El Vicentillo: una pieza central en el rompecabezas de ‘El Mayo’ Zambada en Estados Unidos
Quien fue alguna vez uno de los herederos del Cártel de Sinaloa sigue en libertad el proceso que se lleva contra su padre
Pocas voces como la de Vicente Zambada Niebla han ayudado a entender en Estados Unidos al narcotráfico mexicano. Vicentillo, como se le conoce, pasó de ser uno de los más poderosos herederos del Cártel de Sinaloa a ser una figura clave en el relato que las autoridades estadounidenses hacen de la estructura criminal. El nombre de Vicentillo, de 49 años, comienza a repetirse ahora, 15 años después de su captura en Ciudad de México, por la caída de su padre, Ismael El Mayo Zambada García, quien tiene por primera vez roces con la Justicia de Estados Unidos después de ser detenido junto a uno de los hijos de su exsocio, Joaquín El Chapo Guzmán.
El Mayo Zambada compareció esta semana en su segunda audiencia judicial en El Paso. En la vista, que duró menos de diez minutos, la jueza Kathleen Cardone le preguntó al capo de 76 años si sabía que su abogado, Frank Pérez, puede tener un conflicto de interés. Pérez es uno de los cuatro abogados que representó a Zambada Niebla, quien negoció con el Gobierno y se declaró culpable de tráfico de drogas el 3 de abril de 2013.
Aquel día, Zambada Niebla, conocido también como Mayito o 30, aceptó ser responsable del tráfico de al menos cinco kilos de cocaína y un kilo de heroína. El pacto le exigía también no oponer resistencia a que las autoridades de Estados Unidos le confiscaran activos por 1.373 millones de dólares, una fortuna que obtuvo ilegalmente coordinando el envío de drogas a Estados Unidos para el imperio que dirigían su padre y El Chapo desde Sinaloa.
En aquella audiencia celebrada en Chicago, el juez Rubén Castillo le explicó la letra pequeña del acuerdo. “Usted accede a cooperar completamente en cualquier materia que requiera la Fiscalía en el Distrito Norte de Illinois. Esto incluye información completa y verdadera para cualquier investigación y preparación de un juicio, además de brindar testimonio veraz en cualquier proceso”, aseguró el togado.
Al aceptar los términos, Zambada Niebla evitó sentarse en el banquillo de los acusados en un juicio. El acuerdo hizo que evitara la cadena perpetua, pero se exponía a una sentencia mínima de 10 años. En mayo de 2019, el juez Castillo lo condenó a 15 años en prisión por su rol dentro del Cártel de Sinaloa entre 1996 y 2008. La sentencia, sin embargo, tomaría en cuenta el tiempo que Vicentillo había pasado tras las rejas desde que fue extraditado a Estados Unidos en febrero de 2010. Entre estas, unas 700 horas en confinamiento solitario, un tiempo en el que, según sus abogados, le bastó para leer unos 400 libros, aprender a tocar la guitarra, el piano y hasta a pintar.
“Creo que todo el mundo merece una segunda oportunidad”, aseguró Vicentillo el día de su sentencia. “He sacrificado mucho dejando esta vida y sacando a mi familia del mundo en el que vivían. Y lo haría otra vez”, aseguró minutos después de decir a los presentes que estaba arrepentido de “las malas decisiones” que tomó en su vida criminal y de pedir perdón a sus hijos, su esposa y a su madre.
Y se dirigió al juez: “Este arrepentimiento no vino ayer. Ha estado conmigo desde hace años y nadie me dejará mentir porque lo he probado con mis hechos, no solo con mis palabras”.
Vicentillo evitó con su pacto un proceso en su contra. Eso no lo mantuvo fuera de los juzgados. De hecho, fue la estrella de otro juicio. El 3 de enero de 2019, Zambada Niebla entró a la corte de Brooklyn donde se seguía el juicio del siglo. Al interior del tribunal, le dedicó una sonrisa a Joaquín El Chapo Guzmán.
En un par de explosivas jornadas, Zambada Niebla hizo lo que se esperaba de este proceso, que la mierda llegara al ventilador. Quien fue alguna una vez uno de los herederos del imperio contó durante horas los entresijos de una operación criminal que se extendió durante décadas y que tocó territorios como Honduras, Belice e incluso Brasil. Aseguró que su padre llegó a tener un presupuesto de un millón de dólares para pagar sobornos. En la nómina se encontraban generales del ejército mexicano, quienes le daban información sobre los operativos que podían poner en peligro la droga que se movía por el territorio y rumbo a la frontera en coches, trenes, aviones y hasta submarinos.
“Él no quería testificar en ese juicio”, aseguró el abogado Frank Pérez en mayo de 2019, en lo que fue la vista de la sentencia de su cliente. “Estaba preocupado por las consecuencias (...) pero me dijo que tomó la decisión cuando llamó al Gobierno porque ya no quería formar parte de esta vida. No quería que su familia tenga la misma vida que él tuvo”, dijo el letrado frente a la corte en 2019.
En sus conversaciones con su defensor, Zambada Niebla le confesó lo duro que fue para él ser parte del cártel. Cuando tenía 11 años fue testigo de cómo intentaron matar a su abuela y a su madre. Eso fue solo un anuncio, pues el primer atentado que él vivió en carne propia fue a los 16 años. “Fue el primero de muchos”, le dijo. Por aquellos días, Zambada Niebla estaba conmovido por el hecho de que su primogénito se había recibido de la carrera de diseño de automóviles.
De acuerdo con Pérez, Zambada Niebla vive con pesar por su aparición en el juicio contra El Chapo, donde el nombre de su padre también se mencionó mucho. “Fue muy duro para él testificar contra su padre. Lidió mucho por eso. Después de aquello, escuchó y leyó los artículos que decían que un hijo había traicionado a su padre. Hasta el día de hoy él lucha con esto, y es una situación muy difícil”, indicó el letrado en mayo de 2019.
Vicentillo es hoy hombre libre. La Oficina de Prisiones de Estados Unidos informó en abril de 2021 que el antiguo líder del cártel ya no estaba en el sistema. El acuerdo judicial indica que las autoridades lo seguirán supervisando al menos dos años más. Zambada Niebla ya no debe nada a la Justicia. Ahora es el turno de El Mayo Zambada. Su primogénito puede mostrarle el camino a una sentencia reducida.
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