Raúl Aquiles Delgado, del exilio venezolano a triunfar en la música: “México es el escenario idóneo para el género orquestal y sinfónico”
El violonchelista venezolano, director huésped de la Sinfónica de Minería, habla sobre su exilio y el estado de la música y la cultura en México: “Aquí tenemos escenarios extraordinarios para los conciertos”, afirma
El exilio lo trajo a México, un país que le ha abierto las puertas de sus mejores orquestas y salas de conciertos. El venezolano Raúl Aquiles Delgado (Caracas, 35 años) triunfa como director huésped de la Sinfónica de Minería en una ciudad que, dice, tiene un enorme potencial para la música. Delgado se ha hecho mexicano, pero sus raíces musicales se hunden en una tradición muy fuerte, porque su padre, Raúl Delgado Estévez (fallecido en Ciudad de México en 2019), fue un gran compositor, arreglista y director, de mucha fama en Venezuela. La vena musical también viene de tíos, abuelos, hermanos, una familia que los domingos se reunía en los asados para comer y cantar. De su exilio y su experiencia como músico en México habla en esta conversación el joven violonchelista venezolano, que para la entrevista, realizada en la sede de la Sinfónica de Minería, llega ataviado con una hermosa guayabera confeccionada por su madre, Lucía.
Pregunta. Viene de una familia de músicos. ¿Diría que lleva la música en la sangre?
Respuesta. Sí, porque somos una familia muy musical. Mi tío abuelo fue uno de los grandes compositores latinoamericanos; mi papá fue un gran director de coros en Venezuela y también músico popular. Tenía El cuarteto, un grupo de música venezolana muy conocido. Tíos, primos, hermanos músicos, muchos músicos en la familia.
P. ¿Cómo fue crecer en medio de una familia de músicos?
R. Muy bonito. Hubo mucho juego con la música. Los fines de semana eran de cantar y tocar. En Venezuela se hace asados y los nuestros siempre eran alrededor de la música.
P. ¿Sabía desde niño que se dedicaría a la música?
R. La verdad no. Mi papá no nos impuso la música. Mi hermana y yo en algún momento quisimos estudiar música y ahí sí mi papá tuvo una conversación muy graciosa con niños de unos 8 y 10 años. Nos dijo que si íbamos a hacer músicos tenía que ser algo serio, nos teníamos que dedicar de verdad, porque la gente iba a estar muy pendiente por el apellido.
P. ¿Pesaba mucho el apellido?
R. De alguna manera sí. En mi caso yo llevo el nombre y el apellido de mi papá, Raúl Delgado Estévez, por eso decidí usar el segundo nombre, Aquiles, para diferenciarme un poco, porque mi papá era bastante famoso en Venezuela.
P. Esa fama también pesaba.
R. Algunos maestros en la escuela de música, en el Conservatorio, como que querían comprobar si este familiar tiene el mismo talento del resto de la familia. Por ahí sí era un poquito pesado.
P. ¿Hubo favoritismo por llamarse Raúl Delgado?
R. De algunos maestros quizá sí, pero también te abre un poco las puertas. Yo estaba a una llamada de mi papá para poder ver clase prácticamente con cualquier maestro. Ahí viene la parte difícil, que era justificar ese apellido y esa llamada con dedicación y con disciplina.
P. Entró al Sistema de Orquestas de Venezuela, ese proyecto tan lleno de reconocimiento internacional, del que han salido nombres como Gustavo Dudamel, ¿cómo fue esa experiencia?
R. Muy bonita. La maestra Lourdes Sánchez, quien es la directora del Coro Nacional de Venezuela y es una extraordinaria maestra, fue nuestra profesora de solfeo y de coro en el núcleo que el Sistema tiene en Los Teques, la capital del Estado Miranda. Después nos retiramos un tiempo y empezamos a estudiar en conservatorios que no pertenecían al Sistema. Como a los 16 años entramos otra vez, pero ya no solo viendo clases, sino como formadores. Mi hermana y yo empezamos a dar clases. La magia del sistema es que siempre ha ido creciendo y prácticamente cada ciudad y pueblo tienen su núcleo.
P. ¿Cómo funciona esa magia? ¿Qué impacto tiene el Sistema de Orquestas de Venezuela para los músicos jóvenes?
R. Más que para los músicos jóvenes, el Sistema tiene un impacto en la población en general y, sobre todo, en la población menos favorecida, porque el eje central del sistema no es formar necesariamente músicos, sino el rescate social por medio de la práctica individual y colectiva de la música. La música viene siendo un medio y no necesariamente el fin. Ya cuando el sistema se hace tan grande y se se profesionaliza, en el sentido de que tenemos grandes académicos al frente del proceso filosófico de enseñanza, entonces ahora sí el niño tiene la elección de ser músico o no, pero lo importante no es eso, sino que puede ser lo que quiera, médico, abogado, ingeniero, pero va a ser un profesional con una sensibilidad social y artística diferente a la de cualquier otro profesional.
P. ¿Cómo ha golpeado al Sistema la crisis política, económica y social que sufre Venezuela?
R. El Sistema sobrevive a pesar de todo, y con a pesar de todo me refiero también de cualquier gobierno. Venezuela lleva décadas de gobiernos de debatibles resultados, por decirlo de alguna forma, pero el Sistema siempre sobrevive a eso, porque la gente entiende que cuando trabajas con niños y por los niños siempre es un proyecto que debe sobrevivir. Por supuesto que la crisis política en Venezuela ha impactado mucho, ha generado una diáspora, porque como yo se han ido muchísimos músicos.
P. ¿Por qué decidió salir de Venezuela?
R. La crisis del 2017 estuvo muy fuerte. En las protestas de ese año la situación estaba bastante complicada, prácticamente insostenible. Fue el año en el que se fueron más personas, creo que tres millones, y nosotros fuimos parte de ellos. Otro de los detonantes fue que a un gran amigo de la infancia lo mataron en una de las protestas.
P. ¿Usted participó en esas manifestaciones?
R. Sí, yo participaba activamente en las marchas.
P. ¿Piensa regresar a Venezuela?
R. No, porque ya hicimos una vida en México, somos mexicanos mi esposa y yo. Están aquí mi mamá, mi hermana, mi sobrino y tenemos un bebé mexicano. Me encantaría volver a dirigir las orquestas del Sistema, aunque por diferentes razones de agenda no se ha concretado, pero de volver a hacer vida en Venezuela por ahora no, porque tenemos ya hecha una vida aquí en México.
P. ¿Por qué escogió México?
R. La respuesta lógica en principio a lo mejor era Colombia, por cercanía, por cultura, porque somos muy parecidos venezolanos y colombianos. Medellín tiene un par de orquestas profesionales, Bogotá tiene un par también, pero tenemos un gran amigo que vivía aquí en México, el saxofonista José Antonio Álvarez, y él nos dijo: ‘Mira, aquí la cosa está bastante bien, veo que hay buena movida cultural’. Empecé a averiguar y me doy cuenta de que solo la Ciudad de México tiene al menos seis orquestas profesionales, que es realmente un escenario idóneo para la música orquestal y sinfónica.
P. ¿Fue difícil abrirse espacio dentro de ese escenario en México?
R. Sí, para los migrantes es difícil, porque nadie te conoce; tú puedes ser buenísimo, pero nadie lo sabe. Tuve la grandísima bendición de que me invitara el maestro Carlos Miguel Prieto y la maestra Claudia Hinojosa a dirigir la Orquesta Sinfónica Nacional en febrero del 2018, apenas unos seis meses de haber llegado a México. Eso me abrió muchísimo las puertas. De ahí vinieron invitaciones a otras orquestas, como la Orquesta Sinfónica de Minería.
P. ¿Cómo ha sido la experiencia en Minería?
R. Ha sido muy bonita. Yo empecé primero como director invitado, hice en 2018 cuatro o cinco de los conciertos infantiles que organiza la Orquesta. Ese año hicimos música de Star Wars. Yo soy chelista y cuando hacía falta un chelo para algo que yo no iba a dirigir, me invitaron a tocar.
P. ¿Qué prefiere: dirigir o tocar?
R. Creo que prefiero la dirección, porque realmente es a lo que me dedico más, pero me gusta muchísimo tocar dentro de la orquesta, porque siento que me mantiene conectado con la realidad del músico.
P. ¿Qué es dar un buen concierto para usted?
R. Es llevar la idea del compositor al público. Un buen concierto depende de lo que la orquesta pueda ofrecer, pero también del feedback del público, porque si una orquesta da un concierto que musicalmente se siente que fue bueno, pero a lo mejor el público no lo disfrutó, no creo que sea del todo un buen concierto. El público latino es muy agradecido, pero si la orquesta sintió que no dio lo mejor, tampoco creo que sea un buen concierto.
P. ¿Cómo logra que el público se emocione y responda bien a un concierto?
R. Primero con buena música. Puedes tener la mejor orquesta del mundo, pero si el material no es bueno, no creo que vaya a impactar en el público. El segundo ingrediente es que la orquesta tenga no solo las habilidades musicales, sino también la disposición de presentarle un buen concierto al público. Y creo que el director es el que pone de acuerdo a la orquesta, porque hay diversos criterios. Y por supuesto que un buen escenario es también fundamental. Aquí en México tenemos escenarios extraordinarios.
P. ¿En qué piensa cuando está en el escenario?
R. Pueden pasar muchas cosas. Creo que la música, tanto la dirección como tocar dentro de la orquesta, me ayuda a sentir que estoy viviendo el aquí y el ahora. Puede suceder que vienen pensamientos intrusivos de repente, las cosas más tontas del mundo, como si dejaste la estufa encendida o si le pusiste el seguro al coche, pero se siente muy bonito saber que hay 80 personas dedicadas a lo mismo por hora y media, sin estar pendientes de lo que pasa afuera.
P. ¿Tiene miedo a fracasar?
R. Sí, el miedo al fracaso está latente siempre, pero yo lo combato con estudio, a veces exceso de estudio. Es igual con los nervios. Mi fórmula es que nerviosismo sin preparación se convierte en miedo, y nerviosismo con preparación se convierte en adrenalina y en una energía muy positiva para el concierto.
P. En su momento de descanso, ¿qué música escucha?
R. En este momento escucho poca música, aunque escuchamos de todo en casa. Como latinos nos gusta mucho Juan Luis Guerra, que es uno de mis favoritos. A mi esposa y a mí nos gusta mucho Bruno Mars, fuimos a Las Vegas solo para verlo cantar. Cuando estoy solo, por ejemplo cuando manejo, muchas veces escucho cosas que tengo que dirigir, entonces ya digamos que ahí no hablamos de tiempo libre, sino que estoy buscando referencias para mi trabajo.
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