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‘Caso Zaldívar’: la nueva tormenta electoral cabe en un vaso de agua jurídico

La denuncia anónima contra el exministro de la Corte, ahora en el equipo de Claudia Sheinbaum, tiene más de batalla política que de polémica jurídica, sostienen los expertos

Norma Piña en Ciudad de México, en noviembre de 2022.
Norma Piña en Ciudad de México, en noviembre de 2022.Nayeli Cruz
Carmen Morán Breña

El tiempo electoral y una denuncia anónima contra el expresidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, han venido a mezclarse estos días como un cóctel molotov, pero solo hasta que explote el siguiente. El asunto, que todavía es frágil jurídicamente, se ha politizado, sí, por propios y ajenos, pero quizá no ha surgido con intencionalidad de menoscabar la campaña y los expertos consultados sostienen que, en todo caso, no afectará gran cosa. Zaldívar ha pasado casi en un abrir y cerrar de ojos de ser un personaje del Poder Judicial a convertirse en político en el equipo de la candidata oficialista Claudia Sheinbaum. En su etapa en la Corte dejó algunos resquemores, como político le falta oficio, dicen. Y todo ello se ha conjurado para esta tormenta política, “que no es más que un huracán en un vaso de agua”, en palabras de la abogada constitucionalista Melissa Ayala.

En el ecuador de la campaña electoral que este junio decidirá quién es la nueva presidenta de México, una noticia corrió como la pólvora estos días: el Poder Judicial abría una investigación contra el ex ministro presidente Arturo Zaldívar, una figura polémica. El asunto se filtró a los medios de comunicación y pronto salieron a relucir nombres de altura relacionados con el Gobierno y mañas judiciales para presionar a jueces que recaían sobre todo en el equipo de Zaldívar cuando presidió la Suprema Corte. El asunto, de alguna manera, era llover sobre mojado, porque ya muchos insinuaban que el ministro en retiro había sido una especie de brazo jurídico para sacar adelante algunas medidas del Andrés Manuel López Obrador. Sorpresa no había en este punto, puesto que el propio presidente en una de sus conferencias matutinas insinuó que la relación que mantuvo con el Poder Judicial en este tiempo fue satisfactoria, de diálogo y vínculos constantes con el ministro. Pero la denuncia lo magnificó todo.

“Lo que se filtró a la prensa es muy limitado y no se sabe aún nada de pruebas, no creo que se pueda hacer todavía una afirmación categórica de que Zaldívar incurrió en irregularidades, está más enfocado a sus colaboradores”, dice el jurista Javier Martín, de la UNAM. Pero pronto Zaldívar salió a decir que era una venganza de la nueva presidenta de la Corte, Norma Piña, con quien no mantiene las mejores relaciones. La candidata Sheinbaum lo defendió y lo mismo hizo el presidente López Obrador. Cree también Tito Garza Onofre que lo que están haciendo Zaldívar es aprovechar “un momento de oro para estar en el centro de la opinión pública, para victimizarse, echarse al suelo a hacer berrinche”, porque su escasa trayectoria política no le daba los resultados requeridos, por más que últimamente fuera contertulio y algunas otras cosas más, opina Garza Onofre, miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. “Cada dos semanas salta un escándalo, y él estaba descolocado en su rol político”, añade.

En todo caso, el tiempo de la denuncia no ha sido el mejor, en pleno proceso preelectoral siempre son armas para el adversario, sostiene Melissa Ayala. Su propia salida de la Suprema Corte fue algo inédito, sin haber concluido su mandato como dicta la Constitución. “Estamos todos con los pelos de punta en estos meses, creo que debemos dar un paso atrás y analizar. Creo que la Suprema Corte ha cometido un error al no salir de inmediato a explicar lo que estaba pasando y esperar días hasta emitir un comunicado; la filtración fue otro error, del que no cabe buscar culpas en los medios de comunicación, desde luego”, afirma Ayala. “Pero si algo caracteriza a Piña es la cautela, es prudente y prefiere tardar a decir algo inadecuado, el propio comunicado lo es”. En eso coincide también Garza Onofre: “La Corte ha sido muy institucional. Piña no se ha enganchado, sus comunicados son técnicos”, afirma.

Pero es difícil no ver fantasmas de ese lado, después de la salida del ministro de la Suprema Corte y cómo se abonó enseguida a las proclamas morenistas sobre la necesidad de reformar el Poder Judicial y críticas hacia determinados privilegios que él mismo había obtenido, como un sueldo vitalicio y otras prestaciones. Ahora se plantea por parte de la candidatura morenista una posible separación de la Suprema Corte y el Consejo de la Judicatura, que siempre han estado presididos por una misma figura. La cara de esas reformas judiciales en el equipo de Sheinbaum es Zaldívar y algunos incluso sospechan que él podría estar pendiente de pasar a presidir el Consejo llegado el caso. Todo esto, sin duda, puede levantar ampollas entre sus antiguos colegas, con quienes no tiene la mejor de las relaciones. El golpeteo incesante del presidente de la República en este sexenio contra “la casta” y el “Supremo Poder Conservador, corrupto y podrido” se coronan con esta crisis, cuando la reforma judicial aún está por resolverse en el ámbito legislativo y casi a caballo entre dos sexenios.

Otros casos, como el de la ministra Yasmín Esquivel, denunciada por plagio en la tesis de su licenciatura décadas atrás, plantean a la Suprema Corte la necesidad de diseñar mecanismos para procesar a un ministro en activo, algo inédito. Ahora se abre otro frente: ¿se podrá procesar también a ministros en retiro, como es el caso de Zaldívar? No son pocos los frentes que Zaldívar tiene abiertos en la Corte como para no sospechar que los tiros contra él partan de ahí, pero aún se está frente a una denuncia anónima “que tiene un larguísimo recorrido”. “Faltan muchos matices”, dice Ayala. “En todo caso, no cabe abrir un juicio político contra él porque aún no existen elementos para ello. Las herramientas del derecho se están desvirtuando”, afirma. Aunque quizá la Suprema Corte se ha hartado de tantos ataques, que también llegaron por parte de la ministra Lenia Batres, que entró a sustituir a Zaldívar con fuertes ataques a los privilegios de sus compañeros, en la línea del presidente.

Hay un ángulo que tampoco se descarta del todo, el fuego amigo, que en política es bien común. “Hay voces al interior de Morena que no ven con buenos ojos a Zaldívar y el partido cuenta con cuadros valiosos que podrían hacer igual o mejor que él la encomienda que tiene en la campaña. Aferrarse en defensa del exministro puede pegar al discurso anticorrupción de Claudia Sheinbaum”, sostiene Garza Onofre. Y añade Javier Martín: “Yo no tengo elementos para hablar de fuego amigo, pero sí puedo entender que sectores de Morena con congruencia ideológica vean con recelo a una persona que es una veleta política”. Martín recuerda que Zaldívar proviene de clases acomodadas y altas cunas jurídicas, las mismas de las que proceden el expresidente Felipe Calderón y su esposa, Margarita Zavala. Fue Calderón quien lo propuso para entrar en la Corte. “Nunca fue un abogado de causas sociales, sino que trabajó con éxito a favor de grandes empresas; este giro hacia Morena tiene apenas seis años y es más pragmático y estratégico”, opina Martín. Cree que la denuncia anónima es todavía algo pequeño que el protagonista ha hecho grande. “Ha aprovechado para decir que está en el lado correcto, en el de Morena”, critica el jurista.

De cualquier forma, no cree que esto vaya a cambiar el rumbo de la campaña y el resultado en las urnas. Lo que revela, al parecer de Martín, es, de nuevo, el poder del presidente Obrador, “que aspira a controlar la próxima legislatura, antes de que concluya su mandato en septiembre”, afirma. Garza Onofre abunda en ese flanco. “Semanas atrás, cuando el presidente confesó en la Mañanera que se entendía bien con Zaldívar y que le decía que a los jueces había que dictarles cómo hacer justicia, entendí que le estaba recordando a Zaldívar que si creció fue por él. Pero viendo la defensa que hace ahora del exministro, ya no entiendo a López Obrador, claro, que ya es tarde para entender a este presidente”, dice con una sonrisa telefónica.

“El tema está muy politizado y no es político”, rechaza Ayala. “Ni siquiera debería preocuparnos, solo darle trámite a la denuncia”. “Todos y todas lo hemos politizado, la opinión pública también lo ha hecho. El presidente López Obrador ni siquiera está en ese asunto ahora, yo creo, lo veo muy aparte. Yo sus palabras en la Mañanera las interpreté como diálogo lógico entre poderes, nada más”, Y vuelve a su idea inicial, “esto no es más que una tormenta en un vaso de agua”.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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