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Piñera necesita los votos del candidato pinochetista para ganar la segunda vuelta en Chile

José Antonio Kast, que revindica la dictadura, quedó en cuarto lugar con un 8% en las elecciones chilenas

Rocío Montes
El apretón de manos entre Piñera y Kast.
El apretón de manos entre Piñera y Kast.REUTERS
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Si en las elecciones del domingo en Chile la sorpresa en la izquierda fue el 20,27% del Frente Amplio, con su candidata Beatriz Sánchez, en la derecha fue el resultado que alcanzó José Antonio Kast, que con el 7,93% de los sufragios quedó en un inesperado cuarto lugar en las presidenciales. Aunque las cuestionadas encuestas le daban apenas un 2,7%, con un discurso extremo y conservador logró conseguir el respaldo de unos 520.000 electores, seducidos por su posición contraria al aborto en todas sus expresiones, su relato antidelincuencia y las reivindicaciones a la dictadura. "Con Pinochet nos habríamos tomado un tecito en La Moneda", señaló Kast pocas horas antes de los comicios.

La noche del domingo se puso de inmediato a disposición del expresidente Sebastián Piñera, que con el 36,6% logró con una corta victoria con miras al balotaje del 17 de diciembre próximo, cuando se medirá con el oficialista Alejandro Guillier (que obtuvo un 22,70%). "Vamos a trabajar por Chile y eso implica que saquemos a la izquierda ideológica del Gobierno. Es hoy la prioridad número uno", indicó Kast en una rueda de prensa, donde anunció que este miércoles arrancará su gira por el sur y norte de Chile para ayudar a Piñera en su campaña.

Casado y con nueve hijos, tuvo una campaña polémica donde se mostró partidario de que los civiles puedan tener armas en sus casas para defenderse: "Que los delincuentes no se metan conmigo ni con mi familia. Si entran a mi casa, voy a disparar", señaló el diputado. Para controlar el narcotráfico propuso cerrar las fronteras con Bolivia, defendió el método natural de anticoncepción "porque es gratis" y rechazó la "inmigración ilegal", porque la prioridad son los chilenos. Kast ha congregado a parte del mundo evangélico y militar, con propuestas que buscan el indulto de los exuniformados condenados por violaciones a los derechos humanos en dictadura. Para el parlamentario, existen condenados que "injusta o inhumanamente están presos".

Para Piñera, Kast es un problema y una incomodidad. No solo debilitó su base de apoyo en la primera vuelta del domingo, restándole un 8% por la derecha que probablemente lo habría respaldado. Con miras a la segunda vuelta, el expresidente tendrá la compleja misión de capturar a sus electores y conquistar a su vez al centro político, de querer conseguir el 50% más un voto necesario para ganarle a Guillier. En cualquier caso —al menos en el discurso—, Piñera ha aclarado que no se derechizará y que mantendrá el rumbo de su campaña, donde intenta apelar a los sectores moderados.

"Lo peor que podría hacer Piñera es derechizarse para capturar el voto de Kast. En las segundas vueltas, el combate está en el centro. Probablemente haya votantes de Kast a los que Piñera nunca podrá conquistar, pero la inmensa mayoría no tiene remedio. Sería increíble que quisieran arriesgarse a un Gobierno de Guillier apoyado por el Frente Amplio de izquierda", señala David Gallagher, analista político y referente de la derecha liberal. De acuerdo con el economista, nunca antes un candidato del sector había hecho una campaña testimonial sabiendo que no tenía ninguna posibilidad de ganar y "mucha gente respaldó a Kast en primera vuelta como un testimonio casi religioso".

No fue un candidato políticamente correcto, tiene un buen despliegue escénico y su discurso parece coherente. "Lo que hizo Kast fue decir lo que piensa, que para un político no es común. Dice lo que parecen barbaridades y eso tiene sus réditos", analiza Gallagher.

Su aparición y el alto respaldo alcanzado el domingo hace recordar experiencias extranjeras donde la ultraderecha adquiere fuerza, tanto en Europa como en Estados Unidos. Para Lucía Dammert, analista política y académica de la Universidad de Santiago, "Chile es un país que tuvo un proceso de transición a la democracia que invisibilizó a determinados grupos. Uno de esos sectores fue la derecha pinochetista que por mucho tiempo estuvo guardada en el armario —porque no era políticamente correcta—, pero sigue existiendo en el país". Finalmente, indica Dammert, "Kast lo que hace es abrir un espacio para un cierto electorado que nunca dejó de existir en Chile".

Kast pretende fundar su propio partido y su jugada en estas elecciones era quedar posicionado como presidenciable con miras a las futuras presidenciales de 2021. De acuerdo con Marco Moreno, decano de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Central, el diputado "representa ideas similares al Tea Party de Estados Unidos, aunque con el ingrediente del pinochetismo". Piñera, según el politólogo, "tiene el dilema de prisionero". "Si se corre a la derecha en busca del votante de Kast, necesariamente va a perder voto del medio, que no comulga con las posiciones extremas del diputado".

Quien podría tensar esa disyuntiva, de acuerdo con Moreno, es justamente la presidenta Michelle Bachelet con alguna decisión política entre la primera y segunda vuelta. La jefa de Estado podría, por ejemplo, satisfacer las demandas de las víctimas de la dictadura y cerrar el penal Punta Peuco, destinado a exmilitares violadores de los derechos humanos. "Entonces, ¿cómo va a reaccionar Piñera? Kast lo va a presionar y va a pedirle que se oponga", se pregunta el decano. "Bachelet podría perfectamente jugar esa carta", explica.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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