Una clase con el famoso juez
Moro es también un profesor universitario que explica a sus alumnos sus investigaciones: “No es política, es justicia”
Lunes,4 de abril, 20.50 de la noche. Centenares de brasileños se manifiestan delante del edificio neoclásico de la Universidad Federal de Paraná, en la capital de Curitiba, a favor del juez Sérgio Moro y de la Operación Lava Jato, que investiga la trama corrupta en Petrobras. Mientras, el mismo Moro acude por una de las entradas laterales del centro. Se dirige a lentos pasos, acompañado por unos cuatro guardias, hacia un pasillo del primer piso. Llega en silencio y espera junto al aula donde a las nueve impartirá su clase de Derecho Procesal Penal para los alumnos del segundo año de Derecho.
Tras cruzar el portal de madera y saludar a su colega saliente, Moro deja detrás su condición de juez-héroe de la nación para asumir su segunda función: la de un discreto profesor universitario de 43 años. Todos guardan silencio y entonces Moro empieza a hablar. Todavía no lo hace como profesor, sino como la figura pública que también es. “Agradezco la manifestación, pero no puedo participar. Soy un juez y tenemos una serie de limitaciones”, explica. Y añade: “Cada uno tiene sus preferencias partidarias e ideologías. Pero lo que hemos intentado dejar claro es que no se trata de una cuestión política, sino de justicia, de derecho”.
El juez es también un discreto profesor universitario de 43 años
A Moro le criticaron desde el mundo político y jurídico cuando autorizó la divulgación de las escuchas al expresidente Lula, sobre todo la conversación con Dilma Rousseff, que está aforada. Le acusan de ser parcial y partidista. “Si lo que decidimos tiene consecuencias políticas, no es por eso que uno va a dejar de hacer lo correcto. El objetivo del juez es siempre intentar hacer lo correcto según dice la ley. Si algunos lo interpretan como una cuestión política, pues… No es mi perspectiva. Solo estoy haciendo mi trabajo”.
Antes de que empiece su clase, el magistrado comenta uno de sus temas preferidos: la Operación Manos Limpias de Italia. Sus comentarios sobre la investigación suenan como una alerta a Brasil, cuyo Congreso da señales de que quiere dificultar las investigaciones. “Durante el Mundial de 1994 [Mundial de fútbol, en Estados Unidos], cuando los italianos no estaban atentos, aprobaron el fin de la prisión provisional para crímenes contra la Administración pública, entre otras leyes. Muchas personas dejaron la prisión y las investigaciones ya no siguieron como antes”, explica. “Me gusta hablar de Manos Limpias, ya que no puedo hablar sobre lo que pasa ahora [risas]. Pero podéis hacer un paralelismo”.
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