El Muertho de Tijuana: “Si estás feo como yo, la vida es muy perra, en este mundo manda el aspecto”
El rockero ensaya frenéticamente para su tercer disco y quiere culminar su carrera en la Ciudad de México
Por las calles de Tijuana camina un personaje diabólico con la cara pintada como un payaso triste y una peluca sintética de color brillante. Todo lo demás es negro hasta las botas. Arrastra la guitarra enfundada y el viento ahueca su larga chamarra de cuero. Jesús Hernández quiso ser futbolista, pero fracasó con los pies; la chapa de los coches en el taller mecánico le dejó cicatrices en las manos, así que las posó sobre el teclado y compuso canciones provocadoras que lo mismo alaban a Cristo que abominan de Dios con la lengua hecha una burla; como le dicte su ánimo, donde un día impera la luz y otro, las sombras. La música le puso la máscara y le convirtió en El Muertho de Tijuana, un rockero underground que vivió un éxito tardío y se hizo grande entre quienes disfrutan en las tinieblas de locales urbanos de presencias siniestras en el escenario. Está preparando su tercer disco. Hace 57 años nació en las áridas tierras de Chihuahua un niño “muy feo”, que sufrió los sinsabores del rechazo. Sus hermanos se criaron hermosos.
Pregunta. Le pusieron Jesús.
Respuesta. Malamente. Los hombres somos malignos, echamos a perder el nombre del Nazareno.
P. ¿Por eso eligió El Muertho?
R. Eso fueron mis compañeros músicos. Me querían poner la Momia y una señora dijo, no, parece que está muerto, pónganle así. Toda mi vida ha sido bullying, no solo en la escuela, también familiar, normalmente los hermosos acosan a los feítos.
P. ¿Tan feo era?
R. El que más del planeta. Quisiera yo ver a Ricky Martin con mi face, a ver si lo aguantaba. La peor maldición en esta Tierra es ser feo, como te ven te tratan; si estás feo como yo, la vida es muy perra. Una vez que mi mamá me estaba haciendo cariñitos, una amiga le dijo: ¿por qué está tan feo ese niño, doña María? Nunca se me olvidó, tenía unos cuatro años. Yo de niño fui enfermizo, y nunca embarnecí. Pero bueno…
P. ¿Por eso la pintura de la cara?
R. Fue más bien un descaro, ¿soy feo, cabrones? Pues ahí les voy, para ser más feo. Al cabo ya no tengo nada que perder. A veces le reclamo a Dios y le digo: te pasas, te pasas, nos pones pruebas extremas que nos rebasan.
P. ¿Le pesan los años?
R. Depende, yo hubiera querido empezar mi carrera a los 20 y la empecé a los 47. El taller mecánico no era mi lugar. Me enfermé y ya no pude trabajar y me fui con mi teclado a un tianguis. Antes me daba miedo, pero cuando no hay para comer el miedo se te va. Mejoró mi vida desde entonces. Yo quise ser futbolista, pero como no triunfé, me fui a Puebla de tragafuegos, porque quise volver al fútbol pero nadie me patrocinaba, buscaba un dinero fácil.
P. ¿Quién le enseñó a tocar el teclado?
R. En la Iglesia evangélica, en Ciudad Juárez y luego en Tijuana. Fui evangélico siete años.
P. ¿Y ahora qué es?
R. Antes era fanático, no escuchaba radio, no miraba televisión, pura Biblia, ahora soy librepensador. Desde niño soy un adorador de Jesucristo, de adulto me capturó la Iglesia evangélica, y lo agradezco, aprendí cosas bonitas, en todos lados está la luz y las sombras.
P. Sigue siendo muy creyente.
R. Sí, de Jesús, y más ahora que se confirmaron mis sospechas: yo creía en un Cristo risueño y humano, muy a toda madre, y eso me lo confirmó J. J. Benítez con sus series del Caballo de Troya.
P. Pero dice que Jesucristo también le hace pasar por pruebas crueles.
R. Yo hago una separación entre Cristo y Dios padre. A Cristo también tocó sufrir pruebas terrenales. Quiero componer una canción que diga: ‘Eres un humano sudoroso’... Estamos muy lejos de los seres espirituales, divinos, que existen en otras dimensiones, somos carne maloliente que tenemos que estarla bañando constantemente. Nuestra naturaleza es, como dice Caballo de Troya, la más primitiva del universo entero.
P. Pero el ser humano, tan primitivo, hace la música, algo sublime.
R. Imagínese los otros seres qué podrán hacer. Veo las injusticias de la humanidad, cuánto tiempo nos han robado los políticos, la policía te miraba y a ver, ven para acá, te subían a la patrulla y te llevaban a la cárcel, por nada, los encargados de cuidar a la sociedad, son los que más violan la ley. Eso da idea del mundo injusto, en muchas cosas, en otras no. Ves el jaguar cómo agarra al venadito y se lo come. Tenemos que sobrevivir. No estamos en una dimensión muy luminosa.
P. En alguna entrevista dice que tenía muchas esposas.
R. Fue una etapa, cuando empecé con El Muertho conseguí la atención de las mujeres y me di vuelo, porque nunca las tuve. Pero hay que elegir entre la adolescencia eterna o llevar el personaje un poco más lejos. No le quise dejar morir, le di más vida al muerto.
P. Se salió del evangelismo porque se enfadó con un pastor.
R. Lo sorprendí haciendo sus cosas en la iglesia con una chica a quien yo pretendía, se desaparecieron un tiempo, la llevó a Estados Unidos y la embarazó, pero ya antes de eso traía pleitos con él, porque predicaba mucho los apóstoles y yo le decía que predicara a Jesús. ‘Es lo mismo’, me decía. Pues no, el apóstol Pablo es un estúpido que nada más está exigiéndole a los seres humanos perfección. Pero la gota que colmó el vaso fue llevarse a la chica a Estados Unidos, la regresó con un bebé igualito que él, con la cara del pastor.
P. Le gusta el sexo. Los dos sexos.
R. Yo no creo en etiquetas, sino en energía. Hombres y mujeres experimentan la misma sensación en el orgasmo, el vuelo hasta el cielo. Las etiquetas las ponen los sacerdotes y el Estado.
P. ¿Se considera antisistema?
R. Parte, no puedo ser un fanático, que es lo que critico. Hay cosas buenas del sistema: los Juegos Olímpicos, los Mundiales de fútbol, los conciertos grandes de rock, el sistema los organiza. Es una mezcla de profetas revolucionarios como yo y de magnates que solo quieren dinero.
P. Manda felicitaciones por san Valentín, ¿cree en eso?
R. Sí, sí creo. En parte es consumismo, pero sirve para cosas buenas, la emoción, el romanticismo, una excusa sana para apapacharse, quererse. Siempre quiero ver con ojos infantiloides, no intelectualoides, que son muy desconfiados, limitados y exigentes.
P. Para desconfiado, usted, que no se fiaba ni de esta entrevista.
R. Tengo también mi perfil oscuro, flaca. Pero trato de que se imponga el luminoso, infantiloide.
P. ¿Hijos no tiene?
R. Gracias a dios no pasé nunca por ese trauma. No tendría la libertad de mentalidad que tengo, no hubiera creado mis canciones. Es una responsabilidad que los rockanroleros no necesitan.
P. ¿Qué anda haciendo con la música?
R. Pues le agradezco al covid esa pausa, porque cuando tocaba con otras bandas en México me decía, qué diestros, qué técnicos. Y me puse a ensayar, no tocaré como ellos, pero haré algo más decente. Estoy ensayando a marchas forzadas, esta mano ya no la aguanto de tocar. Con la guitarra, el teclado ya lo grabé en pistas. Ese es mi apuro, que mi técnica quede lista en tres meses.
P. ¿Ahora vive solo?
R. Tengo una novia virtual. Ya después que tenga mi título de músico a ver si la novia se hace personal. Me está esperando. Mis planes son irme a la Ciudad de México, lo que me falta de vida desarrollarlo ahí. Allí hay más movimiento.
P. Y eso que Tijuana no es cualquier cosa.
R. Sí, lo que pasa es que me negaron la visa, quería ir a Estados Únicos, pero me quitaron 4.000 pesos, los desgraciados, y no me la dieron, lo de siempre, la fealdad, te pasan a la entrevista con un pinche culero… Yo no iba maquillado, pero me rasuro las cejas, aún así traté de medio presentarme, pero… en este mundo el aspecto manda.
P. ¿Ya no toca en las calles de Tijuana?
R. Ahora no me interesa ganar plata, sino mi técnica, no quiero quedarme en un mediocre. Tengo dos discos, uno lo cobro en Spotify y otro se quedó mi manager con él, es muy común, el manager se queda con el disco y el músico, vestido de alborotado. Lo tomo como aprendizaje, la música brilla más cuando estás sobre la tristeza, la derrota. Mi tercer disco se va a llamar La ratita y el Muertho en concierto, ya estoy por terminarlo.
P. ¿Y quién es la ratita?
R. Se quedó en la casa ahorita, es muy inoportuna, muy metiche… Es un peluche que cobra vida y voz y me acompaña a cantar algunas canciones. Pero me contradice, por ejemplo, digo cualquier cosa y me corrige: ‘viejo loco, no le hagan caso’ [imposta la voz].
P. ¿Pero no hay que ser triste para ser rockero, verdad?
R. Hay un rockanrol depresivo, que lo escuchas y te bajoneas, otro agresivo que parece que te están regañando, ya está bien, y otro, rítmico, alegre, como los Beatles. Scorpion tiene unas canciones muy depresivas…
P. Tampoco es que sus letras sean muy alegres.
R. En mi defensa puedo decir que las hice inconscientemente, así me salieron. Lo malo es que no veo mucho de dónde tirar para la alegría… Estoy componiendo una que se llama Yo soy el diablo, la reina de las depresiones, soy el diablo, envidioso, celoso, machista, soy Luzbel. Voy a narrar mi sombra, órale.
P. No se cansa de ese doble personaje, Cristo y diablo, que siempre pleitea dentro de usted.
R. Naturalmente, es un desgaste, pero hay válvulas de escape: el deporte me gusta mucho, hago bicicleta a diario, mis ensayos son tres horas, mi mano no aguanta más a esta edad. Me gustan los videos en YouTube, los chistosos, las caídas, pero que sea un humor sano, no oscuro. No me gustan las películas de terror, sangrientas, ni los noticieros, me pregunto cómo le hacen para ver tanta noticia de balaceras, asesinatos, cómo le hacen para poder ser felices.
P. Le gusta la fama, el anonimato es una mierda, dice.
R. Los seres humanos somos dioses caídos, nos gusta la alabanza, que es uno de los placeres más grandes de Dios. Yo tenía un amigo ebanista que le hacía muebles a Michael Jackson y le veía sentado, con un perrito, como ido, aburrido de la vida, esperando no más el momento del escenario para que lo alabarán. Es un placer de dioses cuando pruebas esa adoración. Yo lo he probado, en menos escala lógicamente, él era un monstruo.
P. Puede ser usted el rockero más religioso del mundo. ¿Qué opina de la música actual?
R. Se olvidan de Cristo. Nadie lo menciona.
P. ¿Quiénes son sus ídolos musicales?
R. A los ídolos se les perdona todo, yo he perdonado a Gene Simmons las chuecuras y valoro su legado, su magia en el show.
P. Hace unos años hizo una gira por España, Colombia, Suiza.
R. Así como dios te quita, también te da unas cosas...
El Muertho de Tijuana deja la botella de agua y se despide cantando por evangelios: “Con una corona de espinas, te hiciste rey por siempre”; “un rolón ese, la música más energética es la cristiana alegre, ya metieron guitarra, son energéticas, sales bien cargado”. “Ah, y por favor, pongan la dirección de mi Facebook”, dice. Ahí queda.
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