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Radiografía de la precariedad laboral: más trabajo con menos prestaciones para las mujeres en México

Aunque la participación económica de las mujeres ha aumentado, la mayor parte lo hace en el sector informal y con salarios inferiores

Darinka Rodríguez

Las condiciones de trabajo para las mujeres en México siguen siendo precarias pese a años de esfuerzo para conseguir equidad. La participación económica de las mujeres en el mercado formal ha ido aumentando en los últimos años, pero sigue siendo inferior a la de los hombres, mientras que millones se desempeñan en la informalidad para poder realizar labores de cuidados que, en la mayoría de los casos, no se pagan.

Las últimas cifras de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), para el cuarto trimestre de 2023, publicadas por el Inegi dan cuenta de que la mayor parte de las mujeres que realizan cuidados y tareas en el hogar, no reciben ninguna remuneración. Hasta finales de año, 17,2 millones de mujeres se dedicaban exclusivamente a los cuidados domésticos y de personas, en contraste con los 992.000 hombres que lo hacen de modo exclusivo.

Sin estas labores, la economía de México podría considerarse paralizada. Si las labores de cuidado del hogar tuvieran un valor económico, sería de 7,2 billones de pesos, es decir, 24% del Producto Interno Bruto del país, de acuerdo con estimaciones del Inegi y retomadas por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). “Yo hago mi trabajo con gusto, pero a veces siento que no se nos toma en cuenta”, dice Amalia Téllez, una mujer dedicada desde hace 16 años a cuidar de su familia al sur de la ciudad.

Mujeres en el mercado laboral: trabajadoras pero mal pagadas

La lucha por la igualdad en el trabajo apenas ha mostrado cambios, al menos en cuanto al sector formal se refiere. En 2013, la tasa de participación económica femenina (el porcentaje de la Población Económicamente Activa que tiene un empleo formal) fue cercana al 44%, y una década más tarde, esa participación apenas ha crecido 1,6% para ubicarse en 45,5% del total de la fuerza laboral del país.

En contraste, la participación de los hombres en el mercado formal alcanzó el 77% a fines del año pasado. Según el IMCO, a este ritmo, tomaría 119 años que las mujeres alcancen la tasa de participación económica de los hombres.

Siguiendo en línea con las mujeres que han logrado conseguir y mantener un empleo en el mercado formal, la brecha salarial que padecen por realizar los mismos trabajos que los trabajadores hombres, sigue siendo abismal. Según las últimas versiones de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los hogares (ENIGH), en promedio, las mujeres ganan 6.360 pesos al mes, mientras que los hombres reciben 9.762 pesos, una brecha salarial de 35% al finalizar el año pasado y una diferencia 13% menos si se compara con las cifras de 2020.

Del otro lado del panorama, el mercado informal sigue siendo una alternativa para las mujeres que requieren de un ingreso constante, pero que no pueden con las restricciones del mercado formal. “Dejé mi trabajo y ahora me dedico a las ventas en mis tiempos libres”, dice Erika Rodríguez, de 36 años. “Cuando terminó la pandemia me exigieron regresar a la oficina, pero ya no pude relegar el cuidado de mis hijos”, relata en consulta.

El mercado informal está conformado por 55% de mujeres que tienen un empleo dentro de este sector, en comparación con el 45% de los hombres en esta misma situación. “Esto implica que más de la mitad de las trabajadoras en el país no tiene certidumbre jurídica, carece de acceso a servicios de salud y no cuenta con prestaciones laborales”, menciona el IMCO.

Patricia Pérez Solernou, abogada y docente de la Escuela Bancaria y Comercial, indica en entrevista que buena parte de las mujeres en el país no tienen otra elección más que la informalidad. “Muchas mujeres buscan un empleo formal, pero que no tienen el acceso porque no se les brindaba la flexibilidad suficiente para poder atender las labores del hogar tradicionales, y se complica más si son madres”, dice. “Es un tema en el que hay mucho todavía por hacer, porque pocas empresas brindan la posibilidad de poder elegir, aunque tengan la posibilidad en muchos casos de realizar el trabajo a la distancia”, señala.

El desempleo las golpea más

No contar con ninguna fuente de trabajo es un problema más arraigado para las mujeres. De acuerdo con un reporte elaborado por la asociación Acción Ciudadana frente a la pobreza, 21,5 millones de mujeres están excluidas del mercado laboral, ya sea porque están desempleadas, pero con disponibilidad para trabajar, pero que son relegadas.

Un informe elaborado por el Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM indica que las tasas de desocupación real para las mujeres suelen ser más profundas y contrastantes por género, al tomar en cuenta la metodología de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y relacionarlas con los datos de la ENOE del Inegi.

Paulina Gutiérrez, coordinadora de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, indica que la inclusión económica de las mujeres y la equidad en su situación laboral requieren de diversas medidas legislativas y de política pública, sobre todo en concretar un Sistema Nacional de Cuidados. “Dicho sistema requiere construir infraestructura suficiente de servicios, entre los que destacan las estancias infantiles, pero también de cuidado para personas con discapacidad, para personas enfermas y para personas adultas mayores”, menciona.

Téllez y Rodríguez, dos mujeres que han topado con una realidad hostil para las mujeres en el mundo laboral, creen que aún queda mucho por hacer para que haya una verdadera equidad. “Que el trabajo sea justo, no se pide otra cosa”, reflexiona Rodríguez al recordar su paso por el mercado laboral formal un día antes de que se lleven a cabo las protestas por el Día Internacional de la Mujer.

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Sobre la firma

Darinka Rodríguez
Periodista nacida en Iztapalapa, en Ciudad de México. Es licenciada en Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (2006-2010). Formó parte del equipo de Verne México desde julio de 2017 y en 2021 se sumó a la redacción de EL PAÍS México. Le apasiona andar en bicicleta.
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