Planes por Chamberí: Obrar, Laghum y Araia, el epicentro del estilo madrileño

Tres lugares en donde cuidarse, comer y disfrutar de la noche sin salir del distrito

Los creadores de Obrar Madrid, Miguel Yeste y Gabriela Vera, en la entrada de su local en Chamberí.Valeria Silva

La ciudad se despierta con una luz renovada en marzo. Por eso, este fin de semana Madrid te enreda se lanza a recorrer el distrito de Chamberí. La primera parada es Obrar Madrid, donde un café de especialidad y la bollería expuesta invitan a comenzar el día sin prisas. Luego, en Laghum, la experiencia se centra en el bienestar: clases de pilates y de yoga en grupos reducidos que permiten desconectar del día a día y reconectar con uno mismo. Finalmente, el recorrido se cierra en Araia, un espacio que transporta a una isla mediterránea en el corazón de la plaza de Olavide. Tres lugares que, sin salir de la zona, reúnen el arte de cuidarse, comer y disfrutar de la noche. Así, en este inicio de marzo, Chamberí se reafirma como el epicentro del estilo madrileño.

Una galería de bollería

Obrar Madrid (situado en la calle de Galileo, 9) es la nueva cafetería de moda en Chamberí. Un espacio encantador, con una vitrina de bollería expuesta, café de especialidad y unos deliciosos bikinis. El lugar resulta ideal para desayunar o tomarse un vino por la tarde. La estrella del lugar es el hojaldre: una tentación imposible de resistir.

“Obrar siempre fue un sueño, un sitio que le hacía falta a Madrid”, cuentan sus fundadores, quienes han volcado 10 años de experiencia y pasión por la gastronomía en este proyecto. La idea, siempre latente, tomó vida y nombre propio, convirtiéndose en un espacio donde se respira autenticidad y dedicación. Abrieron hace apenas dos meses y ya se ha convertido en el lugar favorito de los vecinos del distrito. Hay que probar la tarta de limón, el pan de chocolate, la milhoja y, por supuesto, el bikini de mortadela con crema de pistacho. “Nosotros lo hacemos todo aquí”, asegura Vera.

En el local se puede observar de cerca cómo se elaboran los productos. “Queremos que el cliente se sienta parte del proceso”, afirma uno de los fundadores. Durante la mañana, se ve a sus dueños trabajando al otro lado de la vitrina: Miguel Yeste, de 27 años, da forma a los croissants y Gabriela Vera, de 24, prepara los bikinis, mientras el aroma del pan recién hecho envuelve todo el ambiente. Con un ticket medio de ocho euros, se le da todo el protagonismo al producto y su calidad.

Un centro de pilates para todos

Una profesora imparte clase de pilates con máquina en el estudio de Laghum, en Madrid, en una foto cedida por el establecimiento.

Laghum Club (en la calle de Espronceda, 31) es un espacio en donde dan ganas de hacer ejercicio. La idea del lugar nace de dos amigos con más de 10 años en el mundo del fitness que querían acercar el ejercicio a todos. “Nos dimos cuenta de que la mayoría de personas venían a entrenar por dolores o alguna patología, y que luego, una vez se sentían mejor, dejaban de venir”, explican sus fundadores.

Así, con la convicción de que el pilates y el yoga podían ser el complemento perfecto, decidieron ofrecer clases accesibles para todos. ”Madrid nos ha recibido con mucho cariño”, aseguran, para recordar que el primer centro tardó un poco en arrancar, pero que a los cinco meses ya funcionaba a toda máquina. En octubre de 2024 abrieron el segundo centro y hoy son tendencia en Madrid.

Las clases, que duran 55 minutos, se imparten en grupos reducidos de hasta 10 personas, lo que permite una atención personalizada. Además, el centro cuenta con servicios complementarios como entrenamiento personal y nutrición. El mes tiene un precio de unos 90 euros.

Una cita en Olavide

Un comensal disfruta de la comida en Araia, en una imagen cedida por el local.

Araia (en la calle de Murillo, 3) es una experiencia que invita a descubrir una isla en la ciudad. Nace “de la casualidad y de las ganas de cumplir un sueño”, según cuentan sus dueños. El menú se organiza en zonas ―la cosecha, la bahía, los pastos y las montañas―, donde se combinan productos conocidos con recetas de Grecia, Líbano, Turquía, España y Francia. Además, la carta de vinos apuesta por variedades poco representadas.

El público madrileño ha respondido con gran entusiasmo. “Nos han dado mucho cariño y el ratio de repetición es altísimo”, comentan sus creadores, para destacar que incluso un cliente filipino resumió la experiencia diciendo: “Vuestra isla viaja”. Araia abre los martes por la noche; de miércoles a sábado para comidas y cenas; y los domingos a la hora de la comida. Debido a su tamaño, se recomienda reservar, aunque la terraza permite ampliar la capacidad. Su ticket medio oscila entre 40 y 50 euros.

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