Ricardo Anaya, el hombre que dividió a la derecha para pactar con la izquierda
El candidato presidencial de Por México al Frente abandera un proyecto que tuvo un alto costo en los partidos que lo integran
Ricardo Anaya ha sido llamado el “joven maravilla” de la política mexicana. Este domingo, a sus 39 años, pondrá a prueba su meteórica trayectoria como rostro de Por México al Frente, una alianza de partidos de derecha, izquierda y centro. La construcción del proyecto, inédito en México en una elección presidencial reciente, no fue fácil. Dividió al conservador Partido Acción Nacional (PAN) y funciona como el barco salvavidas del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), mermado por el crecimiento de Andrés Manuel López Obrador en las encuestas. Anaya se juega gran parte de su futuro político y con muchos de sus adversarios deseándole la derrota para cobrar facturas.
Anaya llegó a los reflectores políticos de Ciudad de México en 2012. Provenía de Querétaro, un Estado del centro del país, donde se había fraguado un perfil de hábil operador político del gobernador local del Partido Acción Nacional (PAN, derechas). Siendo diputado local aterrizó en la campaña presidencial de Josefina Vázquez Mota y se convirtió en uno de sus voceros gracias a su frescura y elocuencia. Su misión era contrastar los supuestos logros que había tenido Enrique Peña Nieto, el candidato del PRI, quien era el rival a vencer. Su participación en la contienda fue breve. Un escándalo lo salpicó por primera vez en su trayectoria y dejó sus tareas para volver a Querétaro a defenderse de un empresario acusado de fraude que lo vinculó en un problema legal.
La campaña más importante en la vida de Anaya, quien participa en su segunda elección en dos décadas, también se ha visto lastrada por asuntos turbios. La venta de una nave industrial en 2016 del candidato a un empresario se convirtió en un ancla que impidió a su campaña despegar en las encuestas. La Procuraduría General de la República (PGR, Fiscalía) investiga un presunto lavado de dinero en la triangulación de 2,9 millones de dólares. Quince personas han sido imputadas y 400 cuentas bancarias han sido congeladas en un caso que no ha tocado directamente a Anaya, pero que le ha supuesto lo suficiente como para que una parte del electorado lo mire con suspicacia.
Este abogado de provincias con estudios de posgrado en Derecho Fiscal y Ciencia Política nació en una familia de clase media. Es hijo de una arquitecta y un ingeniero químico. En 2016, tras tres años como diputado federal, se convirtió en la pujante promesa de la derecha. Como dirigente del partido conservador obtuvo un triunfo inédito en las elecciones locales de junio de aquel año. El PAN ganó siete de 12 gobernaturas en juego, propinando al PRI un descalabro histórico.
La victoria logró despejar también la polémica forma como Anaya se hizo con la dirigencia del partido. El joven diputado fue presidente interino entre septiembre de 2014 y enero de 2015. En cuatro meses sumó los apoyos y desplazó a Gustavo Madero, quien lo había hecho secretario general. Ese gesto fue visto por muchos de sus enemigos al interior del partido como una traición, una palabra que suele repetirse en los retratos de la trayectoria de Anaya. De esa forma, el joven político pavimentó un camino a una elección interna que ganó con holgura. En agosto de 2015, a sus 36 años, Anaya se convirtió en el presidente más joven de la formación conservadora.
Anaya llegó a la presidencia del PAN con la promesa de regenerarlo. El partido arrastraba el desgaste de las administraciones de Vicente Fox y Felipe Calderón, que gobernó México entre 2000 y 2012. También había perdido apoyos entre sus bases al apoyar el Pacto por México, el programa de reformas propuesto por Enrique Peña Nieto al llegar al poder. El propio Anaya tuvo un papel muy importante al avalar ocho de las diez normas como legislador. Esto le ha jugado en contra al venderse como el candidato del cambio en una campaña donde los aspirantes han tratado de tomar distancia del impopular mandato de Peña Nieto. Para demostrarlo, Anaya afirmó en campaña estar preparado para juzgar al presidente del PRI por corrupción. En un exceso de pragmatismo también se dijo dispuesto a pactar con él para llegar al poder.
Anaya utilizó su paso por el PAN para cimentar su carrera presidencial. Para ello requería neutralizar al influyente grupo conformado por los cercanos al expresidente Felipe Calderón, que veía en su esposa, Margarita Zavala, a la candidata con mayores posibilidades de derrotar a López Obrador en las elecciones de 2018. Pero Anaya nunca cedió en sus ambiciones y generó una ruptura dentro del partido que se hizo pública en octubre de 2017, cuando Zavala dejó el PAN después de 33 años de militancia para buscar una candidatura sin partido. “Esta vuelta la ganó él. Sí estaba en sus cálculos sacar al calderonismo del PAN”, señala un exlegislador cercano a Calderón que pide no ser citado por su nombre antes de las elecciones.
La grieta interna obligó a Anaya a ver más allá de las filas del PAN para construir su proyecto presidencial. Lo halló en una idea llamada “el cuarto polo”, una propuesta ideada en la izquierda para hacer gobiernos estables de mayoría y naturaleza progresista. Esa fue la génesis de Por México al Frente, una coalición nacida en diciembre de 2017 conformada por el PAN, el Partido de la Revolución Democrática (PRD, izquierdas) y Movimiento Ciudadano, de centro. Anaya quedó como candidato a pesar de que varios gobernadores intentaron competir por ser la cabeza del proyecto. Para tranquilizar a las bases, los tres partidos pactaron un reparto de carteras y posiciones en el Congreso. Los adversarios de Anaya, sin embargo, aseguran que el Frente no tiene sentido perdiendo la presidencia.
Este domingo Anaya pone a prueba en las urnas un proyecto único en México. Sin embargo, su éxito será medido con el listón del PAN. Vicente Fox rozó los 16 millones de votos en 2000. Seis años después, Calderón arrebató a López Obrador la presidencia con 15 millones de votos. La debacle se materializó en 2012, cuando Josefina Vázquez Mota obtuvo únicamente 12.7 millones de sufragios. Un descalabro este domingo obligaría a Anaya a dar muchas explicaciones. “Vendrán revulsivos internos después de la elección si es que hay una derrota como la que se ve venir”, vaticina un exsenador.
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