Luis Miguel, el ‘Sol’ quiere brillar de nuevo
El artista mexicano vuelve renovado a los escenarios tras cuatro años marcados por el silencio, una ruptura amorosa, la reconciliación con su hija mayor y un nuevo enamoramiento
En el Día de San Valentín, Luis Miguel (San Juan, Puerto Rico, 52 años) buscó reconquistar a su público. Lo hizo compartiendo una foto y cuatro palabras: “Luis Miguel, Tour 2023″. La publicación creó gran expectación en las redes, pero el artista permanecía en silencio. Desde su último concierto, hace cuatro años, El Sol ha mantenido la discreción, un segundo plano, como el que ha forjado desde su juventud con su vida privada. La polémica durante su última gira —retrasos, canciones a medias y puede que hasta alguna copa de más—, ha ido rebajándose y el artista ha mostrado una renovación a nivel personal y profesional. Desde su última actuación, la vida del cantante ha pasado por una pandemia, una ruptura amorosa, un nuevo enamoramiento, la reconciliación con su hija mayor y, sobre todo, el silencio.
El aislamiento obligado por la covid y el rebote de audiencia para muchos de sus éxitos gracias a la popularidad de la serie biográfica (Luis Miguel: La Serie) han sido claves para que el artista se alejase de la vida pública. “Viene de un rescate interesante en su carrera que lo regreso a la cúspide. Después de estar tanto tiempo encadenando fracasos, lo que se ve es el renacimiento de una estrella. Con un solo post, revolucionó y generó unas expectativas muy particulares”, cuenta el periodista de espectáculos Gilberto Barrera.
El anuncio de la nueva vuelta del artista a los escenarios volvió a traer inevitablemente el agridulce recuerdo de las polémicas de su última gira, hace cuatro años. Ejemplo de ello fue la actuación en el Auditorio Nacional de México, donde comenzó con retraso, cantó canciones a medias y a destiempo, y recibió ovaciones y abucheos del público, además de acusaciones por haber actuado con signos de ebriedad. Meses después, la ayuda de algunos amigos como Miguel Alemán o el empresario Carlos Bremer, le permitió terminar la gira por todo lo alto. Pese a la controversia, cuatro años después, el ídolo volverá a subirse a un escenario. “Tiene una capacidad tremenda de recuperación. Y por su madurez, canta incluso mejor que cantaba antes”, defiende el presidente de la Sociedad de Autores y Compositores de México, Martín Urieta y ha trabajo entre otros para Vicente Fernández.
Una renovación
El viejo fantasma de los problemas con el alcohol que merodeaban al cantante desde su juventud parecían estar de vuelta durante la primera vuelta de la Gira México por siempre. La crítica por un desgaste físico, la expectación baja en algunas de sus actuaciones y las acusaciones en redes de que Luis Miguel llegaba ebrio al escenario aparecían desde meses antes de su último concierto, en noviembre de 2019 en el Coliseo del Caesar’s Palace, en Las Vegas. Allí Luis Miguel cantaba 27 de sus grandes éxitos, trajeado, con tupé y vestido con una sonrisa de perlas brillantes.
Tres años después, una foto en la que el artista aparecía junto a unas seguidoras en un restaurante de Miami mostraba un cambio radical en el cantante, más rejuvenecido y con los rasgos visiblemente más marcados. Barrera considera que esta transformación tiene un fin concreto. “Su cambio físico habla de la preocupación que tiene para aparecer perfecto. Lo está haciendo todo para llegar pulcro, con una personalidad arrolladora, para evadir las críticas que le llegaron en el pasado”, afirma.
Abierto a un nuevo romance
Luis Miguel siempre ha estado enamorado, de la vida, de la figura de la mujer y de la música. Lo comentaba él mismo en sus entrevistas. “Claro [que me he enamorado], si no, ¿Cómo cantaría todos los romances y los boleros? Todo tiene una lógica, si no puedes sentir, vivir muchas emociones, después resulta más difícil interpretar canciones”, aseguraba en 1997 en el programa de televisión chileno Viva el Lunes.
La intensa vida privada de El Sol se ha caracterizado por la incógnita que ha tratado de salvaguar en todo momento. En los últimos cuatro años, Luis Miguel ha vivido un cambio de amores, pero siempre desde la discreción. Tras romper su relación con la modelo estadounidense Mollie Gould, el cantante volvió a reencontrarse con la diseñadora Paloma Cuevas. Se conocían desde la infancia, cuando el padre de Luis Miguel, Luis Gallego (más conocido como Luisito Rey), toreaba en las capeas del padre de Cuevas, Victoriano Valencia.
Años después, el cantante se hizo amigo de Enrique Ponce, expareja de Cuevas, que también es el padrino de su hijo mayor, Miguel. El reencuentro entre El Sol y la diseñadora se inició el pasado verano y, desde entonces, se les ha visto juntos en varias ocasiones. La revista ¡Hola! informó de que los dos cenaron juntos el 14 de febrero —cuando anunció su vuelta a los escenarios— en el Bemelman’s Bar, el pianobar del hotel Carlyle, en Nueva York; y a finales de 2022 fueron juntos a hacer las compras navideñas al centro de Madrid, en el corazón de la ciudad, cuando se encontraba cerrado al público.
El cantante siempre se ha mostrado recatado en cuanto a su exposición mediática fuera de los escenarios a pesar de los cotilleos que han marcado su figura de galán. “Es una estrategia formidable, Ha logrado crear un personaje lo suficientemente sólido, inspirado en los crooners de la década de 1920 o 1930, como [Frank] Sinatra, que se mantenían como personajes apuestos”, comenta Barrera.
Un reencuentro con su hija mayor
La relación con Michelle Salas, la hija mayor que el cantante tuvo con la actriz Stephanie Salas, fue complicada desde su nacimiento. Como mostraba su serie biográfica, el cantante se negó a aceptar la paternidad cuando ella aún era un bebé, aunque ha ido cambiando desde su acercamiento en 2005. “Desde hace unos años la relación con Michelle [Salas] ha sido muy positiva. Creo que eso también habla muy bien de la transformación emocional que está teniendo. No sé cúan cercano sea en su vida íntima, pero se está reconstruyendo en diversas áreas”, indica el periodista.
El fenómeno Luis Miguel ha estado marcado por los altibajos desde su niñez. Comenzó su carrera con tan solo 11 años actuando en la boda de la hija del entonces presidente de México, José López Portillo (1976-1982). Desde ese momento, la fama no tardó en llamar a su puerta. Un año después, lanzó su primer sencillo, 1+1=2 enamorados. El inicio de esa fama supuso también el inicio de una explotación de su figura. Su padre, Luisito Rey, puso a la joven promesa a actuar sin descanso: apariciones en televisión, conciertos nacionales encadenados y hasta giras a nivel mundial. La burbuja que comenzó a inflarse por la ambición de un padre alcohólico, machista y mentiroso continuó creciendo hasta que explotó a principios de la década de 1990 cuando, tiempo antes de su muerte por cirrosis, Luis Miguel decidió alejarse de él.
La RAE define galán como “un hombre de buen semblante, bien proporcionado y airoso en el manejo de su persona”. Un cliché que ha perseguido al intérprete de La incondicional desde su juventud. “Creo que es importante vivir el presente y disfrutarlo. La vida es un milagro, un privilegio, hay que disfrutar cada instante”, decía Luis Miguel en 2010, después hacía una pausa, sonreía, y exclamaba: “¡Yes!”. Le había gustado su oda a la vida.
El retorno de El Sol a los escenarios llega con optimismo e interés. “Es un orgullo y un placer. Los productores mexicanos estamos muy felices de su vuelta, se abren nuevas perspectivas”, considera Urieta, que no se esconde sus halagos al cantante: “Tiene persistencia, tenacidad, disciplina y presencia”. Barrera subraya las palabras de Urieta. “Es un fenómeno de los que son irrepetibles. Por todo lo que conlleva, incluso los mismos excesos que se ven en la serie te demuestran que es un consentido de Dios, que sigue manteniendo una voz inquebrantable”, concluye.
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