El blog de Mariano José de Larra, 3
La crisis de la prensa
La tecnología, que ha hecho una extraordinaria aportación a la mejora de la productividad y de los márgenes de esta industria en toda su historia y especialmente en las últimas décadas, se ha convertido de pronto en su Némesis. La migración de los lectores hacia internet y la aparición de los nativos digitales, primera generación enteramente tecnológica de ciudadanos que jamás llegarán a abrir las páginas de un periódico impreso, venían percibiéndose desde hace casi una década, pero no ha estallado como problema quizás letal hasta que no ha coincidido con la caída de la publicidad y con el agotamiento de todas las estrategias de promoción y de mercadotecnia que nos habían permitido sobrevivir en la última etapa.
La prensa podía resistir correctamente una crisis normal, que incidiera únicamente en la caída de la publicidad y quizás en una pequeña retracción en la compra en el quiosco. Pero es más difícil pensar que pueda salir intacta o incluso que sobreviva a una crisis que, en primer lugar, tiene una envergadura mucho mayor, puesto que se trata de la mayor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Pero que, en segundo lugar, es doble: de lectores y de publicidad, afectando pues duramente a sus dos fuentes de ingreso. Y tiene para postre un perfil de cambio generacional y de época, del que cabe imaginar que saldrá una estructura de medios radicalmente transformada.
Tres otros sectores enfrentan la crisis en tan malas condiciones, el financiero, el del automóvil y el de la vivienda, pero todos juegan con la ventaja de que atienden necesidades vitales que difícilmente serán satisfechas con sistemas muy distintos a los actuales. Aumentarán los controles y las supervisiones sobre los productos financieros de riesgo, e incluso sobre los paraísos fiscales; se llegará incluso a nacionalizar la banca en determinados países y por un tiempo acotado, pero finalmente la banca seguirá existiendo en su modalidad básica de encauzar y rentabilizar el ahorro y asegurar la circulación fiduciaria. Respecto al automóvil, podrá haber más transporte público en un futuro a medio y largo plazo, pero el transporte individual exigirá en los próximos años satisfacer una demanda sostenida, que obligará a la industria a adaptarse para conseguirlo dentro de los nuevos parámetros energéticos y medio ambientales. Lo mismo puede decirse del ladrillo: aunque a largo plazo, muy largo quizás, puede producirse un cambio de modelo de ciudad, más eficaz energéticamente y más económico desde el punto de vista de la rentabilización de la vivienda, nada permite pensar que el negocio no regrese de nuevo con presteza.
La prensa impresa como tal, ese negocio de enorme complejidad que incluye la tala de árboles y la fabricación de papel, su impresión en complejas rotativas situadas en puntos estratégicos, su distribución por todos los medios de transporte y su comercialización en redes de pequeños comercios en las calles de las ciudades y pueblos, esta industria tradicional tan sofisticada probablemente dejará de existir y muy pronto.
La presión para que desaparezca se produce en todos y cada uno de los puntos del proceso de fabricación. La producción y uso del papel tienen una evidente repercusión medio ambiental. Las instalaciones industriales gastan mucha energía y necesitan abundante mano de obra. En el caso del transporte inciden todos los elementos: medioambientales y energéticos, así como sus altos costes laborales. Y en el de las redes de comercialización, actúan otras fuerzas igualmente negativas, gremiales sobre todo, pero también la concentración comercial y la desaparición del pequeño comercio a favor de los grandes centros comerciales y del comercio digital, que corresponden al urbanismo disperso que desde hace ya años está sustituyendo a las densas tramas urbanas propias del siglo xx.
La industria de la prensa, empieza diciendo el muy reciente Estado de los Medios de Comunicación (State of the News Media) que realiza el Pew Research Center for Excellence in Journalism, “ha entrado en 2009 en algo peligrosamente próximo a la caída libre”. Por tercer año consecutivo “el fondo no está a la vista”. Los autores del informe no quieren ejercer de agoreros truculentos, pero apenas lo consiguen: “Todavía no suscribimos la teoría de que la muerte de la industria es inminente”. Tienen un argumento sólido: durante 2008, todavía obtuvo beneficios en su conjunto, después de un 2007 que significó el momento más álgido de la industria, cuando sus márgenes se calculaban con cifras de dos dígitos. Pero en 2009 han sido muchos los diarios, sobre todo en el mundo occidental, que han entrado en pérdidas e incluso han desaparecido o han abandonado sus ediciones impresas para publicarse exclusivamente en la red. Lo expresan muy claramente las caídas del valor de las acciones cotizadas en bolsa: un descenso del 42% entre 2005 y 2007 que se ha duplicado hasta una caída del 83% sólo en 2008. Hay que tener en cuenta que la principal fuente de ingresos, la publicidad, ha caído entre 2006 y 2008 en un 26%, pero en 2009 se halla en unos niveles de caída superiores al 30%. La participación de la prensa en el pastel publicitario mundial se halla también en claro declive desde hace una década, cuando significaba casi el 35% del total, hasta ahora, en que está cerca del 25%.
La difusión de los grandes periódicos de información general está experimentando también un descenso, más suave que el de los ingresos publicitarios pero constante, resultado de una evolución que empezó en 1992 cuando estaba empezando la actual oleada digital. En Estados Unidos la venta de prensa ha caído en un 20% en las dos últimas décadas. En los últimos diez años, los países de la Unión Europea han perdido una media diaria de 12 millones de ejemplares vendidos, desde los aproximadamente 70 millones hasta los menos de 60 actuales.
La reacción ante este declive tiene tintes dramáticos, pues conduce a recortes en las plantillas de personal, que en ocasiones afectan a la calidad de los contenidos y que pueden alimentar el círculo vicioso de unas mayores pérdidas en circulación que a su vez conduzcan a nuevos recortes. Ajustar con precisión e inteligencia y evitar que los recortes afecten a la calidad es el reto inmenso que tienen ante sí las empresas periodísticas en esta crisis.
En esta misma línea, el informe sobre el Estado de los Medios americanos señala la dificultad que supone reinventarse como negocio en el mismo momento en que toda la atención de las empresas periodísticas está fijada en realizar fuertes y rápidos recortes de gastos para enfrentarse a la recesión. Y expresa sus dudas de que una industria tan madura pueda reconvertirse a estas alturas, cuando está ya muy avanzada la transición hacia los medios digitales, y pueda atraer el talento innovador y empresarial propio de la nueva industria. Muchos datos y reflexiones más de dicho informe nos permiten obtener un cuadro muy sombrío del estado de la prensa escrita en el país donde mejor ha funcionado históricamente y donde se han venido produciendo las innovaciones mayores. Observar lo que allí está sucediendo permite adelantar un poco la visión sobre lo que nos sucederá a nosotros dentro de poco tiempo.
(Este texto es la tercera entrega que publico en el blog del artículo que aparece en el actual número de julio-agosto de la revista Claves de la Razón Práctica. Se trata de la adaptación de la conferencia pronunciada en Ávila. el 25 de mayo de 2009, dentro del ciclo “Los medios de comunicación al servicio del siglo XXI”, con motivo de los actos del bicentenario de Mariano José de Larra).
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