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México ofrece “tocar todo y hablar todo” a los maestros tras la matanza

Peña Nieto, con el PRI erosionado, trata de zanjar con una negociación la crisis abierta por la matanza de Nochixtlan

Jan Martínez Ahrens

Enrique Peña Nieto se subió este jueves a la cuerda floja. En un ambiente altamente volátil, su Gobierno se sentó con la radical Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y abrió una mesa de negociación en la que, tras meses de choques por la reforma educativa, ofreció “tocar todo y hablarlo todo". La reunión tuvo como compañero invisible a los nueve muertos del domingo en Nochixtlan (Oaxaca) en un enfrentamiento con la policía. Sólo este derramamiento de sangre venció la resistencia del ejecutivo y, por orden directa del presidente, permitió iniciar un diálogo de horizonte incierto, donde el PRI, golpeado por los malos resultados electorales y el temor a una escalada violenta, busca salvar su último gran proyecto: la reforma educativa.

Fotografía cedida por la Secretaría de Gobernación de la reunión entre representantes de la CNTE y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio.
Fotografía cedida por la Secretaría de Gobernación de la reunión entre representantes de la CNTE y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio.

El punto de partida de ambas partes no puede ser más alejado. La CNTE, un sindicato fuertemente enraizado en Oaxaca, Chiapas y Michoacán, exige la retirada de la reforma educativa. No es una petición nueva. Desde su aprobación por la práctica totalidad del arco parlamentario, la coordinadora y sus huestes se han enfrentado a la ley con violencia. Han cortado carreteras, quemado oficinas electorales, tomado aeropuertos. La propia Ciudad de México ha sufrido sus embates. Esta escalada dio un giro terrible el pasado domingo. Los enfrentamientos con la policía en Nochixtlán, por el bloqueo de una arteria vial, acabaron en un baño de sangre. Nueve civiles murieron, ocho a tiros. Entre ellos había al menos un miembro del movimiento magisterial.

La autoría aún no ha sido aclarada, pero la versión policial perdió ese día su crédito. Pese a la inmensidad de la tragedia, durante más de 12 horas y ante una opinión pública horrorizada, los portavoces oficiales negaron que los agentes hubiesen usado armas de fuego. La publicación de imágenes que demostraban lo contrario (y que en un principio las autoridades tacharon de falsas) forzaron una rectificación. Pero el daño estaba hecho. Y aún fue a más.

A la falta de credibilidad se ha sumado la incapacidad para ofrecer una reconstrucción satisfactoria sobre las causas de la matanza. Quién, cómo, por qué. Ninguna de estas preguntas ha sido aún resuelta con claridad. Un fallo en cadena que ha devuelto la iniciativa política a la erosionada CNTE. “La mesa de diálogo es resultado de las movilizaciones”, enfatizaron anoche.

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El rumbo que tomará la negociación es desconocido. El timón lo lleva el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, un hábil interlocutor cuya capacidad para salir vivo de cualquier incendio quedó demostrada con el caso Iguala. Su designación para esta misión es significativa. Ahora mismo, es el hombre fuerte de Peña Nieto y el priísta con más puntos para aspirar a la candidatura presidencial. En la mesa representa, no la reforma educativa, sino directamente el poder central.

Consciente de la alta volatilidad del encuentro, el primer objetivo de Osorio Chong en su cara a cara con los sindicalistas fue “generar condiciones de distensión”. Para ello, ofreció una inusual apertura y un diálogo donde “se pueda tocar todo, y hablarlo todo”. “Y también con toda transparencia, decir en qué estamos parados, qué es lo que se puede hacer y también hasta dónde se puede llegar”, afirmó.

La primera prueba de resistencia para este catálogo de buenas intenciones vendrá el domingo con las manifestaciones convocadas por la CNTE y apoyadas por el eterno aspirante presidencial, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador. Pero el gran examen procederá de la misma causa del conflicto: la reforma educativa. La ley, la última gran baza política del mandato de Peña Nieto, desmantela el sistema clientelar que sirve de base del poder de la CNTE en los empobrecidos estados del sur. Con este fin, acaba con la compra-venta de plazas y su heredad e impone evaluaciones a los docentes.

Todo ello ha sido percibido por el sindicato y muchos docentes como una amenaza a su estabilidad laboral, un espectro especialmente temido en un universo paupérrimo, con un PIB per cápita cinco veces menor que el de la capital, y donde años de poder omnímodo de la CNTE, que llegó a controlar la administración educativa, ha establecido vínculos casi fedatarios con los militantes.

Con este anclaje y reforzado por la tragedia de Nochixtlan, el sindicato radical no dudó en poner sobre la mesa su petición de máximos. “Hasta que no logremos la abrogación de la nefasta reforma educativa, seguiremos en la ruta que hemos construido”, dijo un portavoz de la CNTE.

La retirada de la ley es, según el Gobierno, inasumible. El secretario de Educación, Aurelio Nuño, lo ha reiterado. También Osorio Chong. Pero el campo de juego no se agota, o al menos eso piensa el Ejecutivo mexicano, en este punto. El mismo sindicato, a la salida de la reunión, planteó un abanico de quejas, como los despidos de maestros y las nóminas retenidas por las huelgas, sobre las que el Gobierno puede ejercer su poder.

Desde esta perspectiva, el alcance de la negociación está abierto y se determinará con más precisión este lunes, cuando ambas partes vuelvan a reunirse. La presencia del secretario de Educación, otro delfín de Peña Nieto, será un punto caliente. Su ausencia anoche ha sido interpretada como una negativa del Ejecutivo a tocar los contenidos de la ley. Pero la presión sindical y la necesidad política de un acuerdo en tiempos de crisis para el PRI, pueden darle entrada y ampliar el tablero negociador. En cualquier caso, la baraja ya está sobre la mesa. La capacidad de los jugadores de pasar de lo imposible a lo posible marcará la partida.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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