Andrés Roemer, más cerca que nunca del banquillo de los acusados
El exdiplomático mexicano ha sido detenido en Israel, donde se cursa una orden de extradición que resolverá un tribunal de Jerusalén a partir del 15 de octubre
Andrés Roemer es ya, en el imaginario público, solo una suerte de depredador sexual de quien las últimas noticias señalan su probable extradición a México para ser juzgado por cinco causas de violación a jóvenes mujeres. “Ahora te linchan igual si echas un piropo que si descuartizas a una persona”, se defendía en declaraciones a este periódico en febrero de 2021, cuando el escándalo en las redes sociales lo acorralaba y él ignoraba entonces que sería para siempre. Al poco huyó a Israel, un natural país de refugio para quien tiene orígenes judíos y donde no hay tratado de extradición con México. Mientras la justicia mexicana trataba de sentarlo en el banquillo de los acusados, permanecía lejos y gozaba de cierto prestigio, pero su pasado glorioso se iba desdibujando, apartado de todos. Este martes, la Policía israelí ha confirmado que Roemer se encuentra detenido en la Fiscalía de Jerusalén y que permanecerá allí hasta el próximo 15 de octubre.
Ya no era el diplomático de la Unesco, ni el catedrático, ni el asesor político de Salinas Pliego, ni el escritor de varios libros, ni el laureado conductor de programas de televisión. Ya fue, dicen en México cuando algo está acabado o alguien muere. Roemer ya fue para muchas de las empresas que fundó, impulsó y desarrolló, y que le reportaron dinero y reconocimientos de toda clase. La anunciada extradición, aún pendiente de flecos jurídicos, lo devolverá de nuevo a la luz pública, pero ya solo será Andrés Roemer, un hombre ante los jueces.
Andrés Isaac Roemer Slomianski tuvo un abuelo alemán, director de orquesta y de orígenes judíos que le obligaron a emigrar cuando los nazis arrasaron media Europa, razón por la cual, su nieto nació en la capital mexicana hace ahora 60 años. El muchacho fue un buen estudiante que se graduó en Economía y Derecho con brillantez y honores. Solo era el principio. Completó estudios en Harvard, Berkeley y fue profesor en los mejores escenarios académicos. Política, economía, crimen organizado, derechos humanos, liderazgo, recursos hídricos, diplomacia, no había materia de la que su currículo no sacara provecho.
Fue precisamente la carrera diplomática, primero cónsul general de México en San Francisco y después embajador ante la Unesco, la que le jugó una mala pasada. El sentido de su voto, a favor de las tesis de Israel, no era acorde con lo que defendía el gobierno mexicano, y fue destituido de ese último destino. Pero sus éxitos de todo orden continuaron. Los últimos 20 años antes de huir a Israel, su vida pública, brillante y famosa, escondía un oscuro sótano, el de su casa, bien equipado para sus libidinosos acercamientos, donde acosaba y abusaba de mujeres jóvenes a las que conocía aquí y allá y a quienes prometía mejorar su vida laboral.
Así lo relataron hasta 61 víctimas, cuyos testimonios recopiló la organización Periodistas Unidas. Muchas de ellas pasaron por aquel sótano con alcohol y pantalla de cine, luces tenues y música. En algún caso, Roemer llegó hasta el final. Se subía el pantalón y enviaba a una mujer destruida y culpabilizada de regreso a casa, incluso le ofrecía dinero: “La próxima cómprate un vestido caro para mí”, le dijo a una de ellas. Su fama parecía entonces invulnerable. Pero no calculó que, años después, ya estaba en los tiempos del Me Too. Aquellas jovencitas que conocía en el festival para mentes brillantes Ciudad de las Ideas, que se celebraba en Puebla, el que fundó con su socio el magnate mexicano Ricardo Salinas Pliego, se hicieron mayores y sacaron los dientes. “Hace 10 años no existía toda esta conciencia que hay ahora. Yo solo lo veía como un hombre importante que me decía que iba a llegar muy lejos con su apoyo. Hacía tres o cuatro años que tenía ganas de denunciar, pero no quería hacerlo sola, quería estar acompañada. Y sabía que no era la única. Somos tantas…”, confesaba a este periódico una de las agredidas, en febrero de 2021.
Cuando huyó a Israel, las víctimas pidieron en la embajada de ese país en México su extradición y avisaron de que el señor que se refugiaba allí de la justicia no era solo el profesor, economista y escritor, sino un depredador sexual al que se apodó pronto el “Weinstein mexicano”, tantas eran las víctimas que recordaban aquel sótano. También lo solicitó la Fiscalía. Pero los avances diplomáticos no llegaban. Roemer era uno más de los perseguidos por la justicia mexicana que encontraba domicilio en Israel por un tiempo que se hacía eterno para las víctimas. Altas autoridades viajaron recientemente a aquel país para buscar la extradición de Tomás Zerón, buscado por su implicación con el caso Ayotzinapa, la desaparición hace nueve años de 43 estudiantes. O quizá convertirlo en testigo protegido. Que el país hebreo concediera la extradición de Zerón restaba esperanzas a las víctimas de Roemer. Pensaban que su caso nunca sería tan importante para el Gobierno mexicano si podía lograr la caza mayor: extraditar a Zerón.
Si algo ha cambiado en la relación de ambos países a este respecto se desconoce por ahora. En la embajada israelí en México han declarado este lunes que su país no es un “refugio para criminales”, según recoge la revista digital Proceso, donde han explicado que el gobierno hebreo ha llevado el caso Roemer con toda seriedad, y “así continuará haciéndolo en el futuro”.
Roemer, esa fue la sorpresa del lunes por la mañana, ha sido detenido en Israel y el departamento internacional de la Fiscalía del Estado presentará una petición de extradición al Tribunal de Distrito de Jerusalén, que tendrá que decidir sobre el asunto. El presidente del Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, se ha mostrado optimista y las víctimas, también. Ven, más de dos años después de que se dictaran las órdenes de aprehensión, cómo se abre una puerta para sentar al acusado de cinco violaciones en el banquillo. El exdiplomático, que no ha dejado de tuitear en este tiempo, no está falto de abogados, pero su probable vuelta a México amenaza con acabar para siempre con sus días de vino y rosas. Andrés Roemer ya será, quizás, solo un hombre ante el juez.
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