Evo Morales arremete otra vez contra Chile en el Día del Mar
El presidente boliviano estudia recurrir a la justicia internacional por los derechos de agua del río altiplánico Silala
No está en un buen momento político, pero el presidente boliviano, Evo Morales, nuevamente echó mano a las relaciones exteriores en medio de la crisis interna. Luego de la derrota en el referéndum y del escándalo con su expareja y de un supuesto hijo, el mandatario anunció este jueves que estudia llevar a Chile a los tribunales internacionales por los derechos de agua del río Silala.
“He instruido a Diremar (Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima) a que estudie las alternativas jurídicas para asumir las defensas de nuestras aguas del Silala ante las instancias internacionales competentes”, indicó Morales en el marco de la conmemoración del Día del Mar. En 2014, también aprovechó estos festejos para anunciar la demanda contra Chile en La Haya por una salida soberana al Pacífico.
El Ministerio de Relaciones Exteriores chileno reaccionó de inmediato al anuncio del Jefe de Estado boliviano. “Chile no acepta amenazas ni diálogo con condiciones”, dijo el ministro Heraldo Muñoz. En referencia a las fórmulas que tiene su país para defender el Silala, señaló que “Chile también puede iniciar acciones judiciales contra Bolivia en las instancias internacionales”.
El Silala nace en dos puntos del altiplano boliviano, a más de 4.300 metros de altura y a unos tres kilómetros de la frontera con Chile. Sus aguas se alimentan de deshielos y lluvias, formando una especie de cajón. Para los bolivianos, que reclaman la propiedad de sus aguas, se trata de un manantial. Con esto busca que la UNESCO lo declare zona protegida.
Para los chilenos, en cambio, el Silala a medida que avanza se transforma en un río y, como traspasa la frontera, es internacional. La principal diferencia, sin embargo, radica en el camino de las aguas. Bolivia sostiene que Chile ha realizado obras artificiales para desviarlas hacia su territorio, mientras que Chile defiende que caen naturalmente por la pendiente y que no se han hecho trabajos de canalización en territorio boliviano para modificar su curso. Sea como fuere, el Silala es abundantemente usado por Chile, porque va camino a la ciudad de Calama y sirve para la minería, agricultura y consumo doméstico. En la zona boliviana, en cambio, nadie ocupa esas aguas.
Chile indica que existen estudios hidrográficos internacionales que avalan la idea de que se trata de un río. En 2009, en la primera Administración de Michelle Bachelet, hubo un intento de acuerdo para la distribución de volúmenes de agua. Pero finalmente no resultó, porque determinados círculos bolivianos se opusieron. Desde entonces, Bolivia sigue sin ocupar el agua de su territorio, que podría guardar. Ante las amenazas de bloquear el río, Chile en este tiempo también ha estudiado demandar a sus vecinos.
Morales esta mañana recordó el fallo de la Corte Internacional de Justicia, que en septiembre se declaró competente y desestimó la objeción preliminar chilena por 14 votos contra dos, lo que para el Gobierno boliviano representó un triunfo importante. “Hemos recibido el fallo de la corte con certeza y esperanza, porque entendemos que estos son tiempos de diálogo y es necesario trabajar de manera conjunta en soluciones que nos permitan resolver los temas pendientes de forma pacífica y en el marco de la verdadera integración de los pueblos”, indicó el presidente. “Sabemos que el camino no termina aquí y confiamos en que por el derecho, la razón y la justicia, la corte reconocerá la obligación asumida por Chile de negociar con Bolivia”.
Pero en Chile la lectura es distinta. Aunque la opinión pública chilena resintió el resultado de septiembre, para la Cancillería hubo al menos dos aspectos positivos para Chile en ese fallo: la declaración de que no va a haber un resultado predeterminado (por lo tanto la corte no va a decir qué es lo que tiene que resultar en el caso de haber una negociación) y que la disputa no se trata de un derecho de soberanía ni de salida al mar (sino de que si se originó por parte de Chile una obligación de negociar a partir de las conversaciones o negociaciones anteriores).
En ese sentido, Chile opina que Morales publicita el fallo de La Haya como una victoria porque resulta funcional a su política interna. Pero, de acuerdo con las autoridades chilenas, al Gobierno boliviano no le interesa tanto solucionar el asunto, sino mantener la demanda en la corte. “Bolivia nunca ha dicho con exactitud lo que quiere de Chile. Nunca. Dice que quiere salida soberana al Pacífico, pero ni siquiera ha definido lo que entiende por soberanía”, señaló a EL PAÍS Ascanio Cavallo, que coordina la comunicación del Gobierno de Chile frente a la demanda.
El ministro Heraldo Muñoz también se refirió al llamado de Morales a negociar: “Este llamado al diálogo es falso, porque está acompañado de esta eventual presentación de una nueva demanda. Pero Chile va a proteger sus intereses nacionales y reitero: la soberanía territorial no está en juego y así lo estableció la propia corte en el fallo preliminar”.
La campaña boliviana ha endurecido la posición de la opinión pública chilena. Luego del anuncio de esta mañana de Morales, de hecho, parlamentarios de la oposición pidieron al Gobierno que Chile abandone el Pacto de Bogotá, el acuerdo que obliga a los países firmantes a comparecer ante La Haya. Este camino, sin embargo, no parece posible. En primer lugar, porque no es claro si Morales finalmente demandará o no a Chile, como anunció este jueves. De hacerlo, tampoco se sabe si sería ante La Haya u otro organismo internacional.
Un tercer aspecto que resulta clave tiene que ver con la experiencia de Colombia, que se retiró del pacto en el marco de su conflicto con Nicaragua. Finalmente, la corte señaló que el juicio continuará. Para las autoridades chilenas, permanecer en el pacto además tiene la ventaja que se podría llevar a Bolivia a La Haya por materias controvertidas como el propio Silala.
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