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Pablo Gómez: “Lo que queremos de Claudia Sheinbaum es una reforma económica, política y sindical”

El titular de la UIF e integrante del oficialismo espera del nuevo Gobierno enmiendas profundas en todos los ámbitos, incluidos los “sindicatos dominados por mafias”

Pablo Gómez,  economista y político mexicano, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera
Pablo Gómez político mexicano, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera en su estudio en Ciudad de México, el 17 de octubre del 2024.Aggi Garduño
Elia Castillo Jiménez

El triunfo arrollador de Claudia Sheinbaum en las urnas que la ha llevado a ocupar la silla presidencial es apenas la punta de iceberg en la lucha de las mujeres por alcanzar la igualdad. A esta guerra aún le queda un buen tramo de batallas por enfrentar, sostiene Pablo Gómez (Ciudad de México, 77 años), referente de la izquierda en México, activista durante el álgido movimiento estudiantil de 1968 y funcionario federal. El político mexicano, integrante del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), espera de la presidenta Claudia Sheinbaum una profunda reforma democrática, económica, política y sindical lo que implica un buen puñado de enmiendas constitucionales y legales en todos los sectores. “Tenemos que extender la democracia en todos los aspectos de la vida del país, una reforma económica que finalmente resuelva el problema de inmensa desigualdad”, apunta.

El titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Hacienda pública y precursor de la izquierda mexicana hace una pausa en sus funciones para la entrevista vía remota con EL PAÍS. Gómez reflexiona sobre lo que ha tenido que pasar para que el país sea dirigido por una presidenta y lo mucho que queda por hacer. “Es necesario que las mujeres tomen no solamente la palabra, el poder de decisión es lo importante”, dice.

Las voces que hablan de una sombra patriarcal sobre la nueva Administración del Estado mexicano son cuestionadas por Gómez quien sostiene que “Claudia [Sheinbaum] no es el clon femenino de Andrés Manuel López Obrador”, estas apreciaciones irritan al funcionario. “Es una visión machista”, lanza con la misma fuerza que sostiene que una mujer por sí misma no es garantía de buen Gobierno. Para el líder de la izquierda mexicana, dirigente del Partido Socialista Unificado de México (1982) y del Partido de la Revolución Democrática (1999), los triunfos y el avance de las mujeres en el ámbito político son relativamente fáciles respecto a los cambios que se deben realizar en todos los sectores de una sociedad culturalmente machista.

Pregunta. ¿Qué significa la llegada de una mujer a la presidencia?

Respuesta. El hecho es que es la primera vez que una mujer gobierna el país, es todo un acontecimiento pero hay que ver qué fue lo que lo produjo, cuál es el tracto sucesivo. Por un lado la izquierda ya había llegado al Gobierno por primera vez, desde 1940 probablemente. Además que el movimiento en favor de los derechos, la libertad y la participación de las mujeres en pie de igualdad en todos los ámbitos de la sociedad, no solamente en México, sino en el mundo, está en un estadio bastante elevado como no se había visto antes. Para que haya mayores cambios en la lucha por la igualdad sustantiva es necesario que las mujeres tomen no solamente la palabra, el poder de decisión es lo importante. El poder político no es el lugar de llegada, puede ser un instrumento gigantesco para poder continuar pero para la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres se tiene que ir a todos los ámbitos de la sociedad, para resumir todo, en el hogar.

P. ¿Qué ha tenido que pasar para que una mujer gobierne un país culturalmente machista?

R. El machismo mexicano no es considerablemente mayor que el que existe en otros países. No hay que centrar todo en eso, pero sí es muy alto, es algo que tiene un raigambre bastante fuerte. Se juntaron dos cosas: la lucha por la participación de las mujeres, las acciones afirmativas, la denuncia, la lucha contra los feminicidios; el que fuera conformando toda una plataforma de igualdad sustantiva de relevancia en la parte politica. Es más difícil reformar la desigualdad en el hogar, en la fábrica. La desigualdad en otros ámbitos es mucho más difícil de remover súbitamente. En el plano político es más rápido llevar a cabo cierto tipo de cambios. Las acciones afirmativas fueron una palanca, no lo son todo y sin embargo aquí fueron un instrumento muy grande, llevaron a la paridad y metidos ahí hay poca escapatoria para los que defienden los escenarios masculinos. El hecho de qué tengamos una presidenta de la República no quiere decir que el asunto está resuelto, estamos lejos todavía, hay que hacer muchísimas transformaciones.

P. ¿Qué transformaciones?

R. La educación tiene que tomar un papel muy importante. Tenemos todavía una educación muy cargada del lado del espacio y de las reglas masculinas. México tiene una escuela antidemocrática, no se ha producido una revolución para igualar la concurrencia de hombres y mujeres; no de competencia sino de concurrencia simultánea en los procesos. Hay otros ámbitos, México es un país de una precaria vida sindicl, la inmensa mayoría de los sindicatos no son democráticos, están dominados por mafias, es la herencia del viejo régimen. Se han hecho esfuerzos pero estamos todavía en pañales. El desarrollo va a tener que ir acompañado de una desmasculinización de los liderazgos sindicales en el país. Igualdad entre unos y otros, no se trata de una nueva discriminación contra los hombres. En los ámbitos educativo y sindical es necesario hacer una gran transformación. Se ha logrado algo muy importante, empezó con las acciones afirmativas en materia política y terminó con una presidenta mujer.

P. ¿Cuál es el reto para la presidenta?

R. Acompañar los procesos de democratización y de transformación de la vida social. La educación, la vida sindical, la laboral, en las fábricas, en los lugares de trabajo, en las oficinas, en los ejidos, en las comunidades indígenas. Digan lo que digan, el dominio masculino sigue siendo amplísimamente predominante. Se tiene que expresar a través de reformas democráticas. Porque en este momento la democracia política formal, el sistema competencial que tenemos entre partidos es completamente insuficiente para dar la pauta a una sucesiva transformación. No son en sí mismos temas exclusivamente de la igualdad sustantiva, México no es un país democrático, como España tampoco lo es, por más que digan que sí lo es. El plano de la competencia política y de la participación de las mujeres en el poder debe verse como algo inicial.

P. ¿Qué espera del Gobierno de Claudia Sheinbaum?

R. No podría responder esa pregunta en términos personales. Lo que queremos es una profunda reforma democrática, económica y política. En México hay un poder nuevo, el resto del mundo todavía no se da cuenta de eso. Ya no vivimos en la época de las revoluciones, estamos viviendo una época de cambios radicales en el mundo por la vía competencial. Tenemos que extender la democracia en todos los aspectos de la vida del país, construir una reforma económica que finalmente resuelva el problema de la inmensa desigualdad. Somos partidarios de una democracia participativa. La consulta popular, la capacidad del pueblo para legislar, para decidir, para revocar mandatos, como dice Andrés Manuel [López Obrador], el pueblo pone y el pueblo quita. Lograr una mayoría política del tamaño de la que hoy tenemos en México es algo digno no sólo de ser reconocido, es digno de ser estudiado, la experiencia mexicana es digna de ser estudiada. El Estado corrupto no es cosa de darle una patada a una pelota de fútbol, lo sacas del campo y se acabó, no. Es bastante complicado, hay que continuar, Claudia lo tiene muy claro.

P. Hay quienes consideran que es necesario que Sheinbaum borre la sombra del patriarca que representa López Obrador ¿Cuál es su opinión?

R. ¿Para qué queremos borrarlo? Llegamos al Gobierno queriendo borrar el Estado corrupto, la antidemocracia, la represión, el uso de la fuerza pública para aplastar a las movilizaciones populares, la miseria, el atraso, eso es lo que queremos borrar. Hay que borrar realidades, estructuras, explotación, inequidad, injusticia. Borrar un Poder Judicial corrupto hasta el tuétano. Eso es lo que hay que borrar, no vamos a borrar la sombra de López Obrador si fue quien encabezó el momento del quiebre. Sería absurdo. Harakiris no, por favor. No vamos a decir, ya nos arrepentimos, ahora vamos a ser muy nice. Carita bonita [decirles] a ver, oligarcas, síganle, perdónennos, perdonen nuestros excesos. No ha habido ningún exceso, además, si lo hubiera habido pues ya ni modo. A nadie hemos reprimido.

P. ¿Es necesario un punto y aparte entre los dos Gobiernos, una propia personalidad política?

R. Claudia tiene su propia personalidad política. ¿Qué quieren que diga? La reforma del Poder Judicial ya no pudo ser, ya nos arrepentimos, nos echamos para atrás. ¡No manchen! Ese no es un punto y aparte. Evidentemente que con Claudia las cosas son a su propio estilo y no necesita estar demostrando que hace las cosas como ella considera. No tiene que estar haciendo contrapuntos con Andrés Manuel. ¡A ver! Claudia no es el clon femenino de Andrés Manuel, esa es una visión machista. ¡Por favor tranquilícense!

P. ¿Qué sigue después de este capítulo inédito en la política, de este salto en la igualdad sustantiva?

R. La reforma del Poder Judicial, van a venir una serie de reformas, se están produciendo rápidamente en el Congreso. Llegamos con una fuerza que nos permite aplicar el programa completo. Tenemos que echar adelante el programa que se planteó, estamos modificando la Constitución cada tercer día y vamos despacio. Aquí no se está improvisando nada, todo se dijo, todo se habló en la campaña electoral. Es más, el Gobierno presentó antes de las elecciones iniciativas de reformas constitucionales que hay que llevar a cabo, si no 100%, una que otra habría que modificarla para tratar de mantener la suficiente unidad dentro de la 4T. Pero fuera de eso, lo básico, lo esencial se va a llevar a cabo.

P. ¿Una mujer al mando es garantía de buen Gobierno?

R. No. Me acuerdo de Margaret Thatcher, una neoliberal que tocaba por nota. Fue maestra de varios neoliberales mexicanos, privatizadores. Carlos Salinas de Gortari, [Pedro] Aspe, todos los que hicieron las privatizaciones. Margaret Thatcher se puso a hacer privatizaciones y tomaron su técnica, nada más que le agregaron un fenómeno, un factor muy peculiar: la corrupción.

P. ¿Sheinbaum tiene que sumar a su mandato la presión por ser la primera mujer en la presidencia?

R. No creo que estas alturas vaya a ser relevante o problemático que Claudia sea presidenta. El país ya digirió que tiene a una mujer en el Ejecutivo, votada por una mayoría muy consistente.

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Sobre la firma

Elia Castillo Jiménez
Es periodista mexicana, está especializada en temas de política: Congreso de la Unión, partidos y elecciones. Ha trabajado en distintos medios como Milenio, Radio Centro y El Heraldo de México. Es licenciada en Periodismo y Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México.
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