Para qué sirve tener un sol Repsol: un impacto del 30% en el negocio
Este lunes se entregan en Santa Cruz de Tenerife los premios que concede la Guía Repsol a los restaurantes más destacados del año
“Me han invitado a ir a Tenerife. Eso será que me dan un sol, ¿no?”, comentaba días pasados un cocinero del norte de España, al otro lado del teléfono. “Me hace mucha ilusión porque es el primer reconocimiento que recibimos y eso ya nos pone en la órbita. Todo el equipo está como loco”, continúa en una especie de monólogo. Será uno de los invitados a la gala que celebrará la Guía Repsol este lunes en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife, y que reunirá a buena parte de la comunidad gastronómica española en una fiesta en la que se da por hecho de que quien ha recibido invitación tendrá recompensa, salvo aquellos que tienen la máxima distinción que siempre tienen plaza fija en este tipo de celebraciones.
“Es una fiesta, en la que el que recibe su primer sol es recibido y se reafirma en una comunidad, porque la Guía es esto, es una comunidad, un reconocimiento que la gente lo vive como una alegría, no tanto como una exigencia. Es un reconocimiento entre pares, que te reconocen y te dan la bienvenida”, afirma la directora de la Guía Repsol, María Ritter. Recibe un sol aquel restaurante que se recomendaría a alguien, se guarda en la agenda para regresar o se para en mitad de un viaje para conocerlo. Se valora la calidad del producto, una cocina honesta y coherente, con recorrido, además de un servicio atento y profesional, así como una bodega con inquietudes. Justifica hacer kilómetros o parar a conocerlo en medio de un viaje. “Te pone, además, en el foco mediático y sirve para darse a conocer”, prosigue la responsable desde hace una década de esta publicación, que asegura que el nivel de negocio también se incrementa. Según los datos que ha recogido a través de la información que recibe de los cocineros, el aumento se sitúa entre un 25 y un 30%. “Tiene impacto en el negocio y tenemos comprobado que en los sitios en los que hacemos la gala, la comunidad también se empodera, porque reciben a gente, surgen acuerdos, se hacen cuatro manos entre cocineros. Es un circuito potente, sobre todo para la gente joven”.
El cocinero asturiano Bruno Lombán luce desde 2024 la pegatina con el reconocible diseño de un sol imperfecto, además de una obra del artista Luis Úrculo, en un lugar bien visible del restaurante Quince Nudos, en Ribadesella. “El año pasado lo noté mucho. Se incrementó el negocio más de un 30%. El impacto fue importante porque salimos en la prensa y eso nos vino bien. Todavía seguimos viviendo de ello. Los soles son nuestra estrella nacional”, explica Lombán, que desde el año pasado ofrece, si el cliente lo desea, unas cenas especiales en Burbujas del Sella, unas habitaciones de lujo desde las que se ve las montañas y las estrellas, a tres kilómetros de la playa de Ribadesella. “Todo esto te llega cuando tienes este tipo de repercusión”, afirma el cocinero, que apunta que “entre los soles no hay competencia, mientras que con otros reconocimientos entra en juego el ego”. También observó que desde que abrió el restaurante en 2012, el casero del local no le había pedido aumentar el precio del alquiler, y nada más recibir el sol tuvo la primera subida.
Dos soles se conceden a aquel que sobresale por desarrollar un concepto en el que la cocina muestra la madurez, el potencial y la ambición para seguir evolucionando. Despunta por su dominio de la técnica y la búsqueda de las mejores materias primas. Con un servicio impecable, capaz de que fluya con naturalidad la atención, y una bodega muy meditada. Merece que se recorran kilómetros para conocerlo. Con dos soles entró el año pasado en la guía el restaurante madrileño OSA. Sus cocineros, Sara Peral y Jorge Muñoz, aseguran que “las guías y reconocimientos no marcan los objetivos internos de la casa, pero sí que ayudan a reconfortar y reconocer el esfuerzo de cada detalle, trabajo y atención ejecutados durante todo una temporada”. Y resaltan lo importante que es “dar visibilidad a proyectos jóvenes, que con fuerza e ilusión estamos haciendo cosas diferentes, un importante apoyo, sentir que el trabajo que realizamos tiene voz y es fuerte”.
Los tres soles son el destino final del viaje. Se concede a aquellos locales, aseguran desde Repsol, en los que se percibe nada más entrar, que será una experiencia única por varias razones: por una cocina que profundiza en el conocimiento, ofrece un servicio excelente en sala, a la vez que ensalzan el trabajo de los productores a través de la materia prima con la que trabajan, además de atesorar una bodega excepcional. En la pasada edición, un único restaurante, dirigido por una mujer, se alzó con el máximo premio: La Salita, en Valencia. Su cocinera y propietaria, Begoña Rodrigo, confiesa ser una gran “defensora de la Guía Repsol y me gustaría que se le diera la misma importancia que a las estrellas Michelin, porque esta es la guía de España, a la que deberíamos apoyar para hacerla más importante”. Los tres soles supusieron “una recompensa para mí y para todo el equipo, para nuestro trabajo, y me hizo especial ilusión, porque además he visto los cambios y los propósitos que ha ido haciendo esta guía en los últimos años para ponerse al día”. Asegura que no trabaja para obtener ningún premio, “pero conseguirlos, te afianzan y te dicen que lo que estás haciendo va por el buen camino”. Lo siguiente, asegura, es seguir teniendo la inquietud para mantener los soles y servir de ejemplo para “otras mujeres jóvenes, de que con esfuerzo, pero también viviendo y siendo normal, se puede conseguir”.
¿Cómo se otorgan los soles?
En la edición 2025 han participado 60 inspectoras e inspectores, conocedores de la oferta gastronómica de cada una de sus regiones. No son evaluadores profesionales, sino que esta tarea se encomienda a perfiles de diferentes ámbitos laborales, como abogados, diseñadoras, periodistas, catedráticas, publicistas, músicos, economistas, psicólogos, galeristas o médicos. Todos tienen en común la afición por descubrir aquellos lugares donde hay una cocina que merece la pena acudir y compartirlos con todo el mundo.
Este equipo se ha guiado por un sistema de calificación que se desarrolló con el asesoramiento del Basque Culinary Center, y que tiene la ambición de valorar la experiencia global del cliente, con una base gastronómica clara, pero observando todos los aspectos que la condiciona, desde el mismo momento de la reserva hasta que el comensal sale por la puerta y decide cuándo va a repetir o a quién se lo va a recomendar.
Un poco de historia
Es la guía española de referencia. Nació en 1979, cuando la Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez ganó las elecciones en España, la canción Betty Missiego quedó en el segundo puesto en el Festival de Eurovisión, celebrado en Jerusalén, y en los fogones corría un viento fresco del Norte, de la mano de Juan Mari Arzak y de Pedro Subijana, con la nueva cocina vasca, inspirada en algunos de los principios de nouvelle cuisine francesa. En este contexto nació la que hoy se conoce como Guía Repsol, pero que comenzó llamándose La Guía del Viajero o Guía Campsa. Los primeros soles, en este caso, cuatro, recayeron en Jockey y Horcher, ambos en Madrid, y para Arzak, en San Sebastián. Y recibieron los tres soles, nombres como Zalacaín, Akelarre, o Hacienda El Bulli. Con dos soles se incluyeron 49 establecimientos y 275 se hicieron con uno. Además, se añadió un listado de recomendados, con un total de 800 locales. El 5 de julio de 1979, La Guía del Viajero recibió el espaldarazo de las instituciones y el título de libro de interés turístico por parte de la Secretaría de Estado de Turismo del Gobierno de España.
Este lunes, a última hora de la tarde, brillarán nuevos soles desde Canarias.