“No podemos seguir culpando a Pinochet de todo lo que pasa en Chile”
Uno de los referentes intelectuales de la nueva coalición chilena, la gran triunfadora de las elecciones del domingo, aclara que “el Frente Amplio no es bacheletista. Nunca lo ha sido".
La nueva coalición de izquierda chilena Frente Amplio fue la gran sorpresa de las elecciones del domingo con un inesperado 20,27% de su candidata, Beatriz Sánchez, que estuvo a punto de entrar a la segunda vuelta. Compuesta por una docena de partidos y movimientos a comienzos de 2017, consiguió 20 diputados y un senador, con lo que queda con una representación de un 10% en el Congreso, donde el oficialismo de centroizquierda pierde la mayoría. El sociólogo y académico Carlos Ruiz, uno de sus ideólogos y presidente de su centro de pensamientos, Nodo XXI, explica las definiciones de esta fuerza emergente y sus próximos desafíos, como su posición con miras al balotaje que enfrentará al oficialista Alejandro Guillier con el derechista Sebastián Piñera el próximo 17 de diciembre.
Pregunta. ¿Cómo se entiende la diversidad de partidos y movimientos que integran el Frente Amplio chileno?
Respuesta. La estructura política de la transición a la democracia en Chile fue sumamente cerrada, como en ningún otro país de América Latina. No fue nunca abierta ni por la reforma constitucional de Ricardo Lagos ni por Michelle Bachelet. Siempre fue falso el multipartidismo. La heterogeneidad interna del Frente Amplio tiene mucha relación a ese antecedente.
P. ¿Cómo explica el éxito de esta coalición en las recientes elecciones?
R. El bipartidismo viene cayendo en una sostenida crisis de representación desde fines de los años 90. En Chile existe una desidentificación fuerte entre sociedad y política y se buscan nuevas alternativas, como el Frente Amplio.
P. ¿Qué los une?
R. Existe una dosis de pragmatismo electoral para la articulación de muchas organizaciones que, vistas desde lejos, aparentemente no tienen nada que ver desde el punto de vista ideológico. Pero comparten un corazón, un centro: la emergencia de las fuerzas que vienen de esas movilizaciones sociales de 2011, que no son solo las estudiantiles. Tenemos que madurar como proyecto político. El problema de la responsabilidad que se nos abre con la segunda vuelta, de hecho, va a empezar a presionar para que se profundice en una serie de temas al interior del Frente Amplio.
P. Como, por ejemplo, las diferencias reales que tienen con la Nueva Mayoría, la coalición de Bachelet.
R. Tenemos una concepción de Estado y de los derechos sociales distinta de la Nueva Mayoría. La Nueva Mayoría –que es lo mismo que la vieja Concertación–, proyectó un modelo neoliberal heredado. En temas como la educación o la salud, lo que entrega son bonos estatales para que se consuman en ofertas privadas que están garantizadas por el Estado. Proponen un subsidio estatal a la acumulación privada, pero eso no es un derecho social. Esas cosas me imagino que se van a conversar ahora. El Frente Amplio en estos días tiene la posibilidad de apretar definiciones que nunca en la Concertación [de centroizquierda] son transparentes.
En el extranjero existe la imagen de que como Bachelet es socialista, hija de un ejecutado y ella misma estuvo presa, aparentemente tendría que ser antineoliberal. Y no lo es, precisamente
P. Un dirigente del Frente Amplio señaló que pase lo que pase en segunda vuelta –gane Guillier o Piñera– no van a ser parte del próximo Gobierno
R. Se ha planteado desde esa posición hasta conversar y hasta ingresar a la Nueva Mayoría. Tienes todo el abanico de opiniones. Pero hay que esperar a que se delibere internamente, de forma democrática y transparente. Lo que corresponde con la gente que votó por el Frente Amplio es presionar y empujar para que las reformas se hagan con la concepción que nosotros tenemos de esas transformaciones.
P. ¿Realmente lo cree posible?
R. Tiene relación con las tensiones del oficialismo, porque por ejemplo: la mayor oposición para que la reforma educacional apuntase hacia la reconstrucción de la educación pública –que se frustró en este Gobierno de Bachelet–, fueron figuras del propio oficialismo que tenían intereses educacionales privados. No fueron bloqueos de la derecha, eso es falso. Después de 25 años, no podemos seguir culpando a Pinochet de todo lo que pasa en Chile. No es que quiera defender a Pinochet –todo lo contrario–, pero muchos se acomodaron a su legado en este país, aunque hayan sido opositores.
P. ¿Cuál es su diagnóstico de este segundo Gobierno de Bachelet?
R. Tenemos una lectura critica del Gobierno de Michelle Bachelet, somos opositores. Tomaron muchos de los discursos de las movilizaciones sociales de 2011 y los instrumentalizaron, de manera que fueron torcidos. Se produjo una inmensa confusión. Los más contentos con los ajustes que se hicieron en los áreas sociales fueron las universidades y clínicas privadas, por ejemplo. La centroizquierda utiliza el discurso socialdemócrata como un camino de legitimación de políticas al estilo Milton Friedman, Escuela de Chicago y el modelo neoliberal.
P. En el Gobierno de Bachelet se observa cierto optimismo. ¿El 20% del Frente Amplio es un respaldo a su camino?¿De alguna forma le pertenece?
R. Me sorprende que estén contentos. Si dan por zanjado que esta votación les pertenece, están en un grave error. Creo que no han entendido nada de lo que se expresó en las urnas y lo están leyendo de una manera facilista. El dato que entregan las elecciones es que se acabó la hegemonía de la Concertación [centroizquierda] sobre le izquierda en Chile, que se prolongó por 25 años. Se acabó y es el gran cambio. Y eso lo van a tener que entender en el Gobierno, los socialistas y todos los que se autodenominan progresistas en esos espacios. Tendrán que conversar en otros términos con otros grupos de la izquierda que estuvieron acallados por tanto tiempo. El Frente Amplio no es bacheletista. Nunca lo ha sido. Si no, ¿qué hacíamos fuera del Gobierno?
P. Pero Bachelet es de izquierda y ha impulsado una agenda de reformas.
R. En el extranjero existe la imagen de que como Bachelet es socialista, hija de un ejecutado y ella misma estuvo presa, aparentemente tendría que ser antineoliberal. Y no lo es, precisamente. Esa imagen funciona mucho en el extranjero, pero no es la imagen que hay adentro de Chile. En sus propios gobiernos se ha gestado una izquierda, la del Frente Amplio, que no se identifica ahí. Y el Frente Amplio no tiene nada de ultraizquierda ni pretende reeditar la izquierda del siglo XX.
P. ¿Será el voto antipiñera 2017 tan fuerte como el antipinochet el 88-89, que logró la unión del centro y la izquierda pese a las enormes diferencias?
R. Esa es una cuestión que funciona muy fuerte en la cultura política chilena, independientemente de que si eso no llega a buen puerto, habrá sido más bien porque las diferencias no se resolvieron. Yo creo que el oficialismo debe hacer un aprendizaje. Siempre en el pasado estuvo acostumbrado al chantaje de parar todos juntos a la derecha, lo que implicaba subordinarse, sin reclamar ni discutir. Pero la conversación ahora es entre iguales, completamente distinta. Si tienen una posición obcecada, tratando de mantener la hegemonía que tuvo antes sobre la izquierda, serán los responsables de que salga electo Piñera.
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