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De la banalidad a la complejidad del mal

Los funcionarios sumisos e incapaces de tener un criterio propio se escudaban en la obediencia debida para declararse inocentes de los delitos cometidos en el cumplimiento de las órdenes de su organización. Los millonarios arrogantes y maquiavélicos, en cambio, se escudan en la delegación de su autoridad para declararse también inocentes de los delitos cometidos sistemáticamente en sus empresas por los directivos bajo sus órdenes.

Las responsabilidades se diluyen por todos los lados. Arriba, porque los más poderosos no van a salvar la cara a sus subordinados. Abajo, porque hay un disolvente formidable que conduce al silencio e incluso a la resignada aceptación de la culpa: el dinero, materia de la que hay en tanta abundancia en la casa como para inundar al entero departamento de policía.

Unos echan el paquete infame para arriba, los otros lo sueltan para abajo. Todos lo lamentan, pero nadie se lo queda. Pero la novedad es la subcontratación del mal. La subcontrata permite externalizar las responsabilidades: abogados, detectives, periodistas son los que cargarán con el muerto. Se puede incluir así en los costes el precio a pagar por el delito y su ocultación.

Las pruebas son escasas: hay ejércitos de investigadores privados, asesores legales y ejecutivos dedicados eficazmente a su desaparición. Las escenas, en cambio, son abundantes, trágicas unas, dramáticas otras, y de vodevil las más, y no hay forma de esconderlas: sobre todo las que implican al primer ministro y la transitada puerta trasera de su casa.

El interrogatorio de los sospechosos a cargo de los parlamentarios también tiene mucho de actuación teatral. Es parte del vodevil. Además de millonarios son unos excelentes actores, unos farsantes.

Al final, todos saben, dentro y fuera, que no se mueve una hoja de papel sin la autorización del patrono, que está en todo, gestiona directamente todos los conflictos, resuelve personalmente todos los acuerdos y cierra todos los pactos.

Lo más hilarante es que esta historia de periodismo sin escrúpulos sería una materia magnífica para un periodismo sin escrúpulos como el que está bajo la lupa. Nunca tendrá Rupert Murdoch la cobertura periodística que se merece: una como la suya propia.

Comentarios

Como en la antigua Roma el circo está a rebosar. En las gradas y la tribuna no cabe un alma. En la arena las fieras devoran a los incautos y algún que otro hombre de bien. De vez en cuando cae alguien del palco a la arena y el alboroto no se deja esperar. En el fondo asoman en silencio las sombras de los millones de cadáveres de las galeras de ultramar. ¿Qué se pretende con semejante actitud y comportamiento? ¿Hasta cuándo seguiremos así? ¿Qué es lo esencial de la vida humana?
Sólo los que trabajamos solos quedamos solos. Solos ante la responsabilidad y sin escapatoria. Si no lo ha hecho la mano derecha, lo habrá hecho la izquierda, y si ninguna de las dos, siempre quedan los pies.
Perro no come perro, es la regla que ahora se ha pervertido, pero desde luego la que no se pervierte, y enlazo con su párrafo final, es la de perro no se come a sí mismo, con lo sabroso que está y lo que le habría gustado, de no tener luego que hacer la digestión. Y es una pena, porque bien podría haber empezado por la cola, como la Pantera Rosa, y comerse a sí mismo hasta desaparecer.
¡Maravillosa interpretación de esta realidad que la farsa se empeña en tapar!
Y luego están los casos en que todo el afán es reconocerse culpables a toda costa. Todo depende del cristal de la urna desde el que se mire y en qué momento se mira.
Y otros, si se reconoce la culpabilidad de su hombre de confianza, aseguran que pedirán perdón, un gran perdón, y se arrepentirán. Una estafa, una gran estafa, me parece a mí que es lo que hay, en general.
Primero dicen que son inocentes hasta que se demuestre lo contrario, y cuando están a punto de probarlo, se declaran culpables. ¿En qué quedamos?
La carta que habría enviado a EL PAIS de haber reconocido su culpabilidad el dimisionario:Camps y sus secuaces han aceptado la acusación de cohecho pasivo impropio. ¡Con la de tiempo que llevan negándolo, por activa y por pasiva! 'Yo me pago mis trajes', aseguraba el Molt Honorable President de la Generalitat Valenciana. Pero no todos, viene a decir ahora. Hay una doble secuencia en su actitud, marcada, según parece, por el interés electoral de cada momento. Primero me declaro inocente y estiro plazos para lograr la reelección. Y una vez consumada la estafa, digamos que electoral, me declaro culpable para no entorpecer la elección del que lleva esperando siete años. La primera apura al máximo y la segunda acorta sin dilación. Curioso afeitado. Y nosotros, los votantes, en medio, cual convidados de piedra en los que se confía que digeriremos mejor un reconocimiento directo de culpabilidad que la contemplación de una liturgia procesal. ¿Hasta dónde ha llegado la podredumbre en la política? ¿Conseguirán engañarnos o nos engañaremos nosotros solitos? Y una última duda: ¿se mantendrá el tratamiento de Molt Honorable?
Nunca son culpables,ni de palabra,ni de obra,ni omisión.Unos piden perdones ,otros dimiten e insisten en su inocencia.Y lo peor es que algunos se crean su mentira.¿Locura o cinismo?,poder.Saludos
Un gobernante o dirigente, siempre debe de estar fuera de toda sospecha y sus actos deben de ir en la dirección de no tener necesidad de defenderse si es verdad que ha actuado correctamente conforme a su función y responsabilidad de los asuntos e intereses públicos que libremente ha elegido. La defensa a ultranza con todos los medios y apoyos, tanto oficiales o institucionales, del partido, como de los seguidores, dedicando la mayor parte del tiempo en su defensa, en lugar de ejercer como gobernante o dirigente, es claro indicio y evidencia de algo más que supuestas malas prácticas impropias de un gobernante y dirigente. El tiempo, dedicación y esfuerzo perdido en la eficiente gobernanza y solución de los grabes problemas de los ciudadanos en general, dedicado a su defensa personal, no se corresponde con el deber de todo buen gobernante, que haciendo valer la presunción de inocencia y, de confirmarse esta, siempre podría regresar a su puesto. Así pues, antes deben de dimitir todos cuantos sean necesarios sean del partido o cargo que sea, inclusive los señores senadores que son un lujo innecesario. Solo entonces será creíble su asunción de responsabilidad y buena gobernanza, solicitando el esfuerzo y sacrificio de los ciudadanos colaborando solidariamente para superar las dificultades y recupera el progreso y el bienestar general.
Risible, si no fuera porque nos retrata. Si un ministro alemán fue capaz de dimitir porque su tesis era plagio soterrado, casi al instante... ...¿Nos están diciendo que somos bobos en la cara? Cálculo e interés, eso se supone en política. Pero, pero, la desfachatez, las "amistades"... Resumo. Nos vendría bien un buen fregado, dado que ciudadanía y políticos parecemos tan intoxicados... La verdad, como para estar asustado. La ironía es que con la que cae, veo los bares llenos. los centros comerciales también, y la gente que nos dirige asiéndonos de la nariz sonriendo detrás de las pullas. Un país es un vodevil, dijo cierto polemista francés. Pues vaya. Yo, que me consideraba materialista histórico ex-hegeliano, me veo sobrepasado por esta sensibilidad pos-moderna, meliflua y que pierde la fuerza por la boca... Una época de "feelings" antagónicos, absorta en un Pensamiento Único de la prosperidad del capital individual (asumido por casi todos, por mucha critica que hagamos). Quizás la crisis va a obligar a reiventarnos. El cambio climático puede hacer atroz la sequía, y minar el turismo, la escasez de recursos (y la escasa capacidad de adquirirlos) hacernos ponderados e industriosos, usando nuestro ingenio. Todavía no ha venido la "catarsis", que suele venir después de la "hybris", nos decía Aristóteles en sus estudios sobre las dinámicas políticas y sociales en el interior de las polis. A lo mejor. Pero eso, sólo creo. Es una hipótesis. P.D. ¿porqué será que parece que siempre vamos con anteojos de cerca? ¿No hay planes a largo plazo entre la gente que nos dirige, a la que elegimos? ¿No hay visos de un pacto para un objetivo común, a largo plazo?
La verdad es que lo que está pasando en todas partes, y en todo plano, sólo puede engañar a analfabetos -funcionales o no- descerebrados, super inocentes ingenuos, enfermos o drogados.Pero, ¿Qué se puede esperar que produzca una vid? Almendras?, en un mundo en donde desde siempre todo ha tenido un precio, es simple cuestión de cálculo de costos y beneficios, lo que se va a pagar y lo que se pretende obtener. El problema en realidad comienza cuando hay por medio vidas inocentes, incluídas las de aquellas personas, cuya rectitud moral no aceptan poner su honor en entredicho. Éstas vidas son naturalmente dispensables para aqellos sociópatas enfermos de poder, que no dudan un segundo en sacrificarlas en el altar de su inflado ego.Lamentablemente son estas personas enfermas las que se han hecho con un poder, cuyas proporciones se acerca a lo divino, y sus dioses, bajo la influencia de Mammon, la batuta de Lucifer, ladran a coro todos juntos, Asmodéo, Belcebú, Belfegor y Leviatán -uno para cada día de la semana. Un saludo.
Cada vez entiendo mejor la posición del dimisionario corrupto. Optó por economizar en el mal. Nadie conoce mejor que uno mismo su grado de culpabilidad y nadie percibe mejor que el culpable el grado de conocimiento del juez de su culpabilidad, sobre todo si te tiene bien cogido por la sisa. Con jueces parciales siempre caben resquicios, con jueces de cuerpo entero no hay componendas. Cuando el culpable decide entregarse o rendirse, no es como sacrificio por nada ni por nadie. Sólo se trata de aligerar peso a su pellejo. Entre dos males, no el mal menor, que decía el santo; entre dos males, mejor quedarse con uno. Si no dimite y se declara corrupto, cuesta creer que a la segunda no siga la primera, en la lógica de la buena política. Si dimite y lucha por su inocencia, el mal del banquillo se queda huérfano de víctima política, pero solo a este lado del banquillo. Fijémonos ahora en quienes ven la fiesta desde la barrera: piden asunción de culpabilidad por ser, a corto plazo electoral, la respuesta más tajante a la corrupción, y por tanto, más beneficiosa para su coleto y menos para su presunto amigo. Por ello mismo, Camps dimite, para sufrir menos pero también para que otros sufran más. La pena de banquillo que él soportará ya como ajeno a la política le será echada en cara a quienes siguen en ella, e incluso la hipotética condena hará más daño a los amiguetes del condenado que al propio condenado, libre ya del peso que hasta ahora sostenía, sobre todo cuando les recuerden sus palabras de apoyo incondicional. Camps ha ganado perdiendo y Rajoy ha perdido ganando una batalla menor.

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