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Más de 10.000 migrantes haitianos, retenidos en un campamento precario bajo un puente en el sur de Texas

La caravana, en la que también hay cubanos, venezolanos y nicaragüenses, entró a Estados Unidos el jueves después de haber cruzado todo México

Miles de haitianos permanecen bajo un puente en Del Río Texas. En video, la situación al limite en la frontera sur de Estados UnidosFoto: DPA | Video: Reuters

Más de 10.000 migrantes, principalmente haitianos, se encuentran retenidos por las autoridades estadounidenses en un improvisado y masivo campamento bajo el puente internacional de Del Río, que conecta Ciudad Acuña (Coahuila) con el Estado de Texas. Los migrantes, entre los que también hay cubanos, venezolanos y nicaragüenses, cruzaron México en una caravana que logró evitar los controles migratorios, y empezaron a entrar el jueves de forma irregular en Estados Unidos. Fuentes de Reuters presentes en el terreno han calificado el asentamiento como “precario”, y denuncian falta de recursos, alimentos o gente durmiendo en el suelo con apenas una manta.

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Los primeros migrantes cruzaron la frontera con Texas el jueves por la mañana, unas 2.000 personas que se instalaron debajo del puente internacional de Del Río con la esperanza de poder conseguir papeles de asilo en Estados Unidos. El jueves por la tarde el número creció hasta los 8.200. Este viernes ya son 10.513, según ha informado el alcalde de la localidad, Bruno Lozano, que también ha instado al presidente estadounidense, Joe Biden, a tomar cartas en el asunto.

En Del Río, situado en el condado de Val Verde, viven algo menos de 50.000 residentes. Es decir, el campamento supone lo mismo que el 20% de su población. A la localidad se puede llegar desde México a través del Río Grande, por un sector donde el agua es poco profunda y se puede caminar hasta la otra orilla. De hecho, según testimonios recogidos por The New York Times, muchos de los habitantes del improvisado asentamiento cruzan a México, donde la comida y los productos de higiene son más baratos, para luego volver al lado estadounidense. En varias fotos se ve a migrantes que vadean el río cargados con palés de agua, cajas, avituallamiento de distinto tipo e incluso niños a hombros.

En otras imágenes, grupos de personas se enjuagan el cuerpo para después aclararse en el río, lavan la ropa y, los más afortunados, levantan tiendas de campaña entre su cauce y el puente. La elección del lugar como punto de custodia, de acuerdo con la Patrulla Fronteriza, se debe a que se están utilizando las zonas de sombra debajo del viaducto para tener alojados a los migrantes, y así evitar posibles golpes de calor o insolaciones, ya que las temperaturas rondan los 38 grados.

Tony Gonzáles, congresista republicano, ha denunciado en una entrevista con la CNN que la situación es “una crisis humanitaria”: “Es muy duro, solo hay unos pocos lavabos, la Patrulla Fronteriza hace todo lo que puede, pero esto va más allá de su control, necesita ser tomado en serio por la Administración”. Las autoridades locales han denunciado que los agentes fronterizos, que se encuentran a la espera de refuerzos, están sobrepasados por la coyuntura.

Greg Abott, el gobernador de Texas por el Partido Republicano, trató el jueves de cerrar seis puntos fronterizos “para impedir que las caravanas de migrantes infesten el Estado”, según recogió Efe, aunque la medida ha sido revertida por la Administración de Biden. Abott ha criticado la decisión del Gobierno, y ha llegado incluso a comparar la situación en Del Río con la evacuación de las tropas estadounidenses de Afganistán.

Con el pretexto de la pandemia de coronavirus, el expresidente Donald Trump se valió de un subterfugio legal que permitía expulsar “en caliente” a migrantes que hubieran entrado en el país de manera informal, al considerar que podía constituir un riesgo para la salud pública. La medida, conocida como Título 42, prohibía expresamente la congregación de migrantes irregulares en un mismo espacio, lo que habría convertido el campamento masivo en algo completamente ilegal, pero este jueves, un juez federal tumbó la polémica norma, con el argumento de que era “probablemente ilegal” además de innecesaria, teniendo en cuenta “la amplia disponibilidad de pruebas, vacunas y otras medidas de minimización”.

Se ha vuelto común la llegada de migrantes haitianos a la frontera sur estadounidense. Haití sufre una grave crisis humanitaria, producto de una década de inestabilidad política y económica que sucedió al terremoto de 2010; el asesinato de su presidente, Jovenel Moïse, el pasado junio, y un nuevo sismo de magnitud 7,2 que dejó más de 2.000 muertos este agosto. Ante esta situación, la Casa Blanca decidió reducir los vuelos de deportación al país caribeño.

Ted Cruz, senador republicano por Texas, ha cargado contra Biden y la vicepresidenta Kamala Harris por su “política de fronteras abiertas”. En un vídeo publicado en sus redes sociales en el que de fondo se pueden admirar las condiciones precarias del campamento, ha exigido al Gobierno que reinstaurara la política de devoluciones. “Es una de las cosas más horribles que he visto. Es inhumano y bárbaro”, ha insistido, refiriéndose a la situación en el asentamiento.

El número de cruces por la frontera sur de Estados Unidos se ha multiplicado durante este año: de las 458.088 detenciones que realizaron distintos cuerpos de seguridad en 2020, se ha pasado a 1.541.651 en 2021, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. Los expertos apuntan a que, entre las causas probables, se encuentra el recrudecimiento de la pobreza en los países centroamericanos por la pandemia de coronavirus, los cada vez más graves y habituales desastres naturales o la violencia. Al grueso de migración irregular, los países del Triángulo Norte de Centroamérica —El Salvador, Guatemala y Honduras—, el contexto actual ha incorporado a personas procedentes de Haití, Venezuela o Nicaragua, naciones que han visto partir a importantes flujos de población debido a la inestabilidad política y económica.

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