¿Para qué alcanza la “resurrección” de Xóchitl?
El de la candidata de la oposición fue un buen cierre de precampaña. Permite observar un propósito de fondo, una estrategia cuidadosamente pensada para explotar las debilidades de la 4T
Con más de 20.000 personas, un discurso bien pensado y acertadamente leído, el de Xóchitl Gálvez fue un buen cierre de precampaña. Sobre todo, porque contrasta con el preocupante desplome que exhibían sus bonos en las últimas semanas. Las encuestas habían comenzado a mostrar preocupantes signos de estancamiento e incluso de retroceso, algo funesto, considerando que faltan menos de cinco meses para la elección y la candidata de la oposición tendría que remontar una desventaja mayor a 20 puntos.
Con tan desesperanzadoras perspectivas, es explicable que los críticos de López Obrador quieran interpretar el acto de este domingo como un posible punto de inflexión y como una señal de que la campaña no será un paseo triunfal para Claudia Sheinbaum. En una palabra, un aviso de que “hay tiro” en la disputa por la presidencia. “Vuelvo a creer en ella”, dijo Guadalupe Loaeza en sus columnas, Brozo dio un encendido espaldarazo a su figura y Héctor Aguilar Camín afirmó, con cierta lógica, que el discurso de Xóchitl era el primero realmente serio de su campaña y que había encontrado su narrativa, pues incluía un diagnóstico de los fracasos del Gobierno y un tono de combate que no tenía.
Y, es que, en efecto, hasta ahora no parecía existir diseño alguno en el mensaje de Xóchitl más allá de exhibir su estilo campechano y coloquial o presumir su trayectoria de vida. Pero tras las primeras semanas, luego de su destape, esa fórmula parecía agotada. Peor aún, comenzaron a cobrar un precio los inevitables deslices de una política de comunicación basada en improvisaciones ingeniosas y chabacanas. Lo de este domingo, en cambio, permite observar un propósito de fondo, una estrategia cuidadosamente pensada para explotar las debilidades de la 4T y ofrecerse como la alternativa democrática en contra del continuismo de “un régimen autoritario”.
Lo del domingo incluyó también un claro deslinde, de cara a la tribuna, con respecto a las desacreditadas dirigencias del PAN, del PRI y del PRD que la lanzaron. Para nadie es un secreto que los tres partidos viven sus horas más grises en materia de autoridad moral de sus líderes. Todo acto público de la candidata pasaba por el momento vergonzoso en el que alguno de ellos tenía que levantar la mano a la supuesta esperanza de la democracia y la honestidad. En el mitin del domingo, para fortuna de Xóchitl, no pasaron por la tarima. Alguien hizo su trabajo.
¿Para qué alcanza esta aparente rectificación de rumbo? Para saberlo a ciencia cierta habrá que esperar a las primeras encuestas, pero lo más probable es que permita al menos detener la percepción de desplome que comenzaba a generalizarse. El impacto real lo sabremos a lo largo de la campaña.
Y, sin embargo, los datos de fondo apenas se modifican. La polarización de la sociedad mexicana con respecto al lopezobradorismo parece bastante cosificada. La imagen del presidente, de Morena o el apoyo a su candidata muestra una impermeabilidad probada a lo largo del sexenio, sin importar los descalabros y escándalos, reales o impostados, o el natural desgaste de gobernar. Eso no va a cambiar en cuatro meses. La mayor parte de la población aprueba al Gobierno de López Obrador, muchos reciben un beneficio de su Administración y se sienten proclives a votar por la continuidad. El grueso de ellos no va a modificar su intención de voto por una sonriente Xóchitl y menos por el membrete del PRI, PAN y PRD que aparecerá en la boleta.
Y, con todo, algo puede cambiar. No el resultado, pero sí la manera en que transcurra la campaña. Una mayor consistencia de Xóchitl Gálvez, particularmente si la estrategia está centrada en el ataque al Gobierno de la 4T, llevará a López Obrador a asumir un papel más activo. Primero, porque suele reaccionar de manera intensa a toda crítica que lo perjudica o que obedece a la mala leche y la propaganda. Segundo, porque si interpreta que el mensaje de la opositora puede quitarle algunos votos a Sheinbaum, sean pocos o muchos, intentará compensarlos de una u otra manera. Ninguna ventaja es suficiente para López Obrador en términos de la carrera presidencial que está en marcha. De allí su interés de pasar un paquete de reformas destinado a ser rechazado pero pensado, entre otras cosas, para atraer votantes, o su obvio empeño de conseguir una candidatura atractiva para Movimiento Ciudadano (que no consiguió). A la postre no me parece que una mayor intervención del líder de Morena sea conveniente para la figura de Claudia, pero dependerá de tono y circunstancias.
Un segundo efecto podría ser sobre algunos sectores medios, intelectuales, profesionales y universitarios que, habiendo votado por AMLO en 2018, se han distanciado por una razón u otra. Resulta evidente la intención de Claudia Sheinbaum de establecer puentes y recuperar a estos grupos. Después de todo, y a pesar de su crítica, muchos de ellos mantienen reticencia para sufragar por los partidos tradicionales, a los que ya habían dado la espalda. Y mucho menos lo harían en caso de percibir una candidata insustancial, como parecía ser el caso hasta antes del domingo.
Imposible saber si lo de Xóchitl es una resurrección o un estertor pasajero; si es tan solo una espuma mediática como fue la primera vez, o tiene un impacto social más amplio entre estos grupos medios. Habrá que ver cómo se desenvuelve fuera del tele promter, en qué medida las dirigencias de los partidos de oposición se disciplinan o no, la naturaleza de la respuesta de Claudia para neutralizar su ataque y la reacción de López Obrador para desgastar a la candidata. Algo influirá el tino y calidad de los mensajes mediáticos, su desempeño en actos públicos y los debates.
El desenlace no va a cambiar, insisto. Hay un voto duro antilopezobradorista que va a inclinarse por Xóchitl, sea buena o mala candidata; y hay un voto duro, dos veces más grande, que lo hará por Claudia bajo cualquier circunstancia. Los que se encuentran entremedio e indecisos podrán hacer más o menos holgada la derrota. Pero, como en el futbol, no importa cuán débil sea el rival o la incapacidad de cambiar el marcador, preparación y una buena disposición se traducen, al menos, en una disputa entretenida. Veremos.
@jorgezepedap
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