Ana Castella, directora de Salón Acme: “Una de nuestras misiones es crear un espacio donde el arte se sienta accesible y divertido”
El proyecto, que incluye artistas nacionales e internacionales, participa en la semana del arte en Ciudad de México con una propuesta que quiere mediar entre el público y el artista para llegar a más personas
La gran casona antigua que alberga Salón ACME en el corazón de Ciudad de México es un laberinto de rincones llenos de luces y de matices que mezclan el pasado, el presente y un futuro imaginario y estrambótico en sus muros. Ana Castella, la directora de esta plataforma artística, construida en el emblemático Proyecto Público Prim —dos antiguas mansiones adosadas— recorre las escaleras secretas, a la vista del público, como si las conociera de memoria. Como si pudiera hacer ese mismo paseo con los ojos cerrados. De fondo, el trajín de trabajadores y escenarios, materiales y texturas revolotean y se intercambian entre el paisaje que precede a la gran apertura de sus puertas para la semana del arte en Ciudad de México. Es la edición número 11 de esta plataforma, la primera con el liderazgo de Castella, quien había colaborado ya en capítulos anteriores como curadora invitada.
La formación artística de Castella, recuerda, le viene desde la cuna. Es hija de un arquitecto y de una historiadora de arte. Es graduada de la Universidad de Londres Central Saint Martins en Arte, Diseño y Entorno. Y también estudió Administración Hotelera en la Universidad Iberoamericana. En conversación con EL PAÍS y en el marco de la semana del arte, Castella habla sobre el camino que la llevó a estar al frente de Salón ACME; las preocupaciones de las nuevas generaciones de artistas y la intención del proyecto para mediar y convertirse en un puente en el que los artistas y los diferentes públicos confluyen.
Pregunta. ¿Cuál ha sido ese camino en el entorno del arte que le ha conducido a Salón ACME?
Respuesta. En el momento de elegir estudios académicos y universitarios, me fui más por la parte de la hospitalidad, pensando mucho que era un motor muy fértil de trabajo en México, a finales de los años noventa. La vida me llevó por muchos lados, pero acabé en Londres una década completa, donde trabajé en una galería estupenda y me metí de lleno al arte contemporáneo a escala internacional. Me di cuenta de que la hospitalidad es un componente importantísimo, de todo lo que se hace con arte, o las exhibiciones, las ferias, tener una galería, yo digo que el 70% u 80% es recibir a la gente, tener tiempo con ellas, explicarles y agradecerles esa generosidad de tiempo. Pasé por galerías comerciales, luego trabajé con José García un par de años, estuve un tiempo en el Museo Tamayo, y durante la pandemia me buscó Salón ACME para curar proyectos.
P. ¿Cómo ha sido esa experiencia con los artistas y el trabajo en un lugar como Salón ACME?
R. Lo primero que entendí es que me gustaba mucho trabajar con una generación de artistas más jóvenes, que estuvieran en la periferia del mercado, haciendo cosas con pocos recursos, en ciudades como Bogotá o Buenos Aires, que no son ni Nueva York, ni Londres —que yo venía mucho de eso—, y empiezo a ver que esa es mi escena, Latinoamérica. Y por eso Salón ACME me hace todo el sentido, porque es la plataforma para dar visibilidad, impulso a toda esta generación de artistas, que apenas están emergiendo, o que son emergentes; que no están todavía dentro de una plataforma comercial, y que también tienen un aspecto de hospitalidad muy importante; que sale del formato convencional del cubo blanco o el centro de convenciones o la galería comercial. Es un híbrido muy interesante. El espacio también se vuelve muy relevante, y no solo porque la casa impone, sino hacer sentir el patrimonio histórico, y arquitectónico de Ciudad de México, y trabajar con él, rescatarlo, poner en diálogo el arte con el espacio, ese también fundamental.
P. ¿Cuál diría usted que es el lugar que ocupa Salón ACME dentro de todo el universo de ofertas de espacios en esta semana del arte?
R. En una semana en la que hay tanta oferta y los espacios de las galerías que ya conocemos, también hay proyectos solo por la semana, las ferias, y no solo Zona Maco, ni Material; sino que también está QiPO, BADA, Siempre Sí, todo es muy vasto. Pero creo que Salón ACME con su edición 11, ha mantenido siempre este formato de la convocatoria abierta, que no sucede en otros espacios, y que es la razón de ser del proyecto. Este año recibimos 1.800 aplicaciones de todo el mundo. Se hizo primero una lista corta que pasamos a nuestro consejo curatorial —que cambia cada año—, y ellos hicieron una evaluación y nos quedamos con 80 artistas. Ese filtrar, de año con año, creo que es único, porque nos habla de preocupaciones muy importantes, que están trabajando los artistas de todo el mundo. Recibimos aplicaciones de lugares remotos como Yakarta o Ucrania. También la visión curatorial que cambia, y que al final sí se trata de arte emergente.
P. ¿Qué han visto en todas esas 1.800 aplicaciones? ¿Cuáles son las inquietudes de los artistas?
R. Las preocupaciones con la Inteligencia Artificial, de las máquinas, la tecnología, quién va a hacer arte, qué es. Ese cuestionamiento está muy presente este año. También están los temas de frontera, de migración, de identidades nacionales. O las más clásicas como qué es el retrato hoy en día, revisitar técnicas más tradicionales; también cosas sobre la identidad nacional cruzada por la violencia. Definitivamente, tenemos aspectos que tienen que ver con el cuerpo que yo creo que vienen de la pandemia. En el patio escultórico este año lo hace Jerónimo Reyes-Retana. Él nos presenta una propuesta que habla sobre el agua, su consumo y circulación, en un momento de cambio climático y de crisis climática. Y también tenemos siempre un Estado invitado que es el componente importante que ha sido parte del salón desde la primera edición para descentralizar la mirada capitalina.
P. ¿Cómo es esa selección y cuál es el Estado invitado este año y lo que se podrá ver sobre él?
R. La selección la hace un consejo interno fijo. Empezó con Jalisco, que hacía mucho sentido porque gran parte del equipo fundador es de allá, y luego se presentó Michoacán, Oaxaca, lugares que eran evidentemente robustos en su creación cultural y la idea es visitar todas las entidades del país. Nuevo León es el seleccionado. Es un Estado muy importante. ¿Y qué más podemos hacer con Nuevo León que no solo se queden una sala? Pues generalmente se invita una curadora o un curador de ese Estado para las piezas. La muestra del Estado tiene que ver con el paisaje, se llama El horizonte no es una línea recta y es curada por Abril Zales, que es de allá. Nuevo León es mucha música con las cumbias rebajadas, o su tradición gastronómica, la identidad norteña es muy fuerte y queremos integrar todo eso a través del Salón. Hay una noche dedicada al Nuevo León a través de la creación musical y también su gastronomía.
P. ¿Por qué de entre toda la oferta de estos días en cuanto a arte en Ciudad de México, el público tendría qué venir justamente a Salón ACME?
R. En Salón ACME una de nuestras misiones es mediar arte más. Es crear un espacio donde el arte se sienta más accesible, más divertido. No que sea fácil, pero sí que pueda ser algo entretenido que puedas compartir con tu familia, con tus amigos, en un espacio donde te puedes relajar. Entonces, es eso, invitar a la gente a que haga preguntas, de por qué esta pieza aparece con otra, o recibir todas estas sugerencias para que la gente llegue a sus propias conclusiones. Que las personas se den cuenta de que en el arte no hay bueno o malo. Aquí queremos que sea una experiencia integral, amena, hospitalaria y divertida. Celebrar el arte y estar en un lugar como este para hacer comunidad.
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