Cigarros, comales y otros insospechados objetos que regalan los candidatos en México
La muestra ‘El voto en México: quiénes y cómo votamos: 1910-2024′ expone piezas de propaganda usuales como gorras y otras menos comunes como licoreras
Hace 60 años, cuando Gustavo Díaz Ordaz compitió por la presidencia de México, uno de sus lemas recordados de campaña fue “No hay más bandera que la patria”, pero muy pocos guardan memoria de que en el Estado de México su nombre estaba impreso en una cajetilla de cigarros Delicados para repartirse entre los asistentes a los mítines electorales. 30 años más tarde, durante la campaña de Diego Fernández de Ceballos, los adeptos del Partido Acción Nacional recibían corbatas de lino celeste y blanco con el logo del partido, mientras que hace solo seis años los simpatizantes podían recibir muñecos de peluche, pañuelos y diversos afiches para convencer al electorado.
Para persuadir a los mexicanos, los aspirantes a un puesto de elección popular echan mano de todo: discursos, fotografías, frases pegajosas, y por supuesto, un sinfín de objetos que muestran, la mayoría de las veces, el nombre de los candidatos y los colores de su partido. En más de un siglo de democracia en el país, se ha visto de todo: bolígrafos, vasos de cristal grabados, platones de latón y otras prendas bordadas con los colores y los emblemas de los partidos. De lo sutil a lo churrigueresco.
Mientras que en pleno siglo XXI ya nada parece sorprender a los electores, un vistazo al pasado aún puede ser motivo de asombro, sobre todo para los más jóvenes. “Hay cosas que han caído en desuso y otros que hoy estaría muy mal visto ser regalados para promover a un candidato”, dice en entrevista Paulina Newman, directora del Museo del Objeto del Objeto (MODO), que alberga la exposición El voto en México: quiénes y cómo votamos: 1910-2024, una muestra que recoge más de 1.500 piezas de propaganda política de una selección de más de 3.000 artículos que los candidatos han obsequiado a sus simpatizantes a lo largo de la variopinta historia democrática del país.
“Casi todo lo que está en la exposición eran objetos que estaban destinados a ser perecederos o a dejar de tener una función útil, pero el hecho de que hayan sido guardados y después coleccionados, organizados, catalogados y ahora expuestos, hace que dejen de tener el objetivo para el cual fueron creados y ahora cuentan la historia de México”, refiere Newman.
Obsequios desde el oficialismo
Tras la Revolución Mexicana, los comicios en el país eran casi una formalidad. Los candidatos designados desde el partido en el poder, el PRI, tenían el puesto prácticamente asegurado. En 1958, por ejemplo, Adolfo López Mateos obtuvo más del 90% de los sufragios frente a su oponente panista, Luis H. Álvarez, y no obstante se repartieron mecheros de gas para que sus votantes fumadores exhibieran el rostro del priista cada que encendían un cigarrillo. Varias décadas más tarde, en 1982, Miguel de la Madrid fue más sutil: obsequió bolsas y mascadas sutilmente bordadas con sus iniciales para las mujeres simpatizantes del PRI. “No se alcanza a ver mucho, los visitantes del museo nos dicen de pronto si alguien no dejó olvidada esa bolsa en la exposición”, cuenta Newman.
Aunque son los regalos propagandísticos dedicados a los votantes masculinos los que más abundan: licoreras grabadas con el nombre de Vicente Fox, relojes con la imagen de Ernesto Zedillo, destapadores de botellas aludiendo a Luis Donaldo Colosio y nuevamente, ceniceros para los fumadores con el logo impreso del Revolucionario Institucional. “Al recorrer la exposición de manera cronológica, que es como está organizada, puedes ir viendo estos objetos y cómo han ido evolucionando”, dice Newman.
Más adelante, los objetos de cocina que se entregaban primordialmente a las votantes mujeres son los que más prevalecen de las últimas décadas. Delantales de todos los colores y formas, bolsas para la compra, contenedores de comida y hasta un comal grabado con el nombre del entonces candidato Enrique Peña Nieto son solo algunos de los souvenirs que se dejan ver en esta muestra.
La mujer como votante y candidata
En 1982, cuando Rosario Ibarra fue designada como la primera mujer candidata a la presidencia, pocos imaginaron que 42 años más tarde las dos principales aspirantes a dirigir México serían mujeres. “Una parte muy importante de la exposición es el papel de la mujer en las elecciones” refiere la directora del MODO. Una sala dedica en su totalidad el papel de las candidatas, pero sobre todo, desde que las mexicanas demandaron el voto por primera vez en 1824. “Todos estos hitos, porque nos parece muy importante que no solo las mujeres, pero especialmente las mujeres, se den cuenta de que el que hoy tengamos dos candidatas mujeres a la presidencia no es gratis”, reflexiona Newman.
Después de que el derecho a votar y ser votadas se hiciera oficial en el país en 1953, el papel de las mujeres en la democracia fue avanzando lentamente, y se deja observar en la cantidad de objetos expuestos, ya sea alusivos a las candidatas o bien, dedicados a las mujeres sin los clásicos sesgos de género. Por ejemplo, en 1994, Marcela Lombardo y Cecilia Soto fueron dos candidatas a la presidencia de México, de cuyo paso se les recuerda más que por objetos, por los carteles que promovían un cambio ante el apabullante estigma del PRI en los votantes.
Los candidatos, pero sobre todo, los votantes han evolucionado con el paso de los años. Los discursos, las propuestas y la manera en que se relacionan ambos en un vínculo temporal que tiene por objetivo conseguir el voto el día de los comicios, es un baile con diferentes tonadas, pero que en 2024 toma más relevancia que nunca. “Este año, más de 4.000 millones de personas que van a tener elecciones en sus países, por eso la importancia de retratar no solo lo que pasa en México, sino también de hablar de un proceso que marcará este año”, finaliza Newman.
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