Hermetismo, discreción y miedo a una nueva crisis: así son los primeros vuelos de deportación a México en la era Trump
EL PAÍS sigue el rastro de las rutas, los aviones y las compañías detrás de la repatriación de cientos de inmigrantes al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Fuentes gubernamentales confirman la llegada de otro vuelo el miércoles, además de los cuatro que hubo la semana pasada
“Promesas hechas, promesas cumplidas. Los vuelos de deportación han comenzado”. Así anunció la Casa Blanca el inicio de las expulsiones masivas de inmigrantes por aire el pasado 24 de enero, apenas cuatro días después de la llegada de Donald Trump, junto a la fotografía de una fila de personas esposadas de pies y manos abordando un avión. Esas imágenes estuvieron en el centro de la crisis diplomática entre Estados Unidos y Colombia dos días más tarde, en medio de reclamos por las condiciones de los traslados y amenazas comerciales que desbordaron las tensiones entre ambos países. En México, en cambio, los vuelos de repatriación han tenido un perfil bajo. La presidenta, Claudia Sheinbaum, rompió el silencio el pasado lunes y reconoció que se han recibido cuatro aviones durante la primera semana de Trump. Poco más ha salido a la luz. Se desconoce el estado en el que los connacionales han llegado a territorio mexicano, cuánto tiempo llevaban viviendo en Estados Unidos y a dónde han sido trasladados.
EL PAÍS ha encontrado nuevas pistas sobre las rutas, las aeronaves y las compañías detrás de estos vuelos, a partir de aplicaciones de rastreo aéreo, la información compartida por las agencias estadounidenses y las investigaciones de medios especializados. Se trata de los mismos actores y los mismos patrones que ya operaban durante la Administración de Joe Biden. “Hay repatriación en vuelo chárter comercial al AIFA, es un procedimiento que tiene tiempo”, afirmó Sheinbaum este miércoles. Una hora después de su conferencia de prensa, la plataforma Flightradar24 arrojaba información sobre el aterrizaje de una aeronave en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), que coincidía con las declaraciones de la presidenta: un vuelo chárter, operado por una aerolínea con vínculos con el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE) y con viajes recurrentes desde la frontera a territorio mexicano. Fuentes gubernamentales confirmaron la llegada del vuelo de esta semana, como apunta la información recabada por este diario.
El AIFA, la puerta de entrada de las deportaciones por aire
El vuelo BDQ8252 de Eastern Air Express despegó a las 7.26 de la mañana de este miércoles desde la ciudad fronteriza de El Paso, en Texas. Nadie parecía esperarlo, tampoco estaba anunciado en el área de llegadas internacionales. Bajo el mayor hermetismo y discreción, la aeronave tomó tierra a las 10.36 en la terminal de carga del aeropuerto, como confirmaron guardias nacionales consultados con este diario apostados frente al edificio terminal. El acceso a los medios está restringido bajo el argumento del respeto a la privacidad de las personas repatriadas.
“Se cuida mucho, no que no se vean [las imágenes de los deportados], sino al ser humano, es lo que buscamos”, responde la diputada local Anaí Esparza, presidenta de la Comisión de Atención a Personas Migrantes del Congreso del Estado de México, cuestionada sobre el sigilo alrededor de los vuelos. La legisladora asegura que sería “inhumano” exponer a estas personas a los medios de comunicación porque “muchos llegan con sueños truncados” y señala que la prioridad de las autoridades es darles herramientas para rehacer su vida en México.
Se desconoce cuántos mexicanos han sido deportados por aire en los primeros días de la Administración Trump. Un Boeing 737 tiene una capacidad para un máximo de 172 pasajeros sentados, de acuerdo con la compañía. En total, más de 190.000 mexicanos fueron deportados por Estados Unidos el año pasado, de estos, unos 18.000 llegaron por aire y el AIFA fue la puerta de entrada del 88% de ellos. Otros llegaron a los aeropuertos de Guadalajara, Morelia y la Ciudad de México (AICM), según datos del Gobierno mexicano.
La misma aeronave que aterrizó este miércoles fue utilizada en otro vuelo el pasado 23 de enero. En esa ocasión la ruta arrancó en San Antonio (Texas), hizo escala en el aeropuerto de Harlingen Valley, a unos kilómetros de la frontera, y llegó al Felipe Ángeles a las 12.36. Eastern Air Express hizo un vuelo más desde la ciudad fronteriza de Yuma (Arizona) al AIFA, partiendo a las 12.19 y llegando pasadas las cuatro de la tarde, el mismo 23 de enero, a pesar de que no es una ruta habitual en los itinerarios de la terminal aérea. GlobalX, otra operadora de chárters, viajó de El Paso al AIFA el mismo día, tomando exactamente la misma ruta que el vuelo de esta semana y aterrizando en un horario similar.
“Gracias al presidente Trump, México aceptó ayer un récord de cuatro vuelos de deportación en un día”, celebró Karoline Leavitt, la portavoz de la Casa Blanca, el 24 de enero. Pero no es el único indicio sobre tres de los cuatro vuelos a los que Sheinbaum también se refirió el lunes. GlobalX anunció en agosto pasado que había firmado un contrato de cinco años con ICE y que esperaba que le generara ingresos anuales por 65 millones de dólares, como adelantó el activista Thomas Cartwright, que ha monitoreado miles de vuelos de repatriación en los últimos cinco años. La agencia migratoria solicita, además, aviones Boeing 737 o modelos similares para los traslados, como los utilizados por Eastern Air. La aeronave que aterrizó en México volvió ese mismo día a San Antonio, donde ICE tiene uno de sus principales centros de operaciones.
ICE expulsa a migrantes por tierra y por aire, pero no tiene sus propios aviones. Por eso, acude a empresas privadas, que se disputan contratos por cientos de millones de dólares. En los últimos años, la agencia ha recurrido a compañías que funcionan como grandes brókers: ellos firman el contrato y, a su vez, subcontratan a aerolíneas de vuelos chárter ―aunque también ocasionalmente a líneas aéreas comerciales― para cubrir la alta demanda de deportaciones, como Eastern Air y GlobalX, como documenta el portal especializado Simple Flying.
En las imágenes que han circulado en los medios y las redes sociales del vuelo que llegó a Brasil la semana pasada, por ejemplo, se aprecia el logotipo de GlobalX. Esta compañía estuvo detrás del 80% de los vuelos de deportación desde Estados Unidos que hubo en diciembre, mientras que Eastern Air asumió el 17%, de acuerdo con el seguimiento realizado por Cartwright. Eastern realizó un vuelo a México apenas una semana antes de la llegada de Trump, el 14 de enero desde El Paso. El 7 de enero hubo otro más con la misma ruta, lo que indica que las deportaciones aéreas forman parte de un sistema arraigado en Estados Unidos, al margen de republicanos y demócratas. Los vuelos de deportación no iniciaron con Trump, como aseguró la Casa Blanca.
Una industria millonaria
La llegada de Trump a la presidencia y su plan de deportaciones masivas ha puesto el foco en la enorme cantidad de fondos públicos utilizados para este fin. Un vuelo frecuente cuesta en promedio 8.577 dólares por hora de vuelo, según ICE. Pero si se trata de un chárter de “alto riesgo”, como califican la mayoría de vuelos de deportación al extranjero, el costo puede elevarse hasta los 26.795 dólares por hora. Las deportaciones están rodeadas de una lucrativa industria. “Implican un esfuerzo logístico masivo: operadores fijos, espacios de detención, transporte en autobús a los vuelos, servicios de guardia…”, apunta Cartwright.
El discurso de mano dura de Trump preocupa a varios sectores de la sociedad por el elevado costo que implicaría expulsar a un millón de migrantes cada año. Pero también, por los abusos a los derechos humanos denunciados por varias organizaciones. Aunque no tengan cargos criminales, los deportados suelen viajar esposados de pies y manos, sin agujetas en los zapatos y altamente restringidos para levantarse o ir al baño, salvo que se trate de niños o casos especiales. ICE defiende que da un “trato digno” a los detenidos. “En el vuelo se les ofrecen sándwiches, barras de granola o una comida completa, dependiendo de la duración del vuelo”, sostiene la agencia. Sheinbaum negó este jueves que sus ciudadanos fueran esposados en los vuelos, a pesar de ser una práctica habitual.
“Nos trataron como si fuéramos perros”, declaraba a este diario Daniel Figueroa, uno de los deportados a Colombia. El presidente Gustavo Petro reclamó a Trump los abusos y ambos países estuvieron al borde de una guerra comercial hasta que el Gobierno colombiano cedió. La Organización de las Naciones Unidas hizo un llamado al respeto de los migrantes, mientras que Brasil presentó una queja diplomática ante Washington. “Es importante actuar siempre con la cabeza fría, defendiendo la soberanía de cada país y el respeto entre las naciones y los pueblos”, dijo Sheinbaum, aunque se mantuvo al margen de la crisis entre Petro y Trump.
La presidenta mexicana dijo que hubo 6.244 deportados hasta el 28 de enero, “la mayoría mexicanos”, y señaló que no ha habido “un cambio sustancial” en la cantidad de personas retornadas durante los primeros días del republicano en la Casa Blanca. La nueva cifra representa un aumento de 2.000 deportados más que los anunciados el lunes pasado. La división de deportaciones de ICE informó de más de 271.000 expulsiones a 192 países en su último informe anual.
El Gobierno mexicano ha optado por la cautela y ha confiado en que mantendrá una buena relación con Washington, pese a la amenaza de deportaciones masivas. Esa posición se ha visto reflejada en el AIFA estos días. A diferencia de los videos y fotografías mostrados por Brasil y Colombia, en México no hay imágenes de los deportados, no hay un número actualizado de las personas que han llegado por aire y apenas ha habido declaraciones públicas sobre los vuelos. “México los está esperando con los brazos abiertos y no se ha olvidado de ustedes”, dijo Sheinbaum el 20 de enero, horas antes de que Trump tomara posesión.
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