSOE y PP, Sevilla es clave en sus estrategias, por su alto nivel simbólico. El resultado en la capital de Andalucía será uno de los hechos que marcarán el nivel de éxito o de fracaso de los dos grandes partidos la noche del 22-M.
En Córdoba, donde IU y PSOE gobiernan en coalición, las encuestas son favorables para el Partido Popular liderado por José Antonio Nieto. Esta ciudad es la única capital de España con alcalde de Izquierda Unida. Tras el abandono de Rosa Aguilar de la alcaldía, al fichar primero como consejera del Gobierno de José Antonio Griñán y luego como ministra del de Rodríguez Zapatero, el cartel de la federación de izquierdas es el actual alcalde, Andrés Ocaña. Los socialistas han vuelto a cambiar de candidato y tras fracasar la operación para convencer a Miguel Ángel Moratinos de liderar la lista, es su secretario general provincial, Juan Pablo Durán, el que afronta un difícil reto. Los tres aspirantes a la alcaldía tienen en común un borrón: han sido sancionados por el Banco de España por su mala gestión en Cajasur, le entidad de ahorro intervenida y vendida a la BBK. En Córdoba, no hay que perder de vista lo que pueda pasar con un cuarto e inesperado competidor: el promotor Rafael Gómez, alias Sandokán, imputado en el caso Malaya. Algunas encuestas le dan el mismo número de concejales que al PSOE.
Jaén es la otra capital que los socialistas gobiernan ahora con apoyo de Izquierda Unida. La alcaldesa Carmen Peñalver, que ha puesto la ciudad patas arriba con la puesta en marcha de la línea del tranvía, confía no tanto en ganar, como en impedir que el popular José Enrique Fernández de Moya obtenga la mayoría absoluta.
Gallardón aspira a una tercera victoria que le catapulte a la política nacional
La profunda transformación que ha sufrido la capital de España en los últimos ocho años, de la mano de Alberto Ruiz-Gallardón, pese a que ha llevado aparejada una millonaria deuda 7.200 millones de euros que la oposición (PSM e IU) se esfuerzan en recordar continuamente, es la llave con la que el alcalde de Madrid aspira a una tercera victoria consecutiva, que permitirá que el PP gobierne ininterrumpidamente desde 1989.
El objetivo de Gallardón es aumentar aún más el porcentaje de voto y, de paso, superar el voto que su compañera de partido y rival, Esperanza Aguirre, logre arañar en la capital. De esta forma, el alcalde madrileño planea catapultarse a la política nacional ahora que el PSOE está en sus horas más bajas y el presidente del PP, Mariano Rajoy, se perfila como el futuro presidente de España. Gallardón hace tiempo que sueña con un ministerio y solo su rivalidad con Aguirre ha impedido que sus aspiraciones nacionales llegaran antes.
En este contexto, Ana Botella, número dos de la candidatura, se perfila como la alcaldesa tapada, pese a que sus meteduras de pata son constantes desde que llegó al equipo de Gallardón en la legislatura pasada. Una de las más sonadas fue su comentario a las críticas porque la contaminación en la capital estaba provocando por primera vez el aumento de los problemas de salud entre los madrileños, mientras el área de Medio Ambiente, que ella dirige, había tomado medidas para ocultar los niveles de polución. "Más asfixia el paro", comentó en una entrevista radiofónica.
El principal adversario de Gallardón, Jaime Lissavetsky, ex secretario de Estado de Deportes, ha tenido muy poco tiempo para hacerse un hueco en la política local, pues fue elegido por su partido el pasado otoño, después de que ningún otro militante socialista se presentara a unas primarias contra él. Los sondeos, como viene ocurriendo desde hace dos décadas, no auguran una ventaja para los socialistas, ni siquiera con la participación de IU, que tiene como candidato a un veterano político, Ángel Pérez.
Tras estar 32 años en Barcelona de forma interrumpida en el poder, los socialistas catalanes se asoman por primera vez al vértigo de poder perder su joya más preciada, con permiso de la Diputación de Barcelona. Todas las encuestas apuntan desde hace meses a que Xavier Trias, al candidato convergente, está en condiciones de arrebatar la Alcaldía de Barcelona a Jordi Hereu, repudiado en su día incluso por su propio partido que le invitó en otoño a renunciar a la reelección.
Pero Hereu, a diferencia del tripartito de José Montilla, ha tenido una virtud: no tirar la toalla. El pasado 19 de febrero, venció en las primarias celebradas contra la exconsejera Montserrat Tura, la candidata postulada como mal menor por el aparato. Los sondeos, al menos, no le son a Hereu tan desfavorables como hasta hace unos meses. Según la encuesta del CIS, el PSC, que tiene 14 ediles, pasaría a 12; CiU, subiría cuatro (de 12 a 16); el PP, bajaría de siete a cinco; y ERC e ICV-EUiA mantendrían cada uno cuatro concejales.
Las matemáticas impedirían, en cualquier caso, a los socialistas revalidar el pacto con ICV y dejarían la puerta abierta a una eventual alianza CiU-PP. Los populares aseguran que serán determinantes y recelan del sondeo del CIS porque sostienen que tienen voto oculto. ERC, siempre en el fiel de la balanza, puede ejercer el papel de árbitro como en este último mandato: abandonó el Gobierno municipal pero tuvo secuestrado al de Hereu forzándole a organizar, a cambio de su apoyo en los presupuestos, uno de sus peores fracasos: una consulta sobre el futuro de la avenida Diagonal, que costó 3,17 millones de euros y en la que solo participó el 12,7% del censo (176.000 personas), un registro peor que el de las consultas soberanistas (257.000 personas, el 18,14% del censo). ERC tiene garantizado el éxito de los focos con el fichaje estrella del expresidente del Barcelona, Joan Laporta, que rompió su coalición independentista (Solidaritat Catalana per la Independència).
Con la puerta cerrada hasta ahora en la Casa Gran (Casa grande, como se conoce al Ayuntamiento de Barcelona), CiU acaricia por primera vez una victoria que se le ha resistido en la capital de Cataluña. Los nacionalistas esperan revalidar su éxito en las autonómicas y regatear el impacto de los recortes en sanidad y educación, promovidos por el Gobierno de Artur Mas. La federación tiene una fe ciega en Trías, que intentará por tercera vez consecutiva acceder a la alcaldía. El candidato confía en que, mucho más allá de las restricciones, los socialistas paguen el desgaste de su proyecto y de un modelo agotado de ciudad y que les baste, como dice el proverbio árabe, esperar sentado a ver pasar el cadáver de su enemigo.
Rita Barberá lleva 20 años como alcaldesa de Valencia. Incluidas aquellas elecciones de 1991 en las que llegó a la alcaldía, ha tenido cinco oponentes distintos. Y el próximo 22 de mayo se enfrentará al sexto, Joan Calabuig.
La capacidad de la regidora para centrifugar los problemas que acechan a la ciudad de Valencia le ha permitido sortearlos con una pericia destacable. Y si por algo se ha caracterizado en esta legislatura ha sido por sus continuas acusaciones al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, al que culpa de todos los males, incluida la grave deuda en la que está sumido el Ayuntamiento valenciano. Su enfrentamiento con el Ejecutivo central ha tenido especial significación en la pugna por llevar a cabo un proyecto de urbanización que implica la destrucción del barrio marinero de El Cabanyal, un pulso que, de momento, no se ha resuelto.
Sin embargo, su principal y más efectiva enseña es la calle. Mientras llena el centro de la ciudad de flores, se pasea por el mercado, debate en la peluquería y no duda en pararse con quien la reconozca, algo que después de cinco legislaturas es más que fácil, mantiene su peso dentro del PP y ante un candidato autonómico, Francisco Camps, que precisa de la capital valenciana para su propio sostén. No en vano, ha apoyado y acompañado al presidente de la Generalitat valenciana, imputado por corrupción, para después desafiar a sus votantes aupando hasta el número tres a uno de sus concejales, también inmerso en una causa judicial, imputado por prevaricación.
Las encuestas apuntan a que Barberá podría perder votos y, sin embargo, ganar un concejal más por la dispersión del apoyo en la izquierda.
Mientras, Joan Calabuig trata de asomar la cabeza con una candidatura que surgió de unas primarias que ganó como fruto de las componendas del PSPV. Pese a contar, entonces, con el apoyo del aparato del partido, el hecho es que el candidato socialista es aún ahora casi desconocido para los valencianos, lo que, unido al descontento por la situación de crisis, podría desencadenar la entrada de Esquerra Unida en el Gobierno municipal. La otra incógnita es si la coalición Compromís logra el apoyo suficiente para tener representación en el Ayuntamiento de Valencia.
Con información de Lourdes Lucio, Soledad Alcaide, María Fabra y Àngels Piñol.
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