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Detenidas dos mujeres que se hacían pasar por sanitarias para hacer tratamientos estéticos ilegales en Madrid

Una víctima, que sufrió lesiones graves en el rostro por las que tuvo que ser ingresada, denunció a la falsa médico y a su ayudante. Sus clientas cuentan que se fiaron de ellas porque “tenían muchos seguidores” en Instagram

V. Torres

Cuando llegaron los agentes, las dos mujeres, una supuesta médico y su ayudante, fueron sorprendidas in fraganti mientras inyectaban una sustancia en la nariz a una clienta, mientras otras nueve esperaban en una sala contigua para recibir tratamientos estéticos sin ningún tipo de control sanitario que la Policía Nacional tilda de ilegales. Las mujeres que se hacían pasar por sanitarias, de nacionalidad ucrania, han sido detenidas en el curso de una investigación que se inició tras la denuncia de una víctima, que sufrió lesiones graves en la cara por las que acabó en el hospital a causa de una intervención estética en esta clínica clandestina itinerante. En los registros del local y de las viviendas de las arrestadas, los policías hallaron multitud de fármacos, de productos químicos y de utensilios para las intervenciones estéticas, así como más de 10.000 euros en efectivo. Cobraban un precio abusivo de hasta 5.000 euros y sin factura. Ya hay dos denuncias contra ellas y la policía, que tiene abierta la operación, espera que se sumen más.

La primera víctima denunció a las mujeres el pasado 27 de septiembre, ha detallado a este diario una portavoz policial. La mujer relató a los policías que se puso en contacto con una supuesta doctora a través de una conocida red social para realizarse un tratamiento estético. Tras concretar una cita en un local para tratamientos de fisioterapia situado en el distrito Centro de Madrid, recibió varias inyecciones y no le dieron ni factura ni tampoco indicación de las sustancias que le habían administrado, a pesar de haberlo pedido y de ser obligatorio. Por culpa de esta intervención, la mujer sufrió lesiones graves por las que tuvo que ser ingresada en un centro hospitalario. Una vez le dieron el alta, contactó con la autora de los hechos, que “se esfumó” cuando le reclamó sus datos como profesional sanitaria.

Tirando de este hilo, los agentes constataron que las mujeres se anunciaban en las redes, sobre todo Instagram, donde ofrecían tratamientos estéticos como un aumento de labios por 5.000 euros o un aumento de glúteos por 2.200 euros con bótox y ácido hialurónico, entre otros. La clínica clandestina era itinerante. “Se movían por varios locales de tratamientos estéticos y de fisioterapia, a los que alquilaban salas, al menos dos en Madrid y algunos en otras provincias”, detalla la portavoz.

Ambas mujeres fueron localizadas y detenidas el 31 de enero, cuando iban a inyectar una sustancia en la nariz a una mujer en una habitación que habían alquilado por un día en una clínica de fisioterapia del distrito de Moncloa. La intervención fue paralizada por los agentes, que les pidieron que aportaran su acreditación para el ejercicio de dicha actividad, que no tenían. Nueve mujeres más esperaban en una sala a ser atendidas por la supuesta doctora, nacida en 1984, y su asistente, en 1969. La mujer a la que casi inyectan en la nariz puso la segunda denuncia contra ellas. Tanto estas dos víctimas que han denunciado como las nueve que esperaban cola contaron que se habían fiado de ellas “porque tenían muchos seguidores” en Instagram, lo que actuó como “garantía” de su profesionalidad. Las cuentas ya no existen.

Los investigadores registraron el establecimiento y el domicilio de las dos arrestadas, donde se incautaron de gran cantidad de material sanitario como numerosas jeringuillas, viales, cánulas, agujas, botes de cristal, medicamentos, bisturís. “Tenían hasta insulina”, comenta la portavoz. También tenían más de 10.000 euros en efectivo. Las presuntas sanitarias, que no tenían antecedentes, han sido detenidas como presuntas autoras de los delitos de intrusismo, lesiones y contra la salud pública y fueron puestas a disposición de la autoridad judicial. La investigación continúa abierta, por lo que no se descarta la aparición de más víctimas. Las mujeres tenían listados de clientas, por lo que la policía se está poniendo en contacto con ellas para alertarles del fraude.

Consejos a la hora de realizarse un tratamiento

La doctora Elena Berezo, directora médica de las Clínicas EB, alerta sobre la creciente práctica de ponerse cualquier cosa en cualquier sitio sin ningún tipo de control sanitario. “La frontera es la aguja. En cualquier tratamiento estético en el que se traspase la epidermis, debe intervenir un médico”, explica. Así, una estaticen puede hacer una limpieza de cutis, pero nunca inyectar bótox. Debe tratarse de un especialista en Medicina Estética, que estudie el caso, haga una historia clínica, recomiende el mejor tratamiento y haga seguimiento tras efectuarlo, y no uno que va un día al local y hace 30 o 40 tratamientos al día. “En muchas clínicas te atiende un comercial”, critica.

Lo segundo que hay que tener en cuenta es que la clínica tenga “licencia sanitaria y depósito de medicamentos que está anexado a una farmacia, que es la que dispensa la toxina botulínica y los demás compuestos”. “Un centro de fisioterapia tiene una licencia, uno de estética, otra; y uno de tratamientos médicos estéticos, otra”, recuerda la médico, que cuenta que muchos clientes que llegan a sus manos con graves consecuencias tras un tratamiento inadecuado narran que fueron hasta a pisos particulares.

Además, Berezo recuerda que la toxina botulínica es un medicamento que “debe mantener una cadena de frío para su correcta conservación” y que se debe de comprar en una farmacia con todas las garantías, nunca por internet. “Si se rompe la cadena, el fármaco pierde sus propiedades y pueden surgir efectos secundarios no deseados”, alerta. Así, en el gabinete médico, el profesional debe abrir “el vial de toxina botulínica o del producto que se vaya a utilizar delante del paciente”, para garantizar que no se comparten ni reutilizan viales. Al acabar tratamiento, las clínicas deben ofrecer al paciente toda la información del producto que se ha inyectado ―marca comercial, laboratorio de fabricación, número de lote, fecha de expedición y fecha de caducidad―.

“Cada día nos llegan clientes que te piden que le pongas ‘esto’ que han comprado por internet y que te dicen hasta dónde tienes que pinchar y que lo que le sobre para su amiga y si no lo haces, porque no es ético ni profesional, se van a otro sitio”, lamenta Berezo, que cuenta cómo se comparten viales entre varios pacientes para ahorrar costes y se ofrecen tratamientos “a precios de risa”. No es este caso, en el que los precios eran “abusivos”, por lo que sospecha que las inyecciones iban acompañadas de algún tipo de prótesis o de cirugía. Un vial de bótox cuesta 100 euros, por lo que un aumento de labios a precio razonable serían 300. Por último, hay que sospechar de los que ofrecen tratamientos “definitivos”, ya que cualquier cosa “se inyecte debe ser reabsorbible y temporal para que sea seguro”. “Un producto permanente como las siliconas o los biopolímeros son peligrosísimos, por lo que están prohibidos, además de encarecer el coste”, concluye.

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Sobre la firma

V. Torres
Redactora de la sección de Madrid, también cubre la información meteorológica. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra, cursó el máster Relaciones Internacionales y los países del Sur en la UCM. En EL PAÍS desde el año 2000, donde ha pasado por portada web, última hora y redes, además de ser profesora de su escuela entre 2007 y 2014.

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