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Jalisco
Columna
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Jalisco, ¿octava gubernatura del 2024 para Morena?

En el equipo de Sheinbaum dan por descontado que se cancelará el triunfo a Lemus y Delgadillo y habrá nueva elección. Si así ocurriera, sería un terremoto que podría cambiar la geografía electoral

Claudia Delgadillo candidata de Morena a la gubernatura de Jalisco durante una conferencia de prensa en la Ciudad de México, el 26 de junio 2024.
Claudia Delgadillo candidata de Morena a la gubernatura de Jalisco durante una conferencia de prensa en la Ciudad de México, el 26 de junio 2024.Moisés Pablo Nava/Cuartoscuro
Salvador Camarena

El vacío que Claudia Sheinbaum ha hecho a autoridades de Jalisco es parte nuclear de su decisión de no aceptar un resultado electoral que considera espurio. En la percepción de la próxima presidenta, esos comicios fueron ensuciados por el Gobierno de aquel Estado.

Esta semana el Tribunal Electoral jalisciense ha ratificado los conteos que dan como gobernador electo a Pablo Lemus y como alcaldesa electa de Guadalajara a Verónica Delgadillo. Ese veredicto es impugnable y Morena ya anunció que va a la siguiente instancia.

La estrategia del obradorismo es evidente: no claman fraude para ver si logran reponer la elección de la capital jalisciense, no están sustanciando una retórica para futuras contiendas, no actúan en la lógica de que “de lo perdido, lo que aparezca”. No.

De Sheinbaum para abajo tienen el convencimiento de que la Administración jalisciense ensució los comicios donde Morena obtuvo las dos senadurías de mayoría, gran parte de los ayuntamientos y, junto con sus aliados, la mitad del Congreso estatal.

Tal es la certidumbre de la próxima presidenta que, tras el 2 de junio, Claudia Delgadillo, la candidata que contendió contra Pablo Lemus, recibió mensajes del cuartel de Sheinbaum de que era respaldada política y jurídicamente, y que no cabía la resignación.

No quedó en palabras. Desde la Ciudad de México, abogados cercanos al exmagistrado Salvador O. Nava ayudaron a integrar el expediente de presuntas irregularidades en las elecciones de Jalisco que ahora irá a instancias federales.

La vía jurídica, pues, se ha asumido con el más alto perfil y desde la capital de la República.

Y en lo político, si ya eran más que evidentes los apoyos a Claudia Delgadillo con los enviados que tiene en Jalisco —Mario Delgado, Esthela Damián y Leonel Cota—, y con las invitaciones a la excandidata jalisciense a reuniones con los ganadores del 2 de junio, la semana pasada se mandó la más vigorosa señal.

Quien este jueves será investida presidenta electa tuvo la semana pasada varias reuniones con los mandatarios estatales para revisar proyectos estratégicos. El vacío que se hizo a Jalisco en esos cónclaves fija un precedente sobre el modo de operar de Claudia.

Una cosa es que la candidata presidencial triunfadora del 2 de junio haya decidido no recibir a Lemus dado que su triunfo es puesto en duda, en los medios y en recursos jurídicos, por Morena. Pero que no invitara al gobernador Enrique Alfaro es otra cosa.

Alfaro es mucho más que solo el mandatario de Jalisco. Es la cabeza de una generación que tuvo la fuerza y el talento para desplazar a partidos hegemónicos en esa entidad (el PRI y el PAN), que enfrentó con relativo éxito al poderoso Grupo Universidad, y que incluso en varios momentos resistió a López Obrador, con quien por cierto había compartido aventuras electorales en el pasado.

Tal llegó a ser su capacidad que en las intermedias de 2021 Movimiento Ciudadano de Jalisco se convirtió en una de las turbinas del crecimiento de los naranjas a nivel nacional, condición que sin embargo terminaría por alejarlos de la dirigencia de Dante Delgado.

Esa fuerza alcanzó para no ser arrollados en 2024 por la ola morenista, que retuvo las entidades que gobernaba y tumbó al PAN la codiciada gubernatura de Yucatán. Solo Jalisco y Guanajuato (para el PAN) se le resistieron a los guindas. Eso podría cambiar ahora.

En el equipo de Claudia Sheinbaum dan por descontado que habrá nueva elección. Que al llegar a la máxima instancia se cancelará el triunfo a Lemus y Delgadillo. Si así ocurriera, sería un terremoto que podría cambiar la geografía electoral.

Muy tarde parece haber comprendido Pablo Lemus el atolladero en que está metido. Desperdició largas semanas en ánimo triunfalista sin advertir que el agua comenzaba a hervir. Morena le lleva ventaja en el discurso que visibiliza irregularidades en conteos y custodia de votos. Y lo mismo se puede decir de Verónica Delgadillo en Guadalajara.

El gobernador Alfaro también está, por supuesto, en una posición harto incómoda. Su anunciado retiro de la política será muy distinto si las autoridades electorales decretan que debe repetirse la elección estatal y al menos la de Guadalajara. Igual le entrega el poder a un interino decidido por un congreso local donde Morena puede maniobrar ampliamente.

Las y los alcaldes jaliscienses entran en octubre, así que antes de eso la impugnación de Guadalajara deberá quedar resuelta. Si se da esa cancelación, la inercia política de un tribunal aquiescente con Palacio Nacional es obvia: como en el dominó, caería la siguiente ficha.

Imaginar una nueva elección en Guadalajara y en todo el Estado, con una presidenta de votación histórica y bastante legitimidad, al inicio de un Gobierno federal (siempre un buen momento), y frente a un partido fisurado como MC no permite formular el mejor pronóstico para los naranjas. Igual y Morena suma la octava gubernatura de 2024.

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