El Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca exhibe el mundo fantástico y erótico de Francisco Toledo
La exposición ‘Gráfica Toledo 1976-1987′ muestra 42 obras del artista entre litografías, metales y xilografías. Algunas de ellas se presentan por primera vez
El bestiario fantástico del artista mexicano Francisco Toledo se pasea libre estos días por las salas del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO). Una nueva exposición inaugurada este viernes del creador más influyente de México reúne 42 piezas, entre litografías, metales y xilografías, que muestran la evolución de Toledo y su trabajo con la experimentación de varias técnicas. La muestra presenta obras expuestas por primera vez al público, que son un viaje no solo por la pasión de Toledo por los animales fantásticos, sino las tradiciones de los pueblos originarios y el erotismo. “Es una exposición importante porque son piezas que no se habían visto reunidas juntas, lo interesante es que muchas son litografías a color, lo que es peculiar en el trabajo del maestro”, explica por teléfono Jou Morales, coordinador de exposiciones del IAGO.
La muestra, que estará abierta hasta marzo, es un esfuerzo entre el IAGO y el acervo de Francisco Toledo A. C. Morales comenta que las obras presentan algunos procesos de trabajo y experimentaciones que Toledo llevó a cabo durante una década, entre 1976 y 1987, una época de enorme producción de un artista que exploró todos los medios visuales y creó más de 9.000 obras en diversos formatos. “Este grupo de obras exhibe el desarrollo del maestro y su experimentación en la gráfica, muestra una evolución de su trabajo. Se ve un cambio muy fuerte y una experimentación muy interesante entre el uso de la técnica y el concepto”, dice Morales.
El curador cuenta que parte de esa experimentación estaba relacionada con la exploración de nuevas técnicas que hacía Toledo. Cuando no estaba satisfecho con una pieza, la borraba o intervenía, añadía o quitaba cosas. “Siempre estaba explorando cosas y cuando aprendía algo nuevo la aplicaba en lo que tuviera a la mano. Trabajaba al mismo tiempo muchas técnicas. Se exhibe una serie que muestra cómo borraba, intervenía, hacía rayones, manejaba los colores; cada obra de esa serie es única y diferente a la anterior, a pesar de utilizar la misma placa”, explica Morales.
Toledo (1940-2019), considerado el artista más internacional de México, falleció en septiembre de 2019 después de sufrir complicaciones por un cáncer. Su muerte dejó un enorme vacío en la plástica mexicana, aunque el artista se encargó de educar a nuevas generaciones a través de escuelas que creó en su Estado natal, donde es venerado, pero también con actividades para la promoción del arte y la cultura y la protección de la tierra. Entre su legado está un mundo fantástico que marcó el arte contemporáneo mexicano. En la muestra del IAGO se puede apreciar ese bestiario imaginario que apasionaba a Toledo, animales fantásticos y otros como sapos, cocodrilos, tlacuaches con dotes humanos, puercos, lagartijas, pescados, conejos o perros que él recreaba a su estilo abstracto. Una de esas piezas parecería a primera vista simples rayones, pero cuando el espectador se aleja de ella descubre la figura de un chapulín. “Quise ser un ilustrador de mitos”, afirmó Toledo.
“Mi vida ha pasado por muchas etapas. Al principio quería estar ligado a mi comunidad, ahí había mitos orales, tradiciones, cuentos; pensaba que podía ser el ilustrador de esos mitos. Con el tiempo me fui cargando de más información, visité ciudades y museos; Picasso, Klee, Miró, Dubuffet, viví en Europa, viajé a España, conocí a Tàpies, a Saura… Mi arte es una mezcla de lo que he visto y de otras cosas que no sé de dónde vienen. Me han influido el arte primitivo, pero también los locos, los enfermos mentales y, sobre todo, Rufino Tamayo, oaxaqueño, con quien tuve mucha cercanía en París. Hay un tratamiento del color y de la materia que me aproxima a él. Le quise mucho. Gracias a Rufino me pude quedar en París. Él consiguió que me dieran una beca; iba para unos meses y me quedé cuatro años”, relató Toledo a este periódico en una entrevista publicada en 2015.
El erotismo también está presente en la exposición. “Hay xilografías abstractas, es un erotismo muy sutil, porque no es la imagen explícita. Una de ellas muestra rayones y colores, pero cuando te alejas un poco se logra apreciar un falo”, dice Morales, el curador. Las obras también reúnen autorretratos de Toledo, pero con las particularidades abstractas del artista. “Es una exposición muy importante para las nuevas generaciones que están interesadas en la cuestión gráfica. Es importante que la vean, porque son obras que normalmente las verían en otras partes de México o del mundo”, reconoce Morales. Muchas de estas obras fueron creadas en talleres del extranjero, como el famoso Atelier 17, fundado en Nueva York por el pintor y grabador Stanley William Hayter. “Algunas de estas piezas ya se exhibieron como obra terminada, pero verlas dentro de este conjunto permite entender el desarrollo que tuvo Francisco Toledo en su trabajo, lo cual es otra manera de acercarnos a sus procesos”, dice el curador.
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