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GUÍA GASTRONÓMICA DE MÉXICO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los momentos especiales saben al helado de la Nevería Roxy

Este local está por cumplir 80 años endulzando las memorias de miles de mexicanos en la capital

Nevería Roxy en Ciudad de México, el 20 de febrero del 2025.
Nevería Roxy en Ciudad de México, el 20 de febrero del 2025.Aggi Garduño

Papá e hija comparten un helado de fresa; dos mujeres mayores y un señor lamen con rapidez sus conos con nieve de limón; tres jóvenes turistas encajan sus cucharitas en un banana split; en la barra, una mujer sorbe una malteada de chocolate.

Roxy tiene casi 80 años endulzando las memorias de los chilangos y, en algún momento, de los tapatíos. Esta nevería, nacida en Guadalajara en la década de los 40, hace unos meses abrió su onceava sucursal en un kiosko art decó, ubicado en el parque de Chapultepec, en la capital. Antes de la apertura, la directora del recinto habló con Luis Gallardo, bisnieto de los fundadores, y le dijo: “Espero que entiendas que tú no eres el dueño de Roxy. Los dueños son los mismos dueños del bosque y de la Ciudad de México”, cuenta Gallardo riendo, y agrega: “Yo lo entiendo, esto lleva tanto tiempo existiendo que es de todos y, si hago cambios, tienen que ser muy sutiles”.

La leche deslactosada y los popotes biodegradables son los cambios más significativos, porque Gallardo, la cuarta generación al frente del negocio, quiere cuidar la magia de esta nevería convertida en leyenda como su nieve de mamey, de acuerdo con Taste Atlas, una de las diez más icónicas del planeta. “Mamey es de las más vendidas, pero no es la más. Es curioso porque los clientes tienen su sabor y no se desvían, piden lo mismo y piensan que su favorito es el más vendido; como tú, que crees que es el de plátano”, dice.

Banana split de la nevería Roxy en Ciudad de México.
Banana split de la nevería Roxy en Ciudad de México.Aggi Garduño

Leo a detalle el menú por primera vez, hay más de 30 sabores, puede ser que casi siempre, como dijo Gallardo, elijo en automático el de plátano. Un bocado cremoso y dulce (no empalagoso) que me hace pararme y regresar a esta esquina. Sí pensaba que era de los más populares, sin embargo, el podio es de los típicos: vainilla, chocolate y limón.

La diferencia entre el gelato italiano y los helados mexicanos va más allá del nombre. Tienen distintas proporciones de leche o crema y, en consecuencia, cambia su consistencia y cantidad de grasa; se deben consumir a distintas temperaturas, el gelato un poco menos frío; y uno se sirve con espátula y el otro con cuchara para formar esferas perfectas. Por otro lado, la nieve es de agua, ligera y refrescante.

En Roxy siguen las recetas creadas por el bisabuelo y el abuelo de Gallardo. En el tablero de fieltro negro con letras de plástico aún se lee “nieve de chicozapote”, una fruta tropical endémica de América, similar en forma al mamey, con una carne más granulosa y muy dulce, casi desconocida por las nuevas generaciones. También elaboran los jarabes y las mermeladas. Y, fieles a su origen, siguen ofreciendo refrescos preparados —agua mineral, nieve y jarabe—, ice cream soda —agua mineral, helado y jarabe— y coca flotante —helado con Coca Cola—, una sobredosis de azúcar del siglo pasado.

Era el inicio de los 40 cuando Carlos Gallardo se hizo cargo de la fuente de sodas del mítico cine Roxy de Guadalajara, de ahí el nombre de la nevería. Poco después emigró con su esposa a la Ciudad de México. Se llevó consigo el concepto para fundar la primera Nevería Roxy en 1946, en la esquina de Mazatlán con Fernando Montes de Oca, en la Condesa. “Mi bisabuelo se encargaba de nevar y mi bisabuela (María Luis Rubio) atendía”, dice Gallardo. La distribución, imagen y mobiliario es idéntica a la de antaño, sillas metálicas blancas y mesas de formaica —algunas son las originales— junto con la barra y bancos acojinados a juego.

Nevería Roxy en la colonia Condesa, en Ciudad de México.
Nevería Roxy en la colonia Condesa, en Ciudad de México.Aggi Garduño

Gallardo explica que antes era un taller mecánico: “Si te fijas, en ninguna tienda tenemos puertas, son cortinas porque la puerta se vuelve un obstáculo”. La filosofía de Roxy es que el helado debe ser un gusto accesible, por eso a la par han intentado no incrementar los precios en la medida de lo posible. “De los que vienen, a lo mejor algunos comieron en Contramar y otros en un lugar de tortas, y las dos familias acabaron aquí. Cuando hay crisis económicas, quizás ya no te alcanza para llevar a tu familia a comer, pero la salida es el helado”, dice Gallardo.

De viernes a domingo Roxy está llena y el público es diverso, aunque por décadas fue un local de barrio, “no era tan famosa hasta hace unos 50 años”, asegura Gallardo. En esa época, mandaban su abuelo y su padre: “Yo los criticaba de lejos, quería crecer, hacer innovaciones chiquitas como cobrar con tarjeta de crédito. No tenía muy claro cómo hacerlo conservando el concepto porque el gran éxito del lugar es que no cambie; es como una cápsula del tiempo”.

El reto de vender nostalgia. Muchos clientes vinieron por primera vez tomados de la mano de sus abuelos, celebraron aquí sus cumpleaños o se hicieron novios al compartir una malteada con dos popotes. “Hay muchos que han dado el anillo aquí. Mi hermano, por ejemplo”, dice Gallardo. Hoy cuida cada detalle con obsesión, hasta la pintura verde medio menta, medio esmeralda, que cubre la parte baja del muro y continúa siendo exactamente igual a la original.

La evolución es territorial, Gallardo quiere más neverías en esta y otras ciudades de México. La de Querétaro es la primera fuera de la capital. “Fui a la inauguración y vi que un cuate empezó a llorar. Me acerqué y le pregunté si estaba bien, me contestó: ‘Es que yo antes iba a la tienda de Tamaulipas con mi hermano, todos los sábados nos echamos medio litro de limón cada uno, entonces probar esto me regresó a esos sábados con mi hermano que ya se murió’. Este tipo de historias para mí son Roxy”.

Alrededor, los comensales se relamen los labios mientras platican, hay bullicio de charla, no de música ambiental. Los solitarios disfrutan de su helado favorito en silencio, el que les gusta desde niños, la elección en una mañana o tarde cotidiana. No hay personas trabajando en su computadora, no hay wifi. El internet nos mantiene conectados y, en ocasiones, nos desconecta de la realidad, de quien está enfrente o del momento que estamos viviendo. Roxy es un espacio detenido en el tiempo donde podemos hacer una pausa para disfrutar la vida tanto como un helado de plátano.

Nevería Roxy

Categoría: nevería
Dirección: Fernando Montes de Oca 89, colonia Condesa, Ciudad de México
Precio: 50 a 100 pesos

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