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“Muchos de los beneficios del nuevo Chapultepec no se verán hasta dentro de 20 años”

El artista detalla a El PAÍS los avances de la remodelación de las 800 hectáreas del pulmón verde de México, el mayor proyecto cultural del sexenio

Gabriel Orozco frente a uno de los mapas que muestra el proyecto Chapultepec. | En video, Gabriel Orozco dialoga con EL PAÍS sobre el proyecto. Vídeo: Hector Guerrero | Video: EPV
David Marcial Pérez

La pandemia interrumpió los paseos y las investigaciones sobre el terreno, pero Gabriel Orozco asegura que ya le había dado tiempo a recorrer casi todas las 800 hectáreas del Bosque de Chapultepec. Y eso ha sido importante, porque una de las cosas que aprendió por el camino es que “gran parte de este proyecto se resuelve andando”. Pese a los difíciles tiempos víricos, el mayor proyecto cultural del sexenio ha seguido avanzando desde que, en abril del año pasado, Andrés Manuel López Obrador anunciara la remodelación de uno de los espacios verdes urbanos más grandes del planeta, un gigante con amplias zonas ya urbanizadas y un tamaño total de, por ejemplo, dos veces el Central Park de Nueva York.

Para convertir el Bosque de Chapultepec en “el espacio cultural más grande e importante del mundo”, el presidente nombró como coordinador a Orozco, el artista contemporáneo más internacional y cotizado del país, que aceptó el titánico encargo “por honor”, sin prestación económica a cambio. Un año y medio después, su equipo, formado por arquitectos, biólogos, ingenieros o urbanistas, ha presentado en una exposición las líneas generales de su plan maestro.

Por los pasillos de la muestra, Orozco explica a El PAÍS la “sinopsis gráfica de conceptos y diagnósticos” ayudado por maquetas, mapas y textos, que son solo una muestra de las más de 600 páginas de trabajo que acumulan. Durante la conversación se repiten verbos como balancear, conectar, restaurar, reforestar. Hasta que el bosque urbano, con siglos de historia, vuelva a ser “un organismo sano y entero, no fragmentado y dislocado”. Sobre un posible calendario final anticipa: “Es muy difícil saber cuándo se pueda inaugurar todo. Muchos de los beneficios no se van a ver hasta dentro de 20 años”.

Ante las críticas acerca de la idoneidad del proyecto en un país tan centralizado como México y las recomendaciones de redirigir los fondos –3.508 millones de pesos para el año que viene (177 millones de dólares), el 25% del presupuesto total de Cultura– a las instituciones del sector más afectadas por la pandemia, Orozco defiende que se trata de una derrama específica que no resta financiación al resto de partidas culturales. Sobre todo, porque el corazón del proyecto, según su coordinador, trasciende lo cultural y es “fundamentalmente ecológico”, con nuevas construcciones que se basarán en “restaurar la infraestructura ya existente que está subutilizada o de plano derruida”.

Orozco observa una maqueta de la exposición.
Orozco observa una maqueta de la exposición. Hector Guerrero

Pregunta. ¿Cómo ha afectado la pandemia al avance del proyecto?

Respuesta. Por suerte llevábamos un año de investigaciones y diagnósticos. Aunque yo no pude, mi equipo ha seguido trabajando. En la restauración, por ejemplo, de las 40 hectáreas de la tercera sección. Lo que se vio interrumpido principalmente fue la comunicación. Esta exposición es la primera vez que estamos enseñando al público lo que hemos trabajado en un año y medio. Una sinopsis gráfica de lo que hemos avanzado.

P. La exposición es también una llamada al diálogo con vecinos y agentes sociales. ¿Cómo está siendo la respuesta?

R. Bastante buena. Tenemos un cuaderno de asuntos y sugerencias, sigue abierto el portal en Internet y están los quioscos informativos alrededor del bosque. Mi equipo de trabajo nunca ha estado cerrado a propuestas que nos llegan paulatinamente de artistas, arquitectos y urbanistas. Esto es un proceso de reflexión en torno al proyecto. Algunos conceptos ya están desarrollados en planos ejecutivos, otros apenas formulándose. Se ha sumado bastante gente a proponer cosas y se están analizando. Se convocó un concurso para el Centro de Cultura Ambiental y un nuevo jardín etnobotánico en la sección dos que tuvo una participación mucho más grande de la que esperábamos. Entraron 120 equipos de biólogos, ambientalistas, arquitectos y paisajistas. Ya hay jurado y el 22 diciembre seleccionaremos a cinco finalistas para que desarrollen el anteproyecto y luego nombrar un ganador. Los primeros concursos han generado una participación muy grande.

P. Hace unos meses provocó polémica el supuesto traslado del jardín botánico para construir uno de los pabellones.

R. No se va a tocar ni un árbol, ni una planta. La propuesta para el Pabellón Contemporáneo Mexicano es dar un mejor servicio tanto al jardín botánico de la primera sección como a toda esa zona de museos históricos: Arte Moderno, Antropología, Tamayo y el Castillo. Falta por acabar de restaurar hídricamente la zona. Queremos ampliar el jardín botánico y quitar alguna infraestructura que está abandonada o subutilizada. Lo que estamos haciendo en general en todo el proyecto es restaurar los recursos ya existentes que están subutilizados o de plano derruidos para restaurar, reforestar y hacerlos más accesibles.

P. ¿Cuál es la zona más afectada?

R. La sección dos. Porque es la más industrial. Era una zona de minas, que tiene un suelo inestable y además es la que más se ha abocado a la industria del entretenimiento con La Feria, el Museo del Niño, zonas que han tendido a una idea de parque más que de bosque. Queremos recuperar el bosque, por eso el nuevo jardín etnobotánico, que será cuatro veces más grande que el actual, es tan importante como una manera de reforestar y al mismo tiempo generar un tipo de cultura en relación a la naturaleza. Por eso hablamos de bioculturalidad. En México, como en otros lugares, la gente no termina de relacionar la cultura con la ecología. La percepción del proyecto empezó a ser absorbida desde la sección cultural, cuando en realidad el proyecto es fundamentalmente ecológico

P. Otra pata importante del proyecto es la accesibilidad y la conexión de las distintas zonas del bosque. El Periférico es un monstruo de cemento de dos niveles que parte el espacio verde.

R. Nuestra propuesta es llevar a cabo tres trazos para transeúntes. Hemos encontrado tres zonas a nivel donde pensamos que podemos trazar un puente ancho, que llamamos calzada peatonal, que pasará de un lado al otro del Periférico entre los dos pisos. Proponemos que sea suficientemente ancho para que puedan pasar carreolas para la familia, personas con capacidades diferentes, bicicletas y, porque no, en su momento algún tipo de transporte público. No son los clásicos pasos peatonales que tienes que subir la escalera y luego bajar. Es un paso a nivel, con una pendiente mínima y eso hace que sea muy ágil y factible la conectividad.

Para explicar mejor mejor sus planes de movilidad, Orozco se acerca a una de las maquetas en tres dimensiones a escala del territorio completo del parque. Señala con la mano el primer punto, que empalmará con la Calzada de los Compositores, cerca de la zona del actual parque de atracciones, también en remodelación. Aún están analizando otro posible cruce más al sur, en la esquina de Constituyentes con la Calzada de Chivatito, justo en la entrada de Los Pinos, la antigua residencia presidencial, que desde la llegada al poder de López Obrador se ha reconvertido en un centro cultural. Y el tercero paso, al norte, a la espalda del Auditorio Nacional.

Maqueta del Proyecto Chapultepec.
Maqueta del Proyecto Chapultepec.Jorge Vértiz

La maqueta replica la orografía sinuosa del bosque. Barrancas, montes, cuencas y manantiales. Hasta un viejo volcán, seco desde tiempos prehistóricos, sobre el que el segundo virrey de la Nueva España levantó un palacio para descansar después de las jornadas de caza. Convertido en el siglo XIX en fortaleza militar, la leyenda dice que durante la invasión estadounidense un grupo de cadetes, de 12 a 18 años, resistieron hasta el final el envite enemigo. Y que el último de ellos, ya acorralado, decidió envolverse en la bandera mexicana y lanzase al vacío por la ladera del volcán para evitar que la insignia patria cayera en manos estadounidenses. El mito nacional de los Niños Héroes.

“Todo mexicano tiene su propio Chapultepec”, dice uno de los textos de la exposición en relación a su importancia simbólica. Los orígenes del parque son anteriores a la fundación de Tenochtitlán y en su territorio se ha concentrado históricamente el poder político, cultural y militar del país. Desde los baños de Moctezuma, el castillo de los Niños Héroes que recuperaría luego el emperador Maximiliano de Habsburgo, la residencia oficial de los presidentes, varios museos claves, el panteón de nombres ilustres o las amplias instalaciones militares.

El Bosque de Chapultepec también es la representación de las desigualdades de México. Señalando la franja limítrofe de la zona sur, Orozco apunta que “este es un punto de inaccesibilidad que ha generado mucha injusticia social para toda esta población que no tiene acceso a este servicio ambiental, recreativo y de espacio público que es Chapultepec”. Se trata de las colonias 16 de septiembre y Daniel Garza, dos barrios populares que miran de frente al parque pero con la entrada bloqueada por otra megacarretera, la Avenida Constituyentes. Una de los opciones que baraja su equipo es soterrar la autovía. “Estamos en los estudios finales para tomar la decisión más conveniente. Hay varias teorías de movilidad de cuál es la mejor solución. No es un proyecto barato, pero supone la posibilidad de acceso para un sector importante de la población, que ha sido el que menos ha podido disfrutar el bosque”.

P. Sobre todo en comparación con los barrios del norte del parque, como Lomas de Chapultepec, una de las zonas más ricas de la ciudad.

R. Aquí puede verse, no tienen barreras con el parque. Todo son zonas verdes y jardines. Incluso han invadido parcialmente, poco a poco, el espacio público.

P. ¿Van a hacer algo con esas invasiones?

R. Lo primero es sanear el espacio para que empiece haber un consorcio, una comunidad, un ecosistema social que comience a rehabilitar y refertilizar una zona que ha estado abandonada.

P. La intervención cultural también pretende equilibrar la oferta de todo el parque.

R. Esta exposición ayuda a entender la dimensión del proyecto, de los ejes que estamos tratando de implementar: social, ecológico y cultural. La parte cultural que se quiere proponer es en sentido amplio. La cultura no solamente como las Bellas Artes sino como artes aplicadas, artes ambientales, artes sociales y como una restauración y reapertura de un espacio público como este.

Vista de una de las maquetas principales del proyecto Chapultepec.
Vista de una de las maquetas principales del proyecto Chapultepec. Jorge Vértiz

P. ¿Qué es la Casa de la Cultura Política?

R. Tenemos tres propuestas de rehabilitación de casas dentro del recinto de Los Pinos. Una ya se inauguró, que es la Casa Lázaro Cárdenas. La otra es la Casa del Maíz, en el Molino del rey. Y una tercera, que estamos viendo cuál será, donde consideramos que sería importante que se conservara algo de memoria de lo que fue la cultura política que se desarrolló no solo dentro de Los Pinos, sino todo el arte, periodismo, oposición, los movimientos sociales que estuvieron en confrontación o en diálogo. Queremos aprovechar la apertura de Los Pinos y la implementación de este nuevo bosque para generar un espacio de archivo, biblioteca y centro de exposiciones temporales sobre lo que es la cultura política, que no es lo mismo que la política cultural.

P. ¿Cómo responde a las críticas acerca de la idoneidad del proyecto y las recomendaciones de redirigir esos fondos a los sectores culturales más afectados por la pandemia?

R. Este proyecto es una inversión no un gasto público. Una inversión cultural, ambiental y social. Estás invirtiendo en uno de los espacios públicos más importantes del país. No es más cultura en el sentido tradicionalista europeo. Es cultura porque ya es un centro cultural inmenso, uno de los lugares más visitados del país. Además, el hecho de que haya habido recortes en instituciones no tiene nada que ver porque esta inversión se hace con un presupuesto específico, que además está repartido casi en partes iguales para los tres ejes: social, medio ambiente y cultural. Vamos a refertilizar el subsuelo, dar acceso y restaurar la infraestructura que ya está. La zona militar, por ejemplo, tiene cuatro nodos culturales, todos en naves industriales que ya existen. A eso me refiero con que es una inversión restaurativa, cultural, social y de salud.

P. Otra crítica es que la ciudad no necesita más museos. ¿Qué son exactamente los pabellones que propone?

R. Pabellón viene del francés. Es un espacio que normalmente está en un bosque o en un parque. El Palacio de Cristal del parque del Retiro de Madrid, por ejemplo. O el Serpentine del Hyde Park de Londres. Es un espacio de exposición y de análisis, una mezcla entre un laboratorio, un invernadero y un espacio de conservación. Por eso la palabra pabellón es la que nos pareció más correcta. Porque no estamos hablando en ningún caso de un museo. Lo que más se acerca a un museo es la Casa Lázaro Cárdenas, donde la familia ha cedido una colección. Lo que pretendemos es balancear el programa cultural de Chapultepec, que ha ido creciendo fragmentariamente y sus territorios están parchados, no necesariamente bien interconectados como un ecosistema cultural o de movilidad. Queremos que cada uno de los nodos, como una acupuntura, sean detonadores tanto culturales como ecológicos.

P. ¿Qué es el cubo acústico?

R. Una zona ya impactada que se construyó pensando en un lugar para los vendedores ambulantes y quedó abandonada. No funcionó ni 15 días y se hizo en una zona donde el Centro Cultural del Bosque, con sus teatros y academias, fue encajonado por un Auditorio Nacional posterior que terminó por generar un anacronismo. Toda esta zona que es ahora un estacionamiento es donde hemos proyectado el jardín etnobotánico y el cubo.

P. ¿Qué infraestructura será la base para el Pabellón Cultural Mexicano?

R. Va sobre una plancha de concreto con un pabellón que se quitó de la zona de adultos mayores. Un pabellón viejo, totalmente desproporcionado. A la vez vamos a darle mejor atención al jardín botánico y terminar de restaurar este estanque abandonado. Para generar además cierta lógica de conectividad en la oferta cultural de la primera sección, que esta parchada. Y ha generado crisis en el museo de Arte Moderno, que está aislado de todo un recorrido posible, que incluirá nuestra contemporaneidad cultural incluyendo lo ambiental. La fórmula siempre es la misma: pabellón y restauración ecológica.

P. ¿Qué plazos maneja para la finalización del proyecto?

R. Es muy difícil saber cuándo se puede inaugurar una cosa de este tipo. Ni siquiera sé cómo va uno a poder medir el éxito o no del proyecto. Tal vez hasta que en tres o cuatro años veamos cosas que se sanearon bien y empezaron a brotar beneficios tanto sociales, culturales como ambientales. Cuando empiece la plataforma verde, el cuerpo del bosque entero a funcionar como un organismo sano y entero, no fragmentado, dislocado. Muchas cosas no las vamos a ver hasta dentro de 20 años.


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Sobre la firma

David Marcial Pérez
Reportero en la oficina de Ciudad de México. Está especializado en temas políticos, económicos y culturales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en El País. Antes trabajó en Cinco Días y Cadena Ser. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y máster en periodismo de El País y en Literatura Comparada por la UNED.

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