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La polarización en torno a López-Gatell empaña el debate sobre la pandemia en México

López Obrador se vuelca con el subsecretario de Salud, denunciado por la gestión de la crisis sanitaria. La conversación se agota entre ataques y una defensa sin matices mientras más de 4,7 millones de mexicanos se han contagiado y cientos de miles han muerto por la covid-19

El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, junto al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador
El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, junto al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en una conferencia de abril de 2020.Sáshenka Gutiérrez (EFE)
Elías Camhaji

“Una autoridad”. “Una persona decente y honesta”. “Un verdadero servidor público”. “Un profesional de primer orden”. “Uno de los mejores especialistas en pandemia del mundo”. Esos fueron algunos calificativos que utilizó el presidente, Andrés Manuel López Obrador, para respaldar a Hugo López-Gatell, el responsable de la gestión de la pandemia en México. Las declaraciones hechas en su conferencia de prensa de este jueves se desprenden después de que un juez ordenara la semana pasada que la Fiscalía General de la República inicie una investigación sobre la responsabilidad de López-Gatell en las más de 304.000 muertes que ha registrado el país durante la pandemia. El Ejecutivo dejó claro que cuestionar al subsecretario de Salud es igual a cuestionar la gestión de la crisis sanitaria, lo que equivale a su vez a cuestionar a su Gobierno: un hecho inadmisible dentro de su imaginario.

La decisión del juez se produce después de que un grupo de familiares de personas fallecidas por la covid-19 denunciara a López-Gatell por negligencias en el manejo de la epidemia y exigiera que se le investigara por el delito de homicidio por omisión. La denuncia se convirtió en una bandera de los sectores más críticos con el Gobierno de López Obrador y revivió un debate entre dos extremos: quienes creen que el subsecretario ha tenido una gestión desastrosa y debe ser responsabilizado directamente por las muertes, y quienes defienden que la respuesta de esta Administración ha sido ejemplar.

El simple hecho de que exista ese debate y que se desarrolle en términos tan maniqueos, incluso burdos, es un reflejo del desgaste de la figura que personifica la respuesta gubernamental contra el coronavirus y, sobre todo, de los términos en que se da la discusión política de la pandemia en el país: sin ningún tipo de matices. La covid-19 ha cambiado tantas veces de rostro y se ha vuelto tan impredecible por momentos que los principales especialistas se han visto obligados a corregir, a cambiar sus recomendaciones, a hacer autocrítica. En México, no. Hay que defender que todo se ha hecho bien o que todo se ha hecho mal. Mientras tanto, más de 4,7 millones de mexicanos se han contagiado y cientos de miles han muerto.

La difusión de la denuncia contra López-Gatell desnudó uno de los polos de la discusión. La respuesta de López Obrador dejó al descubierto el otro extremo. “No se toma en cuenta que los servicios prestados a la sociedad por el doctor Hugo López-Gatell han sido excepcionales”, afirmó el presidente. “Es una dicha que contemos en una circunstancia tan difícil con un profesional con tanto conocimiento sobre la materia”, agregó.

La defensa de López-Gatell pronto se convirtió en una defensa de su proyecto de gobierno. Desde la perspectiva del presidente, los críticos de la Cuarta Transformación son “rateros” y “corruptos”. No importa tanto lo que dicen, sino quiénes son. De uno y otro lado, la batalla se libra descalificando a los adversarios, no convenciendo con argumentos, no poniendo las cosas en contexto, no dando información relevante. “Es tanta la descomposición y la inmoralidad de los conservadores, y como no les ha resultado sus pronósticos de desastre y hemos ido avanzando, enfrentamos la pandemia y no con malos resultados si lo vemos en el concierto de las naciones, pues están obnubilados”, expresó el Ejecutivo. “Ellos no quieren al pueblo”, dijo.

En 20 minutos al micrófono, López Obrador aprovechó las críticas a uno de sus funcionarios para hablar del impacto de la viruela y el balance negativo de la colonización española, de “los millones de personas manipuladas” que lo critican y referirse a medios como El Universal, Reforma y Animal Político como prensa “facciosa”. El enésimo dardo contra los medios de comunicación desde la tribuna presidencial viene dos días después de que los periodistas salieran a las calles de decenas de ciudades del país para exigir un alto a la violencia y para protestar contra el asesinato de tres colegas en menos de un mes. No hubo una condena de 20 minutos desde la Presidencia por los homicidios de Lourdes Maldonado, Margarito Martínez y José Luis Gamboa. En contraparte, menos de 24 horas después de las manifestaciones, el Ejecutivo presentó la sección “quién es quién en las mentiras”.

“Tiene todo nuestro apoyo, se le va a dar todo el apoyo jurídico, pero también el apoyo político y moral”, dijo López Obrador sobre la demanda contra el subsecretario. Cuando el país rebasó el umbral de los 100.000 muertos por la pandemia, el mandatario no ofreció sus condolencias ni su apoyo de forma explícita, dedicó más tiempo a quejarse de que criticaran su gestión de la pandemia. Pensaba, como piensa con la denuncia de López-Gatell, que se trataba de un ataque contra él. Remató la pregunta hablando sobre él, como en muchos otros casos, y reclamó que los medios no respetaron su privacidad cuando buscaban captarlo durante una caminata.

El presidente abandonó por momentos el ritmo pausado que ha imprimido a sus discursos desde que llegó a la presidencia para defender su respuesta a la crisis sanitaria. “¿Por qué resolvimos que esta variante no fuera tan dañina? Porque avanzamos en la vacunación”, dijo, antes de enlistar lo que defiende como logros. “¿Qué fue lo primero que hicimos? Vacunar y conseguir las vacunas y hablar con los Gobiernos de todo el mundo y disponer de más de 40.000 millones de pesos y entregar anticipos y fuimos en América Latina el primer país en recibir vacunas y tenemos reservas para todo este año y para todos, de manera democrática, sin distinción”, agregó.

La reacción ante una denuncia polémica, para muchos desproporcionada y para otros justificada, fue una muestra también de cómo reacciona este Gobierno frente a la crítica y el tono al que apela para rebatirla. Remite a otros episodios de los últimos días. El presidente ha hablado, por ejemplo, durante al menos cuatro conferencias de prensa de su decisión de mantener al historiador Pedro Salmerón, señalado por acoso por alumnas y compañeras de partido, como su propuesta para la Embajada de Panamá. López Obrador pidió consideración para la familia de Salmerón, pero en ningún momento hizo lo mismo para las víctimas. Eso se justifica bajo la premisa de que recular o dar lugar a un cuestionamiento implica dar la razón a sus rivales políticos, inaceptable a costa de todo.

“No solo es una injusticia, es una actuación de mala fe, diría de odio”, dijo el presidente sobre la demanda. Mientras la agenda política e informativa discurre sobre la martirización y la satanización de un funcionario, el país registró por primera vez desde octubre más de 500 muertes por covid en un solo día. Los casos diarios ya no se presentan de forma explícita en los informes técnicos. La expansión de ómicron sigue aumentando la presión al sistema de salud, con un centenar de hospitales en el país completamente saturados y cuatro estados con más del 70% de ocupación hospitalaria. Y la pequeña fracción de adultos mexicanos que siguen reacios a vacunarse, seguramente ajenos a la politización de la crisis sanitaria y de espaldas a la pandemia misma, son la mayoría de los casos graves en el país. A dos años de la llegada del covid, ellos permanecen la inmensa mayoría del tiempo completamente fuera de la discusión, en medio de una jerarquización preocupante de los asuntos que son prioritarios para el Gobierno y la oposición.

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Elías Camhaji
Es reportero en México de EL PAÍS. Se especializa en reportajes en profundidad sobre temas sociales, política internacional y periodismo de investigación. Es licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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