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Estar sin estar
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Tinta morada

El gran payaso de piel naranja y odiosa saliva bajo la cabellera amarilla no tiene libro en el alma ni sabe leer de corazón

COLUMNA F HERNANDEZ

Hay lugares donde la estilográfica toma como fuente los charcos de tinta morada, formados por bugambilias. Casi olvidaba que las calles empedradas de San Miguel de Allende en Guanajuato motean breves manantiales de prosa corta, verso libre y el recuerdo intacto de un amor. Aquí se miden las horas por las campanas viejas de los templos, los pasos empinados sobre adoquines pulidos y la respiración con la que se leen todas las palabras que se vuelven poesía.

Armida Zepeda dirige el programa en español del maravilloso Festival Literario Bilingüe en torno a la Conferencia de Escritores que soñó hace veinte años Susan Page. El milagro se repite cada año: reunidos en el afán por escribir sus historias no cientos, sino más de mil autores en inglés vienen del Canadá y todos los puntos de los Estados Unidos de Norteamérica en convivencia con centenas de mexicanos de diversas generaciones que abrevan de diversos talleres literarios por género y diversidad, con la oportunidad de charlar en persona y mirar de cerca de autores consagrados que parecían inalcanzables. Aquí anda el luchador John Irving y levita entre flores de su propia caligrafía la sabia y entrañable Margaret Atwood y hay mesas esparcidas en los jardines donde autores aspirantes de publicarse se sientan al tú por tú con agentes literarios ya de inglés o en español; más allá estás todas las actividades en círculos concéntricos para aliento y solaz de las vocaciones imperiosas: paseos a caballo, recorridos por los pretéritos vivos de San Miguel antes el Grande o bien la peregrinación sin flagelación al Santuario de Atotonilco, joya inconmensurable del barroco novohispano.

Rosy Zorrilla y Duncan Tonatiuh han tenido la genial ocurrencia de dinamizar para este festival de letras las ansias, ánimos y primeras andanzas de escritores adolescentes desde la edad en que dejan de ser niños hasta el filo de convertirse en adultos y el resultado es un notable escaparate de imaginación desatada, memoria sin pátina y letras hiladas que prometen larga vida a la literatura de México.

Propongo que año con año haya más y más párrafos en español para todos los viajeros, visitantes y vecinos que hablan, leen y escriben en inglés aunque sus días en este paraíso dependen del creciente flujo de las palabras con las que comen o los términos en los que alquilan sus habitaciones de estancia o bien la compra de cada vez más propiedades coloniales invaluables para convertirse en hogar. Propongo entonces que año con año haya más y más presencia de escritores mexicanos no sólo porque merecen traducción al mundo, sino para ramificación y multiplicación de los talleres con la letra eñe y de la transpiración bilingüe hemos de consolidar el armamento infalible para estos tiempos de demencia desatada e imbecilidad empoderada.

Nosotros todos tenemos libros: los leemos y escribimos, los prestamos y entregamos como regalos. El gran payaso de piel naranja y odiosa saliva bajo la cabellera amarilla no tiene libro en el alma ni sabe leer de corazón; su cómplice juglar anda brincoteando con sólo 140 caracteres y merece Marte (que lo manden en un Tesla rojo descapotable… pero sin casco). Nosotros heredaremos una vez más la Tierra, over the Rainbow como escudo de la inclusión y diversidad contra la intolerancia, la cancelación y la censura.

Vine a San Miguel con la descabellada propuesta que todos, absolutamente todas, nos volvamos mexicanos. Hablo del migrante deportado y el jubilado de Florida o Wyoming que ha decidido huir del imperio del odio para descifrar tanto paisaje, pueblo y persona entrañable de Guanajuato… si extendemos las oportunidades de la doble nacionalidad a todo canadiense y agrandamos la nómina de gringos buenos que han aprendido a amar a México, el nefando circo fascista que parece herir todas las buenas voluntades ha de quedarse pronto clamando en el desierto su jerigonza de imbecilidad y estulticia… mientras que nosotros tenemos la tinta del sudor de unas flores, las sílabas de los colores que se comen, los cuerpos que se abrazan más allá del género (incluso literario) y esa hermosa caligrafía de vida y verdad que se escribe cuando las plumas aprovechan el morado de la tinta.




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