México le da un respiro al mercado del arte en medio de la pandemia
Diez galerías en México organizan una versión local de la feria internacional Art Basel para apoyar a dos museos públicos del país
Art Basel en Miami, la feria de arte internacional que las galerías y artistas de América Latina esperan con ansiedad cada año, será como tantos eventos más en la vida durante la pandemia, un paseo más en la virtualidad. A excepción de un lugar: Ciudad de México. En una de las capitales más importantes del mercado del arte en el continente, 10 galerías del país decidieron organizarse para una versión física y colectiva del esperado encuentro que se celebra del 2 al 6 de diciembre.
“Yo me resisto a pensar que la distancia y lo virtual sean la única manera de existir”, dice Mónica Manzutto, cofundadora de la galería Kurimanzutto, quien propuso a sus colegas en México hacer una versión más pequeña y presencial de Art Basel cuando los directivos de la feria en Estados Unidos dijeron que se cancelaba el evento de Miami. Manzutto convocó a otras nueve galerías con la esperanza de que compartieran el mismo deseo de volver a presentar las obras de sus artistas en vivo y no solo con un PDF en la web. “Necesitábamos hacer una especie de pausa y crear un espacio para volver a ver el arte y para volver a tener las conversaciones que tanto los coleccionistas como los curadores extrañan mucho”, señala.
El resultado de esta nueva alianza entre galeristas mexicanos es una exposición organizada en la Casa Versalles de Ciudad de México, una enorme mansión de 1906. Los galeristas se distribuyeron en 11 cuartos y pasillos con la esperanza de darle allí un respiro al asfixiado mercado del arte latinoamericano. Se arriesgan a hacerlo, sin embargo, cuando el país es el cuarto con más muertes causadas por la covid-19. Los casos de contagios siguen aumentando de forma preocupante y se especula regresar a un confinamiento más estricto donde los museos y galerías, reabiertos recientemente, tendrían que cerrar nuevamente.
El fin de la feria como medio para sobrevivir
La feria internacional Art Basel se celebra desde el 2002 en Miami. Ahí se reúnen cientos de galerías del mundo, pero sobre todo es fundamental para el mercado latinoamericano, que viene fortaleciéndose en las últimas décadas. “Para América Latina esta es la feria más importante: es la feria en la que hay mayor representación de galerías latinoamericanas”, dice a El PAÍS Amanda Echeverría, representante en México de la feria suiza. “A Miami van muchos coleccionistas de América Latina, del mercado de Estados Unidos, latinoamericanos que viven en Miami, muchos mexicanos o brasileños. Es un espacio fundamental porque allí hay muchos cruces. Llegan allí, además, los coleccionistas de Asia y Europa”, añade.
Debido a las cifras de enfermos con coronavirus en Estados Unidos, y a que el centro de convenciones de Miami Beach está dedicado a atender pacientes, la dirección de Art Basel decidió en septiembre cancelar el evento presencial y hacerlo de forma virtual con Online Viewing Rooms (Salas de visita online). La cancelación fue catastrófica para el mercado. Las otras ferias internacionales de Art Basel en Hong Kong (en marzo) y en Suiza (en septiembre) tampoco se llevaron a cabo. Otras opciones, como las descomunales ferias Frieze en Londres y Nueva York, se cancelaron a mitad de año. Una encuesta hecha por Art Basel en julio, con más de 3.000 galerías, revela que casi el 50% de las ganancias que hizo cada una en 2019 se conseguían en estos encuentros. En 2020, las galerías apenas alcanzan un 16% en ganancias con las ferias virtuales.
“Una feria buena te da para vivir seis meses’', dice Pamela Echeverría de la galería Labor, una de las que se ha unido al evento presencial en Casa Versalles. Echeverría describe el esfuerzo de las 10 galerías en México como “un experimento” por ahora porque no esperan obtener las mismas ganancias ni la visibilidad que brinda Miami. “Lo hicimos porque también nos queríamos divertir”, dice Echeverría. “Y porque hay una gran cadena de gente que vive de esto: los artistas, el transportista, el carpintero que hace la base para las esculturas, el que monta el video. Así que invertimos menos de lo que uno invierte en ir a una feria, y el dinero quizás no lo recuperaremos, pero no importa”.
La versión Art Basel en México
Siguiendo los protocolos de seguridad de los museos en la Ciudad de México —mascarilla, toma de temperatura, aforo limitado— tanto los coleccionistas como los ciudadanos pueden hacer una cita para pasearse en la Casa Versalles hasta el domingo 6 de diciembre. “Nosotros presentamos pinturas que tienen miles de capas de óleo que no puedes ver en una pantalla de computadora. El arte se ve en vivo, punto”, dice Echeverría sobre el trabajo de Labor, la primera galería visible al entrar al sitio.
En su sala aparece primero expuesto el óleo de dos metros de largo y ancho de la argentina Irene Kopelman, cerca del espectacular jaguar enjaulado de papel del mexicano Pablo Vargas Lugo e inspirado en el cuento de Borges La escritura de Dios (un narrador encerrado en una cárcel, como muchos seres humanos se sienten en pandemia, recuerda “que el jaguar era uno de los atributos del dios”).
Varios de los artistas expuestos trabajaron en sus obras durante la pandemia. Es el caso de los pequeños cuadros del cubano Wilfredo Prieto que se pueden ver en detalle en la exposición de la galería Kurimanzutto. Desde que arrancó la crisis de salud, Prieto empezó a dibujar todas las mañanas con acrílico sus cuadros abstractos inspirados en las noticias que escuchaba en la mañana desde La Habana. Entre los títulos de sus obras están La complicada situación a nivel mundial, Vecinos insultan a enfermeras o niños, Asciende a 5.100 y supera los 215.000.
“Es una serie de obras a partir de las noticias que leo en diferentes medios internacionales y las transformé en pintura”, explica Prieto, que vive en la capital cubana y no viajó para la inauguración de la muestra. Los cuadros que ofrece Kurimanzutto de Prieto hacen parte de la exposición Fake News, cuya idea es transformar las noticias virtuales en algo material y reflexionar sobre la interpretación de la realidad que hace el periodista, el lector o un artista. “Es como un ritual de traducción”, dice.
“Hay mucha gente que sí necesita ver la pieza en vivo para animarse [a comprar]”, dice Ana Paula de Haro de la galería OMR. Aunque su galería es una de las que mayor empeño puso en su exposición en la página web de Art Basel —tiene una opción para medir el tamaño de cada cuadro en una pared blanca virtual— de Haro explica que los coleccionistas mayores son más reticentes a comprar una obra si solo la pueden ver en la web. “Hay toda una generación que necesita estar frente al galerista”, apunta.
Y sí hay una diferencia abismal entre la versión web de algunas obras y la versión que presentan en la casa Versalles. Páramo, The Reunion II, un cuadro del mexicano Gabriel Rico, es una obra hecha con finos hilos de algodón y cera de abejas (usada por grupos huicholes en San Andrés Cohamiata, en Jalisco), que en la versión web parece un dibujo hecho con algo de óleo, pero en la versión en vivo cada hilo de este minucioso tejido brilla de forma distinta.
Ir a la exposición en Casa Versalles es entrar al reino del amante de los detalles. Al igual que la cera de abejas de Rico están las delicadas plumas de pavo con las que trabaja Gabriel de la Mora, o el reflejo de los vidrios color esmeralda de Claudia Peña-Salinas, o los ladrillos cortados y reconstruidos de Héctor Zamora. También está la posibilidad de abandonar la luz de la pantalla del computador por la luz natural de las tardes en ciudad de México, luz que resalta los colores explosivos en los enormes cuadros de la argentina Ad Minoliti, una obra con formas geométricas para representar una “ficción especulativa no-binaria”. Sus cuatro cuadros en un pequeño cuarto de Casa Versalles —Lesbianas, Drags NB y Ace— de la galería Agustina Ferreyra es una traducción de teorías de género intentando transformar estos conceptos en un universo pictórico completamente alternativo.
Una de las joyas de la exposición en Casa Versalles es, paradójicamente, quizás una de las menos visibles y menos abstractas. Si bien la mayoría de las galerías están en la segunda planta de la mansión, en el primer piso hay una especie de sótano en el que la galería MAIA Contemporary presenta al salvadoreño Simón Vega y al griego, que vive en Ciudad de México, Theo Michael. “Ficciones arqueológicas espaciales”, se llama la pequeña exposición, una entrada a un mundo postapocalíptico en el que Michel trabajó piedras con grafitis que podrían representar las ruinas del mundo que dejaremos si destruimos el planeta; y una nave espacial y trajes de astronautas diseñados por Simón Vega con los que quizás podríamos escapar, y dejar en ruinas, a este triste planeta.
La oportunidad de volver a lo local
El 10% de las ganancias que hagan las galerías en estos pocos días en la Casa Versalles van a ir destinados a dos museos públicos de la ciudad, el Museo de Arte Carrillo Gil y el Museo Tamayo de Arte Contemporáneo. “Es una iniciativa muy generosa esta de apoyar a los museos, porque todos nos hemos visto afectados por la pandemia, y este es un esfuerzo por cerrar filas a nivel local”, dice a El PAÍS Magali Arriola, que dirige el Museo Tamayo. “Nuestra esperanza es que funcione y que ayude a activar mucho la escena artística, porque somos como un organismo: galeristas, coleccionistas e instituciones. Iniciativas como estas fortalecen la interdependencia y fortalecen a todo el ecosistema”.
“Este esfuerzo de colaboración es bastante único”, señala a El PAÍS Noah Horowitz, director de Miami Basel para las Américas, sobre el esfuerzo de Casa Versalles en México. Aunque algunas galerías de Río de Janeiro o Miami han intentado mostrar sus obras a los coleccionistas en la playa o en las calles, esta es la primera vez que varias galerías tienen la iniciativa de trabajar conjuntamente en un espacio alternativo para apoyar museos públicos.
Arriola, del Museo Tamayo, explica que a pesar de todas las dificultades que ha traído la pandemia al mercado del arte esta también ha obligado a los curadores de los museos y a las galerías a trabajar más con artistas locales que con las estrellas internacionales con una plataforma consolidada a nivel global.
Ese no es un fenómeno solo en México sino en otras galerías de Latinoamérica: la galería brasileña Bergamin & Gomide, por ejemplo, decidió trabajar este año con artistas más jóvenes de Río de Janeiro en vez de enfocarse en los artistas más institucionales con los que habían trabajado antes. “Ya tenemos cuatro artistas nuevos pero queremos alcanzar a trabajar con 10 para el 2021”, señala a El PAÍS Thiago Gomide, quien expuso por primera vez en 2019 en Miami. “A mi me incomoda un poco ese aspecto algo extractivista de las ferias, y yo quería estar más en contacto con mi generación, con la escena local, así que ha sido placentero trabajar más cerca con los artistas de acá”.
“Es muy importante este compañerismo que ha surgido”, dice a El PAÍS Inés López-Quesada de la galería Travesía Cuatro, que también hace parte de la exposición en la Casa Versalles. Al igual que la mayoría de sus colegas entrevistados, López-Quesada extrañaba la posibilidad de experimentar el arte en vivo, pero reconoce que la virtualidad ha traído cambios que pueden ser positivos en el mercado del arte: la transparencia en los precios —Art Basel requiere poner el precio o un rango para cada obra—, la necesidad de hacer vídeos con los artistas que den más contexto sobre su obra, y sobre todo, el regreso a lo local no solo en términos de artistas sino de coleccionistas que pueden visitar la galería en la ciudad de México sin necesidad de tomar un avión. “Es nuestro experimento, porque nos parece que el Museo Tamayo y el Museo Carrillo Gil pasan por momentos muy delicados, y porque queremos reactivar la escena, y activar de nuevo a los coleccionistas locales para que se acerquen a estos espacios.”
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