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Pedro Reyes: “Es urgente reactivar el movimiento antinuclear en el arte”

El artista mexicano presenta la exposición Escultura Social, su primera revisión de 25 años de carrera, en el Museo Marco de Monterrey

Pedro Reyes
El artista Pedro Reyes en su estudio en Ciudad de México en septiembre de 2021.Nayeli Cruz
María Julia Castañeda

Cuando el escultor mexicano Pedro Reyes (Ciudad de México, 1972) comenzó a trabajar en un proyecto de resistencia contra las armas nucleares, la gente lo veía raro y lo cuestionaban por preocuparse por algo que sonaba tan lejano como Hiroshima y Nagasaki. Aun así, el artista montó por primera vez en febrero de 2020 una enorme escultura inflable de nueve metros de altura en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. Una bomba atómica explotando de manera simbólica en el mismo escenario en donde en 1967, en plena Guerra Fría, México encabezó la firma del Tratado para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe. La escena, ahora, ya no parece tan alejada de la realidad.

“Estaba muy olvidado el tema”, comenta Reyes al otro lado del teléfono. A unos días de inaugurar su última exposición Escultura Social, el artista hace un repaso por algunas de las 190 obras que estarán expuestas a partir del 10 de marzo en el Museo Marco de Monterrey. Se detiene con Amnesia Atómica, una escultura que le fue comisionada hace dos años por The Bulletin of Atomic Scientists, una organización que trabaja por la prohibición de las armas nucleares en el mundo. “Desgraciadamente, los eventos actuales ponen otra vez sobre la mesa la urgencia de exigir a los países que tienen armas nucleares que desmantelen esos arsenales”, considera.

La monumental nube de plástico en forma de hongo nuclear busca “llamar la atención de que todavía existen 13.500 armas de destrucción masiva en el mundo”. Además de “transmitir a las nuevas generaciones toda la historia del activismo que empezó en 1945, en la cual ha habido una importantísima historia cultural de resistencia contra estas armas de destrucción masiva”, explica Reyes. “Ahora, a la luz de los eventos internacionales, vemos que es urgente reactivar el movimiento antinuclear que fue tan importante en los años 70 y 80″, insiste.

Pedro Reyes Escultura Social
1527 armas fueron recolectadas y fundidas en acero para fabricar 1527 palas y plantar 1527 árboles.CORTESÍA

El desarme ha sido uno de los temas más importantes para el escultor en sus 25 años de carrera. Otra de sus obras, Palas por Pistolas, inició en 2007 con una campaña de donación voluntaria de armas de fuego. Quince años después, más de 1.500 pistolas han sido fundidas para crear el mismo número de palas con las que se han plantado más de 3.000 árboles, muchos de los cuales ya tienen más de 10 metros de altura.

“La transformación del metal de un agente de muerte en un agente de vida es una transformación física, pero el acto de plantar con comunidades en más de 40 países estos árboles es un ejemplo de una escultura social, es decir, una escultura que solamente se completa gracias a la participación de muchos individuos”, describe. En este tipo de obras, “el público se vuelve escultor también”, apunta.

Cuando se trata de una escultura social, más que el martillo y el cincel, las herramientas de trabajo que Reyes utiliza son la psicología, la resolución de conflictos, el teatro y el activismo. “Yo tomo prestadas herramientas de muchas otras personas”, señala, “me he dedicado a estudiar el mundo de las dinámicas de grupo en la psicología social para conducir una sesión productiva, en donde puedan escucharse todas las voces y romper un poco el hielo”.

‘Tlacuilo’ o cómo activar una biblioteca anarquista

Otro ejemplo de escultura social es Tlacuilo, un programa de activación de bibliotecas en México. La idea surgió ante la molestia de que las bibliotecas dejaran de prestar sus libros por miedo a que los usuarios no los devolvieran, cuenta Reyes. “Alguien me dijo: ¿tú prestarías tus propios libros? Y me di cuenta de que para exigirle a las bibliotecas, tenía que empezar por prestar mi propia colección”, relata. “Así que empecé con un experimento social abriendo una página de Instagram que se llama @Tlacuilobiblioteca y puse a préstamo mi biblioteca personal que está compuesta de 25.000 volúmenes”.

Después de 2 años en operación y más de 500 usuarios, el proyecto ha comenzado a expandirse a otras instituciones. “Estamos activando ahora, por ejemplo, la biblioteca del Museo Marco, que tiene una colección de libros de arte moderno y contemporáneo para que los visitantes del museo se los puedan llevar a sus casas”, menciona el artista. Además, Tlacuilo cuenta con una fonoteca de discos LP en vinil. “Y si no tienes un tocadiscos, inclusive te prestamos un tornamesas portátil”, agrega.

Pedro Reyes, el escultor de la obra Tlali
Pedro Reyes en su biblioteca 'Tlacuilo'.Nayeli Cruz

La acción directa, una idea central en la filosofía anarquista, es el concepto más importante en la escultura social de Reyes. Es poner en acción procesos participativos, en donde la gestión es inmediata, explica. “Tiene que ver mucho con la solidaridad ciudadana”, apunta. “Digamos que el hecho de poner en préstamo los libros y discos, y que estos objetos puedan salir del museo, genera un vínculo de confianza con el público, y esa confianza en que las personas van a devolver los materiales es la estructura de este tipo de esculturas sociales de las que estamos hablando”, ejemplifica.

“No es una metáfora o no es un acto simbólico, es un acto real: la relación entre la materia, que es lo palpable, y lo invisible, que es lo social, se unen como si fuera una banda de Moebius, en donde una cara se transforma en la otra”, continúa. Lo mismo ocurre con otros proyectos, como Sanatorium, el cual lleva más de 10 años en activaciones grupales que mezclan el arte y la psicología. “Lo más bonito de la exposición es que por primera vez se reúnen en un solo espacio proyectos que habían sido vistos solamente de forma individual”, adelanta el artista.

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María Julia Castañeda
Redactora en EL PAÍS México. Enfocada en contar historias con perspectiva de género. Es graduada en Periodismo por el Tecnológico de Monterrey y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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