Las “i” que Latinoamérica debe impulsar
La inversión en infraestructura, industrialización e innovación serán clave para afrontar la época de bajo crecimiento
Para los economistas, la inversión privada – especialmente en infraestructura – será el as bajo la manga que pueda ayudar a Latinoamérica a capear el post- boom. No en vano forma parte de uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La meta por los próximos 15 años es “Construir infraestructura resiliente, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación”.
Pero ¿cuán cerca está la región de alcanzar esta meta? Para ponerlo en claro, el énfasis se debe poner en las tres “i”, infraestructura, industrialización e innovación.
Infraestructura
De acuerdo a los Indicadores de Desarrollo Mundial (i), las inversiones en infraestructura como telecomunicaciones, electricidad y rutas son la base para la industrialización, la innovación y una mayor productividad.
En este sentido, aunque aún falta mucho por hacer, Latinoamérica va bien encaminada. En el primer semestre de 2015, de los cinco primeros países con mayor inversión privada en grandes proyectos de infraestructura de energía, transporte y agua, cuatro fueron latinoamericanos: Colombia, Chile, México y Brasil. Así, la región encabezó la lista como mayor destino de inversiones privadas en estos sectores con un 41% del total global, según este reporte.
Pero en momentos en que se prevé que la región registrará una contracción de entre 0,5% y 1%, es clave continuar fomentando las asociaciones público-privadas (APP) para financiar la mayoría de las grandes obras de infraestructura. Desde carreteras hasta puertos, aeropuertos y hospitales, escuelas y cárceles, las APP son ya una probada fórmula que está resultando cada vez más más atractiva para los gobiernos de la región.
Industrialización
En la mayoría de los países latinoamericanos, el proceso de industrialización de los productos agrícolas y ganaderos impulsa puestos de trabajo. Pero todavía cuesta hacer esta transición.
Apenas el 30% de la producción agrícola de los países en desarrollo se somete a la transformación industrial – esto es, por ejemplo, transformar leche vacuna en un pote de yogurt. En los países de altos ingresos, el 98% de las materias primas se procesan. Esto sugiere que hay grandes oportunidades para la agroindustria en los países en desarrollo.
De acuerdo a la ONU, “el efecto multiplicador del trabajo de la industrialización tiene un impacto positivo en la sociedad. Todo puesto de trabajo en la industria manufacturera crea otros 2,2 en otros sectores.”
Sin embargo, el valor agregado de la manufacturas como parte del PIB ha declinado a nivel global. Por ejemplo, la región de América Latina y el Caribe pasó del 22% en 1991 al 15% en 2014, informan los Indicadores de Desarrollo Mundial (i).
Para esto, es clave que América Latina se integre a las cadenas globales de valor (CGV). De hecho, un informe del Banco Mundial encontró que los países latinoamericanos tienden a integrarse a estas CGV únicamente al comienzo de las mismas —como exportadores de materias primas— o al final —como productores de bienes terminados— y no en el medio, el “punto óptimo” que brinda los mayores beneficios potenciales de crecimiento.
Innovación
Otra meta importante es alentar, promover y respaldar la innovación tecnológica y la investigación científica durante los próximos quince años y a apoyar su avance en los países en desarrollo.
La región aún es terreno pedregoso para la innovación.
Un dato a destacar es que no se registran suficientes patentes de productos nuevos. Mientras que en Japón se registraron 444 patentes nuevas por cada millón de habitantes en el 2014, en la mayoría de los países latinoamericanos, apenas rozan las 4 patentes, según la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos.
Además, escasea la inversión y la cantidad de recursos humanos para la investigación. De acuerdo a la UNESCO, la cantidad de ingenieros e investigadores en la región está por debajo de la media mundial:
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