Tijuana no puede seguir aplazando su problema con el agua
El Gobierno estatal de Baja California ha buscado asegurar que no hay racionamientos en puerta. El lado negativo es que parece que el problema con el agua del río Colorado no existe, provocando la falta de una cultura de ahorro
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Dotar de agua a una ciudad de casi dos millones de habitantes como Tijuana siempre ha sido una gran preocupación. Asentada en una zona semidesértica, con apenas unas pequeñas cuencas hidrológicas cercanas, no tiene fuentes de agua suficientes para su población, ni ahora ni en el pasado. La fuerza de la historia dictó que Tijuana se convirtiera en la urbe más grande del Estado, pero es una ciudad sedienta que ya no puede aplazar la ejecución de proyectos reales para garantizar su abasto en las próximas décadas.
Por resumir décadas de investigación, el abasto de agua a Tijuana tiene tres factores de vulnerabilidad principales:
- Uno, la mayor parte viene de una sola fuente: el río Colorado. Este caudal es también la fuente principal de agua para 30 millones de personas en los Estados de Colorado, Utah, Arizona, Nevada y California, en Estados Unidos. El río Colorado crea la mayor reserva de agua del vecino país: Lake Mead, debido a la presa Hoover, y luego sigue su trayectoria hasta el sur, en donde provee agua a Mexicali, y luego es enviada por ductos a Tijuana y Ensenada.
- La agricultura consume la mayor parte. La zona agrícola alrededor de Mexicali es una zona de intensa producción de cultivos como alfalfa. Se estima que el campo consume 90% del agua que llega del río Colorado, antes de emprender el camino hacia Tijuana, y aquí viene el tercer problema.
- La infraestructura hidráulica tiene riesgos. Para quien conoce la zona, ir de Mexicali a Tijuana requiere pasar por La Rumorosa, esa cadena montañosa desértica de paisajes maravillosos, pero a la vez un dolor de cabeza logístico. Los ductos que abastecen a Tijuana pasan por aquí, y se instalaron en la década de 1960. Nunca fueron objeto de un programa de mantenimiento, por lo que hoy sufren fugas y requieren reparaciones frecuentes.
Al problema del abasto, hay que añadir uno más. Tijuana ha fallado notoriamente en el tratamiento de sus aguas residuales y en su reúso. La población ha sobrepasado la infraestructura de tratamiento, pero además el agua tratada no se reutiliza, sino que se vuelca al océano, no sin antes ser contaminada nuevamente por los recientes asentamientos urbanos, la vivienda irregular e incluso la industria.
Y viene lo peor. Se conoce por lo menos desde 2020: Tijuana, junto con el resto de la zona, está dejando de recibir la dotación total de agua del río Colorado debido a la sequía, y la situación continuará de forma más aguda hasta 2026, por lo menos. El abasto de agua de Tijuana depende del emblemático Tratado de Aguas Internacionales, firmado por México y Estados Unidos en 1944. Entre las muchas cosas que prevé, está la eventualidad de una sequía. Al llegar el agua a cierto nivel en las presas, ambos países se comprometen a disminuir su consumo de agua. Esto está sucediendo desde 2020.
La Comisión Internacional de Límites y Aguas entre México y Estados Unidos (CILA) acordó en 2023 disminuir en 128 millones de metros cúbicos (m3) el abasto de agua hacia México, un récord absoluto en los recortes de agua. Pero además de ello, de acuerdo con la reunión de la CILA en abril pasado, entre 2024 y 2026 México deberá generar proyectos de conservación de agua por 493.396 millones de m3 adicionales a lo ya recortado. A su vez, Estados Unidos contribuirá con 65 millones de dólares para llevar a cabo estos proyectos, de acuerdo con lo que determine la Comisión Nacional del Agua.
A la búsqueda de soluciones
En medio de esta situación, sobran ideas sobre dónde podrían invertirse estos recursos para lograr estos ahorros. El Gobierno del Estado impulsa actualmente el Programa Estatal Hídrico (2022-2027), que pretende cerrar la fecha de años de falta de inversión.
El programa mencionado habla de una inversión por hasta 24.000 millones de pesos (algo más de 1.400 millones de dólares), en 58 diferentes proyectos. Destaca la inversión de 400 millones de pesos (casi 24 millones de dólares) en el acueducto Río Colorado, que por ahora sigue siendo la fuente primaria de abasto de agua para Tijuana y Ensenada.
A futuro, Tijuana y todo el noroeste del Estado dependerán de los grandes proyectos que menciona el Gobierno estatal: las desaladoras. La ampliación de la planta en Ensenada y la puesta en marcha, por fin, del proyecto en Rosarito, así como en San Quintín y la Isla Cedros, podrían en el mediano plazo aportar gran parte del abasto que requiere la región para las próximas décadas.
Gran parte del financiamiento para estos proyectos viene de la emisión del llamado Bono Verde por 3.000 millones de pesos (casi 179 millones de dólares), en diciembre de 2022. El bono, se ha dicho, sería la base para generar inversiones mucho mayores, que permitan la realización completa del Programa Estatal Hídrico. Suena alentador, pero sigue siendo para el largo plazo.
Mientras todo ello sucede, es preciso enfocarse en el uso y ahorro de agua. El Gobierno estatal ha decidido dar confianza a la población en materia de abasto, y ha buscado asegurar que no hay racionamientos en puerta. El lado negativo de ello es que parece que el problema con el agua del río Colorado no existe, provocando la falta de una cultura de ahorro de agua, acompañada de un sentido de urgencia que favorezca su uso racional.
Es positivo que uno de los primeros proyectos del Programa contempla la rehabilitación y ampliación del tratamiento de aguas residuales. Se ha documentado ampliamente a través de diversas investigaciones cómo la actual infraestructura está superada, la falta de reúso y la recontaminación de las aguas tratadas.
Sin embargo, hace falta involucrar más activamente a la población a través de campañas de educación y concientización en el ahorro de agua, porque esto siempre será clave para el buen uso del abasto que venga. El ciudadano debe saber que se trabaja en la solución del problema del agua, pero que ello lo obliga a mantener las mejores prácticas en su consumo.
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