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Ni la lluvia amedrenta a un Zócalo desbordado en el último Grito de López Obrador: “Aquí hay un chingo de gente”

Miles de personas acuden a la plaza más grande de Latinoamérica a pesar del diluvio para celebrar la fiesta: “Es un día muy especial porque se retira nuestro presidente, que vino a abrir los ojos y las mentes de las personas que no podíamos hablar porque no había nadie que nos apoyara”

Celebraciones de la independencia de México, el 15 de septiembre 2024.
Celebraciones de la independencia de México, el 15 de septiembre 2024.Aurea Del Rosario
Alejandro Santos Cid

Quizá no haya muchos pueblos con un sentimiento más visceral del patriotismo que México, ese que obliga a llevarse la mano al corazón cuando suena el himno, a ponerse de pie en los estadios para honrar y corear la marcha bélica con gesto solemne, como hacen también sus vecinos del norte: los Estados Unidos de América, los Estados Unidos Mexicanos, tan similares incluso en el nombre, tan diferentes. A las patrias les gustan las banderas, las efemérides, los héroes. Nada de eso falta esta noche de domingo, de fiesta, en la plaza más grande de Latinoamérica, el Zócalo de Ciudad de México, cuadrilátero de la política nacional, contenedor de símbolos mitológicos: la serpiente, el águila y el nopal, Tenochtitlan y su templo mayor, la Coyolxauhqui y la Coatlicue, Andrés Manuel López Obrador y su último Grito de Independencia.

No iba a dejar pasar la oportunidad López Obrador, maestro de los fuegos artificiales políticos y los baños de masas, de engalanarse de toda la parafernalia patria una vez más desde su querido Zócalo para despedir sus años como presidente de la República. Esta ha sido la última vez que desde el balcón del Palacio Nacional el tabasqueño ha coreado los nombres de Miguel Hidalgo, Josefa Ortiz de Domínguez, José María Morelos, Leona Vicario, heroínas y héroes nacionales que se alzaron en armas para liberarse del dominio español en 1810. La efeméride dentro de la efeméride, el símbolo dentro del símbolo.

La lluvia debía de sentirse también nacionalista esta noche y no ha perdonado la cita, un diluvio bíblico que ha hecho que muchos huyeran de la plaza. No está escrito en la Constitución que no pueda uno ser patriota y a la vez ver el Grito con la ropa seca. El fervor patrio es común a ricos y pobres, pero a las clases adineradas de la capital les cuesta más salir de casa un domingo por la noche. Son, más bien, los trabajadores los que han desbordado por miles el Zócalo. Los habitantes de los barrios de invasión que le regatean metros al monte en Ecatepec, las profesoras, las reponedoras, los taxistas, los campesinos del México rural, los migrantes de Guerrero, Chiapas, Oaxaca, los pobladores de esa enorme periferia que amenaza con devorar al centro.

A sus 75 años, Nieves capeaba el diluvio con un chubasquero amarillo desde un costado de la Catedral. Ha venido desde Tlaxcala. “No es la primera vez, hace años venía cada año, pero como ya no vivo acá, ya nomás vengo de vez en cuando”. Antes vivía en Iztacalco, barrio humilde de la capital, y “trabajaba, si no trabajo no como”, vendiendo botanas por las calles del centro. Le gusta López Obrador, “fue mejor que los demás”.

Aspectos de la gente que acude a la 214 conmemoración del Grito de la Independencia.
Aspectos de la gente que acude a la 214 conmemoración del Grito de la Independencia.Emiliano Molina

María Marta Mares tiene 60 años, trabaja en un supermercado, ha venido desde San Luis Potosí con su pareja. “Es un día muy especial porque hoy se retira nuestro presidente, que vino a abrir los ojos y las mentes de las personas que no podíamos hablar porque no había nadie que nos apoyara. Soy empleada en una Bodega Aurrera, estoy en panadería y en rosticería, y han cambiado mucho las cosas en el trabajo desde que él nos apoyó: el sueldo, las horas, nuestra salida y entrada, nuestra hora de comida también, porque no nos la respetaban, ahora sí se respeta”.

Toda la parafernalia típica de este día está presente: disfraces de los héroes, tocados de plumas, sombreros, bigotes postizos, caras pintadas. Con la lluvia, también, miles de chubasqueros de colores. La enorme bandera del Zócalo quería sumarse a la fiesta y hondear patrióticamente al viento, pero, cada vez más mojada, más pesada, parecía perder la batalla. Por las calles que desembocan en la plaza avanzaban ríos de gente, después del anochecer era ya casi imposible llegar al centro, hacerse un hueco.

—Aquí hay un chingo de gente.

Lo resumía uno de los asistentes que intentaba abrirse paso. Ha llegado a ser peligroso, como lo son las grandes aglomeraciones: corrientes de gente intentando avanzar, estampidas por la lluvia, golpes, codazos, empujones, desmayos. Grandes focos blancos sobre el Palacio Nacional funcionaban como un faro que guiaban a los mexicanos hasta el Zócalo. El cielo, encima, se veía más claro.

Celebraciones de la independencia de México 214.
Celebraciones de la independencia de México 214.Aurea Del Rosario

Cada pocos metros un puesto de comida, olores fuertes, calientes, el maíz asado, los tacos de costilla, churros con azúcar, esquites, tortas, patatas fritas. Y, al final, los fuegos artificiales. Luis Ceruelos, de 42 años, vecino de la Cuauhtémoc, ha venido como una polilla a la luz solo para verlos. “Me gusta la pirotecnia, la lluvia se va a quitar en un rato. La parte política no me importa tanto, el chiste de esto es la celebración y es una vez al año”.

Habría muchos en la plaza como Ceruelos, convocados por la fiesta, pero los que más llamaban la atención eran los seguidores del presidente, disfrazados con sus máscaras, abanderados de sus políticas, vendiendo y comprando amlitos. Casi todo lo que toca López Obrador se convierte en un referéndum sobre su figura. Más tras la aprobación de una controvertida reforma judicial que reescribirá la Constitución y hará que los jueces sean elegidos por voto popular para, según el dirigente, acabar con un sistema corrupto, medida que López Obrador ha logrado menos de un mes antes de dejar el cargo, el 1 de octubre, gracias al transfuguismo y la colaboración de una dinastía política, los Yunes, sobrevolada por acusaciones de corrupción. También mientras vuelan las balas entre facciones del Cártel de Sinaloa en Culiacán y medio país se desangra o desaparece a manos de las mafias.

Víctor Hernández, de 32 años, trabaja en un almacén en Nuevo León y no quería perderse la cita. “Nos venimos en bus hace tres días y ya nos regresamos el martes, más que nada por ver el último Grito de López Obrador. En lo personal no hemos sido muy partidarios de la política, pero desde que entró ese señor la estamos siguiendo más de cerca. Siempre ha estado la derecha, y llega la izquierda y es algo diferente, ¿no? Tiene sus pros y sus contras, yo creo que no va a arreglar en seis años lo que ha dejado la derecha en 70 años gobernando, pero aportó un poquito y el hecho de hacer enojar a las cúpulas, quitarle privilegios a los que siempre los han tenido, me parece favorable. Su contra a lo mejor es la inseguridad, nos está fallando un poquito, no está perfecto el país”.

Ni la lluvia ha podido detener la fiesta, que era, realmente, lo importante hoy. Unos pocos minutos de coreografía militar, el Grito desde el balcón, y México se lanza a la música, el concierto de la Banda MS, el baile, la comida y los tragos. El lunes no hay que trabajar. Y la patria no cumple años todos los días.

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Alejandro Santos Cid
Reportero en El País México desde 2021. Es licenciado en Antropología Social y Cultural por la Universidad Autónoma de Madrid y máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Cubre la actualidad mexicana con especial interés por temas migratorios, derechos humanos, violencia política y cultura.
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