Detienen a ‘La Rana’ en México, uno de los acusados por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa
El fiscal del caso Iguala informa de la aprehensión, cuando se cumplen tres años y medio de lo ocurrido. Ya hay más de 100 detenidos por este caso
El Gobierno mexicano ha informado este lunes de la detención de uno de los acusados por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en septiembre de 2014. Se trata de Erick "N", alias La Rana. Al parecer, La Rana habría asesinado a algunos de los estudiantes en el basurero de Cocula, de acuerdo a la versión que ha promovido el Gobierno estos años. Con esta detención son ya más de 100 los presuntos involucrados capturados por este caso.
El anuncio lo ha hecho el fiscal especial del Caso Iguala, Alfredo Higuera. Acompañado de altos cargos del Gobierno, el fiscal ha informado de que Erick "N" "es señalado como un generador de violencia en la zona del Río Balsas, respecto de la cual también hay investigaciones abiertas, por lo que se encuentra rindiendo su declaración".
La desaparición de los 43 es uno de los parteaguas del sexenio de Enrique Peña Nieto. Hasta el 26 de septiembre de 2014, su Gobierno vivía un idilio con los medios de comunicación y las organizaciones de la sociedad civil. Peña Nieto y su gabinete recibían alabanzas por sus reformas, la energética, la de telecomunicaciones, la educativa. Medios de México y el extranjero le ponían de ejemplo de los nuevos tiempos. La modernidad hecha carne política. Luego llegó la noche de Iguala.
En el Estado de Guerrero, uno de los más pobres de México, Iguala era la frontera entre dos estados invisibles. Dos grupos criminales se disputaban la sierra baja, puerta de entrada a los campos de amapola y marihuana. Iguala era el bastión de Guerreros Unidos. Sus contricantes eran Los Rojos. Unos y otros, grupos que se habían compuesto en torno a los restos de un cartel que antaño había dominado prácticamente todo el estado, el cartel de los Beltrán Leyva.
El viernes 26 de septiembre de 2014, integrantes de Guerreros Unidos apoyados por policías de Iguala y otros pueblos cercanos interceptaron a un grupo de estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, con sede en Ayotzinapa. Sobre el mapa, este municipio queda bajo la influencia del grupo contrario.
Según la versión que ha tratado de vender el Gobierno estos años, los Guerreros Unidos pensaron que los estudiantes eran en realidad rojos camuflados. Como cada mes de septiembre, los estudiantes de la normal preparaban un viaje a Ciudad de México el 2 de octubre, con motivo de los eventos conmemorativos de la matanza de Tlatelolco, en 1968. Al parecer, ese vieja previo a Iguala era para buscar autobuses que pudieran llevarlos a todos.
Pero los Guerreros Unidos hicieron caso omiso de las explicaciones. Los estudiantes apenas entraban en Iguala cuando policiías y criminales les atacaron. Algunos murieron en las calles del municipio, otros pudieron escapar. A 43 se los llevaron. Desde entonces, las autoridades sólo han dado con los restos de uno de ellos, Alexander Mora. No hay rastro de los otros.
El destino de los estudiantes constituye el núcleo de la polémica más dolorosa del sexenio. ¿Qué fue de ellos? A pocos meses de su desaparición, el Gobierno presentó un informe que defendía la tesis de su muerte. A partir de entrevistas con integrantes de Guerreros Unidos detenidos, el procurador general de justicia, Jesús Murillo Karam, argumentó que los sicarios habían transportado a los jóvenes al basurero de Cocula, un pueblo cercano a Iguala. Allí los habrían matado a balazos y luego apilado y prendido fuego. Meses más tarde, las autoridades informaron del hallazgo de los huesos de Alexander Mora cerca de allí.
Pero las familias de los estudiantes y buena parte de la sociedad civil mexicana rechazaban las explicaciones de la fiscalía. No había pruebas de que los hubieran quemado, defendían. La bronca fue de tal magnitud que el Gobierno aceptó, aunque a regañadientes, que la Organización de Estados Americanos conformara un grupo de expertos que estudiara de nuevo las pruebas recogidas por la fiscalía, levantara sus propios peritajes y alcanzara sus conclusiones. Paralelamente, el prestigioso Equipo Argentino de Antropología Forense inició un estudio en el basurero, para tratar de averiguar si era posible que los sicarios hubieran armado un fuego allí, con la potencia necesaria para desahacer hasta la nada a decenas de muchachos.
Con los meses, el desacuerdo entre el Gobierno por un lado y las familias y el resto de peritos por otro se acentuó. El Gobierno defendía la tesis del basurero y los otros contestaban que no había pruebas suficientes que la desmotraran De tal manera que a día de hoy no se sabe muy bien qué pasó con los 43.
Resulta una incógnita saber qué información podría aportar ahora La Rana. En la testimonial de Jonathan "N", divulgada hace unos meses por el diario El Universal, el sicario explica que La Rana fue uno de los que recibieron a los estudiantes en el basurero. Los recibían, los interrogaban y los mataban. Luego dice que La Rana se habría encargado de transportar a los sicarios del basurero a otros puntos de la zona.
Por los dichos de Jonathan "N", no parece que La Rana ocupara un puesto importante en Guerreros Unidos. En situación parecida le deja un extenso reportaje sobre la organización publicado en 2016 en la revista Nexos. Su autor, el periodista Héctor de Mauleón, lo menciona como un halcón de segunda fila, esto es, alguien que empezó pasando información a los capitanes, los jefes de plaza.
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