La cuna de Sandino planta cara a Daniel Ortega
Resistencia entre las bases del Frente Sandinista ante la imposición de candidatos leales al presidente para las elecciones municipales previstas para noviembre
Hay en el Frente Sandinista una rebelión que sin ninguna duda será aplastada por el liderazgo del presidente Daniel Ortega, permanente secretario general del partido. Desde hace dos semanas en varios municipios del país —controlados por el FSLN— los pobladores se han tomado las calles para exigir punto final al llamado dedazo, es decir la imposición de candidatos leales a Ortega para participar en las elecciones municipales previstas para noviembre, que dado el control de todo el sistema electoral en las manos del caudillo nicaragüense, carecen de transparencia y legitimidad. La resistencia que más ha llamado la atención ha sido en el municipio de Niquinohomo, en el Pacífico sur de Nicaragua, cuna del legendario general Augusto Sandino, la referencia histórica del Frente y en cuya figura Ortega se resguarda para proclamarse heredero único del sandinismo.
En este pequeño poblado de apenas 14.000 habitantes, pacífico y orgulloso de ser cuna del llamado "general de hombres libres", Ortega viaja una vez al año para celebrar el natalicio de Sandino. El Comandante es recibido con júbilo por la población, que se declara sandinista y muchos incluso orteguistas, pero la luna de miel, por el momento, está en pausa debido a que aquí Ortega quiere mantener como candidata a una leal, Martha Janeth Pérez, actual alcaldesa de la localidad, que es rechazada por los simpatizantes del FSLN.
Nicaragua realizará elecciones municipales en noviembre. Los comicios carecen de legitimidad y transparencia, dado que el Consejo Supremo Electoral (CSE) es controlado por Ortega. Hasta ahora no se han realizado reformas que garanticen condiciones mínimas y den confianza a la población, que cansada de pantomimas electorales mostró su descontento en los comicios generales del año pasado, cuando Ortega resultó electo por más del 70% de los votos, según el recuento oficial, pero con una abstención que superó el 50%, aunque la oposición asegura que fue de más del 70%.
En diciembre pasado Ortega se había acercado al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, para negociar una reforma al sistema electoral de cara a lograr alguna legitimidad en las elecciones. El proceso se ha manejado con secretismo tanto por el gobierno como por la OEA, aunque hasta ahora no se conocen resultados concretos, a tres meses de las municipales.
Ortega ha dicho que su gobierno practica la "democracia directa" y en un momento de inspiración decidió que realizaría encuestas entre los simpatizantes del Frente Sandinista en los municipios, para conocer sus necesidades y saber los nombres de aquellas personas que la población querría como representantes en sus poblados. El Comandante apenas sale de su refugio en la secretaria del Frente Sandinista, en el barrio de El Carmen de Managua, que además es su domicilio y palacio de gobierno. Poca veces se le ve en actos públicos en la capital y desde 2012 apenas ha salido una docena de veces a visitar los municipios, la mayoría para asistir a la celebración oficial del natalicio de Sandino en Niquinohomo. Es por eso que la prensa nicaragüense lo ha nombrado el "gobernante ausente".
"No queremos más dedazo", decía el lunes Erick Reyes Muñoz, vecino de Niquinohomo, apostado junto con otros habitantes del municipio en la entrada del cementerio local, cargando banderas rojinegras del partido sandinista. "Exigimos cambio. No más de lo mismo", dijo Carla Norory, quien aspiraba a convertirse en la candidata del partido para gobernar la localidad.
El discurso oficial, controlado por la vicepresidenta y esposa de Ortega, Rosario Murillo, afirma que el partido consultó a 600.000 personas en todo el país a través de 457 encuestas. Como resultado de esas encuestas fueron inscritos el pasado viernes ante el Tribunal Electoral los más de 6.000 candidatos a alcaldes, vicealcaldes y concejales del FSLN, aunque las listas de candidatos se mantienen en secreto. Así es la democracia del comandante Ortega.
El descontento por ese secretismo y por la imposición de candidatos leales al caudillo se ha regado por varios municipios del país. En Monimbó, histórica comunidad indígena y una de las más fervientes opositoras al somocismo a finales de la década del setenta del siglo pasado, los pobladores reclaman un cambio.
"Somos sandinistas, somos danielistas, pero no estamos de acuerdo con la imposición de candidatos", dijo Freddy Gaitán, de 63 años, combatiente del FSLN contra la dictadura de Somoza. Gaitán, para que el periodista le crea, muestra sus viejas credenciales del partido y el reconocimiento que el Frente le dio tras la caída de la dictadura y su participación en la lucha insurreccional.
Antes de cerrar la entrevista con un "¡Viva el Frente Sandinista!" con el puño en alto, Gaitán asegura que él no fue ni encuestado ni consultado por el partido y exige al presidente Ortega que ponga fin al dedazo. De no hacerlo, amenaza, él —leal con el partido— no votará en las municipales. Es dudoso que Ortega, acostumbrado a aplastar cualquier muestra de rebelión, escuche el reclamo del viejo combatiente.
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