Las elecciones estatales ponen a prueba la resistencia de la oposición ante el empuje de Morena
La interminable crisis del PRI amenaza el futuro de su alianza con el PAN y PRD, con ventaja en las encuestas solo en uno de los seis Estados en liza, de cara a la batalla presidencial de 2024
“Nos va a tocar desaparecer al PRI del mapa político de México”. Lo dijo el presidente de Morena, Mario Delgado, después de que el partido oficialista arrasara en las elecciones de junio del año pasado en los ocho Estados donde todavía gobernaba la formación tricolor, en muchos casos bastiones históricos donde el PRI había conservado el poder durante décadas. Un año después, la profecía de Delgado sobre la fagocitación del partido que llegó a gobernar el país durante más de 70 años está cada vez más cerca de cumplirse.
Este domingo México vuelve a las urnas en seis Estados y el guion previsto sigue el mismo curso. La nueva victoria de Morena en cuatro de los territorios, incluidos Hidalgo y Oaxaca, dos de los feudos tradicionales que aún le quedan al PRI, se da por descontada en todas las encuestas. Y en los otros dos Estados en liza, Aguascalientes y Durango, los candidatos de la oposición aparecen con ligeras ventajas. Esa será la batalla que pruebe la resistencia de la estrategia conjunta de la oposición ante la apisonadora de Morena, que ya domina 17 de los 32 Estados. Con un PRI cada vez más debilitado, su alianza con el PAN y el PRD se juega también su futuro, la posibilidad de presentarse como algún tipo de alternativa a las elecciones presidenciales de 2024.
La aplastante victoria de Morena en las presidenciales de 2018 precipitó el insólito pacto, conocido como Va por México, entre los dos grandes antagonistas de la política mexicana. La crecida de ambos partidos el año pasado en el Parlamento, que provocó la pérdida de la mayoría absoluta de Morena, dio un balón de oxígeno a la alianza. A pesar de que en los resultados por Estado no fueron nada alentadores. Desde su fundación, Va Por México no ha ganado todavía ninguna gubernatura. En los dos territorios donde el PAN venció el año pasado, Querétaro y Chihuahua, lo hizo presentándose por separado del PRI y el PRD. “El PAN debe estar preocupado”, explica Martha Singer, profesora de Ciencia Política en la UNAM. “Pero históricamente se ha demostrado que solo tampoco puede. Cuando Vicente Fox logra la presidencia en el 2000 busca el apoyo de muchas fuerzas de centro y de izquierda para lograr sacar al PRI de los Estados”, añade la académica.
Aquel primer Gobierno panista desde la apertura democrática tan solo alcanzó de hecho a conquistar nueve gubernaturas, y precisamente el amplio poder territorial que aun conservaba el PRI fue el salvavidas al que se agarró para regresar 12 años después a la Presidencia. Pero al histórico partido mexicano no le queda ya ni siquiera ese comodín. Tan solo conserva cuatro Estados y la previsión es que pierda dos este domingo. Tras el sexenio de Enrique Peña Nieto, rodeado de escándalos de corrupción, la crisis del PRI es cada vez más profunda. Esta misma semana la filtración de unas grabaciones donde se escucha a su presidente, Alejandro Moreno, negociando presuntos fraudes y actos de corrupción agravaba más las cosas.
Los audios han sido difundidos por Layda Sansores, la gobernadora morenista de Campeche, el Estado donde fue mandatario Moreno, y el presidente del PRI ha respondido a la polémica acusando al partido oficialista de orquestar una campaña para romper la coalición opositora. La guerra abierta entre ambas formaciones se ha intensificado en los últimos meses. Pero el peligro para el PRI de terminar devorado por el partido de López Obrador ha sido una constante desde su fundación hace menos de una década. La agenda del presidente —nacionalismo económico, subsidios, regulación de los mercados y aspiración hegemónica— ha sido interpretada como una especie de reformulación del viejo PRI. Más allá del trasvase electoral, el solapamiento ideológico ha tenido también como consecuencia la creciente fuga de cuadros priistas hacia Morena.
El mejor lugar para mediar el tamaño de la herida del PRI y de la coalición será Durango, el Estado donde más reñida se anticipa la contienda. El candidato de Va por México es Esteban Villegas, un priista que encabeza por la mínima las encuestas. Una victoria en Durango daría un respiro a la alianza y reforzaría la posición del PRI de cara al futuro. Para el politólogo de la UNAM, Khemvirg Puente, la fortaleza de Villegas de todos modos no reside tanto la marca del partido tricolor como a “su cercanía con los liderazgos locales, muy volátiles y que han ido cambiando de bando en los últimos años”.
La académica Martha Singer sí considera, sin embargo, que la candidatura de la alianza en Durango es un ejemplo del particular arrastre electoral que todavía mantiene el PRI. “Pese a todo, todavía conserva una fuerte capacidad de movilización basada en vínculos muy antiguos corporativos y campesinos. Además de que mantiene una importante presencia local en ayuntamientos y municipios”. Esos serían los incentivos del PAN para continuar en la coalición con los priistas. Además de que en los dos Estados donde cada partido ha decidido ir por su cuenta, Oaxaca y Tamaulipas, se prevé una rotunda victoria de Morena. La viabilidad a futuro de la coalición, coinciden los expertos, tendrá su prueba de fuego el año que viene en las elecciones al Estado de México, el mayor granero de votos de todo el país y castillo todavía inexpugnable del PRI.
Ante las dudas de la oposición, Morena llega, sin embargo, con la maquinaria bien engrasada a las elecciones del domingo dispuesto a seguir expandiendo su poder territorial. La consulta para revocación de mandato, celebrada apenas dos meses, sirvió para apretar las filas de su electorado más fiel y mantener en tensión a varios de sus dirigentes, inmersos ya la antesala de la carrera presidencial de dentro de dos años. Además, la selección de sus candidatos para estas elecciones siguió el patrón de pescar en el turbulento río priista. En concreto, los aspirantes de Hidalgo, Durango y Tamaulipas son fichajes muy recientes del morenismo con una larga trayectoria en las filas del PRI.
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