11 fotosEl escaparate de Corea del Norte, el país más impenetrable del mundoPyongyang, la capital norcoreana y hogar de los más fieles al régimen, estrena parque acuático y club hípico 07 sept 2014 - 12:21CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceEl parque acuático Munsu, en Pyongyang, es uno de los proyectos grandiosos construidos por Kim Jon-un desde que heredó el poder absoluto de su padre a finales de 2011. Tiene cascadas, toboganes, piscinas cubiertas y al aire libre en los que cientos de críos, mujeres y hombres chapoteaban a finales de agosto.NAIARA GALARRAGADos norcoreanas fotografían los caballos en el recién inaugurado club hípico de Pyongyang a finales de agosto. Trotar media hora cuesta, según el listado de precios expuesto, 40.000 won a un adulto y la mitad a los niños. Es una cifra que supone entre 5 y 10 veces el salario medio.NAIARA GALARRAGARéplica de la plaza Kim Il-sung en el parque temático abierto en 2012 en la capital norcoreana, fotografiada el 31 de agosto. La plaza real, presidida por sendos retratos de Kim Il-sung (fundador de la dinastía) y de su hijo Kim Jong-il, es el corazón de Pyongyang y el escenario de las conmemoraciones y grandes desfiles militares.NAIARA GALARRAGAUna empleada de la Casa de Estudio del Pueblo posa con sendos ejemplares de 'El Quijote' en coreano (a la izquierda) y de 'Cien años de soledad' a finales de agosto. La biblioteca alberga unos 30 millones de volúmenes y cientos de personas acuden allí a diario a buscar información en la Intranet local. Los norcoeranos no tienen acceso a la red global de Internet. Como todos los norcoeranos adultos, la bibliotecaria luce un retrato del líder en la solapa izquierda.NAIARA GALARRAGAEstas nuevas torres de viviendas se alzan sobre el río Taedong, que divide la capital norcoreana. Pyongyang, donde existen rascacielos, parques cuidados y calles impolutas, es el escaparate del régimen. Allí viven los más leales y, aunque es la ciudad con los mejores servicios, también padece cortes de electricidad.NAIARA GALARRAGAVarias pasajeras y una revisora en el metro de la capital de Corea del Norte, construido hace cuatro décadas, a finales de agosto. Ahora tiene dos líneas que suman casi 20 paradas. Pero los visitantes extranjeros solo pueden viajar entre dos estaciones, entre Puhung y Yong Gwang. El billete cuesta 5 won. Los autobuses y los tranvías van abarrotados, las colas son largas y se ven algunas bicicletas (que cuestan el salario de 2-3 meses). En los últimos años ha aumentado el tráfico de coches.NAIARA GALARRAGAUna norcoreana fotografía con su móvil uno de los combates de lucha libre celebrados en Pyongyang el fin de semana pasado, veladas con las que el régimen pretende retomar la diplomacia del deporte.NAIARA GALARRAGAUna vecina de Pyongyang camina el lunes pasado por la plaza Kim Il-sung de la capital norcoreana. La proliferación de los mercados paralelos a la economía estatal (de venta o trueque de lo producido en huertas particulares) y los negocios de las empresas mixtas con extranjeros han generado una mejora económica que es visible en la ciudad. Como todos los norcoeranos adultos, la joven luce un retrato del líder en la solapa izquierda.NAIARA GALARRAGAVarios norcoreanos consultan la Intranet local en el Palacio de Estudio del Pueblo, en Pyongyang, a finales de agosto. La red global de Internet es inaccesible desde el país asiático.NAIARA GALARRAGAUn grupo de escolares de visita a la plaza Kim Il-sung el lunes 1 de septiembre practica su inglés con una foránea. Los niños norcoreanos son de talla menor a los surcoreanos como consecuencia de la brutal hambruna de finales de los noventa, que mató a unas 600.000 personas, según las estimaciones más reciente, y la persistente escasez de comida.NAIARA GALARRAGALa proliferación de los mercados paralelos a la economía estatal ha derivado en la aparición de algunos coches de lujo, como este BMW aparcado ante un restaurante de Pyongyang a finales de agosto. El color de la matrícula indica que el automóvil es de propiedad estatal. Los del Ejército llevan matrícula negra; los de empresas mixtas, roja y los diplomáticos, azul.NAIARA GALARRAGA