Por una ley sin desperdicio
En 2021, 828 millones de personas pasaron hambre, según un informe de la ONU, y paralelamente un tercio de los alimentos fue despilfarrado
En 2021, 828 millones de personas pasaron hambre, según el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (SOFI), elaborado por las Naciones Unidas (ONU). Mientras esto sucede, un tercio de los alimentos que se producen en la Tierra acaban siendo despilfarrados. Se trata, sin duda, de una cruel paradoja. Todo ello sin olvidar que las pérdidas y el desperdicio de alimentos también tienen un impacto significativo en el medioambiente: según datos de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), si despilfarrar comida fuera un país, sería el tercer emisor de gases de efecto invernadero. En el caso de Unión Europa (UE), la cantidad de comida que se dilapida supera la cantidad de la que se importa de otros países, según datos que acaba de publicar la Oficina Europea del Medio Ambiente.
En España, las cifras tampoco invitan al optimismo. Según los datos de la plataforma #LeySinDesperdicio, alrededor de cuatro millones de personas viven en una situación de inseguridad grave o moderada (las famosas colas de hambre) y al mismo tiempo se despilfarran más de ocho millones de toneladas de comida al año. Acabar con este problema supone una cuestión de justicia y no es de extrañar que, desde hace un tiempo, forme parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). De hecho, desde la UE también se exige a los Estados miembros que tomen medidas contra esta lacra y países como Francia e Italia ya han aprobado leyes dirigidas a combatirla.
En España, llevamos años reclamando una ley contra el desperdicio alimentario. Finalmente, el pasado mes de junio, el Consejo de Ministros anunció que aprobaba el proyecto de Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario. Sin embargo, el texto presentado es claramente insuficiente para abordar este sinsentido y, por ejemplo, se queda muy por debajo de la ley aprobada en Catalunya en marzo de 2020. Por este motivo, un conjunto de activistas y organizaciones de desarrollo, de consumo, ecologistas y jóvenes aglutinados bajo el colectivo #LeySinDesperdicio, peleamos para que la ley que se acabe tramitando sea verdaderamente ambiciosa y que entre en vigor en esta legislatura.
Necesitamos una ley transformadora; eso significa que debe centrarse en la prevención de las pérdidas y el desperdicio, y evitar que se generen excedentes alimentarios a lo largo de la cadena
De momento hemos mantenido reuniones con diversos grupos parlamentarios de la Comisión de Agricultura, Pesca y Alimentación del Congreso, así como el Grupo Socialista, el Grupo Popular, Unidas Podemos o el Grupo Plural. A todos ellos les hemos trasladado la necesidad de mayor ambición en el abordaje de esta problemática.
Necesitamos una ley transformadora. Eso significa que debe centrarse en la prevención de las pérdidas y el desperdicio, y evitar que se generen excedentes alimentarios a lo largo de la cadena: es mejor prevenir que curar. Lo primero que tendría que asegurar esta legislación es que podamos saber la magnitud de esta tragedia, es decir, cuantificar las pérdidas y el desperdicio a lo largo de todas las fases de la cadena alimentaria. ¿Cómo vamos a reducir el despilfarro si no sabemos cuánto estamos dilapidando? Es fundamental que la ley genere obligaciones para todos los actores implicados y que no se limite casi únicamente a plantear recomendaciones y buenas prácticas. En este sentido, es necesario dotar a las administraciones públicas de mecanismos de apoyo en la cuantificación, el seguimiento y el apoyo a los diferentes agentes implicados,
Si la ley se queda tal y como está actualmente en el proyecto, será una ley sin sustancia y que no ayudará a acabar con el desperdicio.
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