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Desfile de Orgullo

Miles de personas salieron este sábado a celebrar las fiestas del Orgullo 2021, en las que no ha habido carrozas ni conciertos y sí una marcha con aforo limitado

Participantes en la marcha del Orgullo en Madrid, el sábado 3 de julio de 2021, caminan por el Paseo de Prado.
Participantes en la marcha del Orgullo en Madrid, el sábado 3 de julio de 2021, caminan por el Paseo de Prado.Olmo calvo

Una manifestación sin carrozas ni conciertos no ha impedido que miles de personas salgan este fin de semana a las calles del barrio de Chueca a celebrar las fiestas del Orgullo 2021. Por segundo año, es una celebración marcada por la pandemia. Las medidas de seguridad son distintas que en años anteriores —en 2020 no hubo desfile—, pero la reivindicación es la misma: defender el derecho de toda persona a expresarse con libertad. Libertad para poder querer a quien cada uno quiera. Libertad de poder ser quien uno quiere ser y libertad de poder sentir lo que cada uno siente. Estas son algunas de las personas que ayer salieron a la calle a reivindicar con una celebración esos derechos.

Un estilo de vida para Anthony

Anthony Hernández se prepara todo el año para el Orgullo.
Anthony Hernández se prepara todo el año para el Orgullo.DAVID EXPOSITO

Anthony Hernández, de 27 años, vive la celebración del Orgullo como un estilo de vida. Por eso, lo prepara el resto del año con mucho cuidado. Busca los complementos adecuados, confecciona su propia ropa para asegurar la mayor originalidad de los cambios de vestimenta que hace en diferentes momentos del día, planea actividades, localiza bares, discotecas, organiza el horario, crea grupos de WhatsApp para cada día.

“Soy el pesado que está desde bien temprano pidiendo a mis amigos que salgamos ya a la calle”, bromea. La primera vez que pisó Chueca fue hace seis años, tenía 21 y acababa de aterrizar de San Pedro Sula, la segunda ciudad más grande de Honduras y la más violenta del mundo durante años. “Me marché por mi mamá, ella me pidió que lo hiciera, allí ser gay te condiciona la vida”, explica.

Ahora trabaja como cocinero en un restaurante y está esperando poder obtener el permiso de residencia por la vía del arraigo laboral (demostrar la existencia de una relación laboral de más de seis meses). Hace poco se tatuó en el antebrazo la frase “Vivir siendo libre”, para tener a golpe de vista los sacrificios que ha tenido que hacer por estar este sábado en Chueca, todo mocasines y terciopelo.

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Los mayordomos de la plaza de Chueca

Michael y Esberty, de 50 años, no se pierden una manifestación desde hace tres décadas, cuando llegaron a Madrid desde Santo Domingo (República Dominicana). “Es importante celebrar este día porque se lo merece, mañana no sabemos si vamos a tener un nieto o un hijo homosexual o como sea, y hay que aceptarlo”, asegura Michael, antes de ponerse a cantar su himno: “En este mundo, a quien le importa lo que yo haga, a quien le importa lo que yo diga”.

Esberty y Michael.
Esberty y Michael.DAVID EXPOSITO

Son amigos desde la infancia, cuando a Esberty su madre le pegaba por juntarse con gays. “Y yo, ¿ah si? Pues cuanto más me pegues más me arrimo”, cuenta ella. El destino y su obstinación quisieron que encontrara su vida en la misma plaza de Chueca donde vive desde hace 15 años, cuando se divorció de su marido español con el que tiene dos hijas. Vive sola, pero Michael la visita siempre que puede. Comparten mucho, incluso profesión. “Ambos somos mayordomos: cuidamos, limpiamos, cocinamos, lo que haga falta”, explica. Michael ha pasado por varias casas —”de gente muy importante, era el niñero de Borja Thyssen”, asegura— y Esberty trabaja con la misma familia desde hace tres décadas. “Que no lo digo porque no le gustaría nada, es gente de mucho dinero”, comenta. Hablan con prisa, acaban de ver a una drag queen y se despiden para hacerse una foto con ella.

Los sanitarios celebran el día

Janet Alba, de 24 años, Marina Colomer, de 22 y Álvaro Pulido, de 29, han llegado a Madrid a celebrar el Orgullo solo por una razón: “Nos lo merecemos”. Vivieron la pandemia desde la planta de geriatría de un hospital de Barcelona donde trabajan como auxiliares de enfermería. “Lo peor está siendo ahora, cuando ha vuelto la normalidad a la planta y nos hemos dado cuenta de lo que hemos vivido”, explican, emocionados.

De izquierda a derecha, Álvaro (en segundo término), Janet, Marina y Marta han venido desde Barcelona.
De izquierda a derecha, Álvaro (en segundo término), Janet, Marina y Marta han venido desde Barcelona.DAVID EXPOSITO

“El agotamiento físico es siempre enorme en nuestra profesión, pero el emocional este último año… ha sido el triple que en años anteriores, lloramos muchísimo”, recuerdan. La palabra que repiten para definir sus últimos meses de trabajo es impotencia: los ancianos se les morían en los brazos cada día y no podían dejar entrar a los familiares para despedirse.

“Llegaba un momento en el que pensábamos que no valía la pena ni ir a trabajar, se morían tantos...”. Pero ahora pasean por la calle de Hortaleza cogidos de los brazos. Para la mayor parte del grupo esta es su primera vez en la ciudad y tienen muchas ganas. “En esta ciudad hay mucho ambiente, seguro que lo pasamos bien aunque esperábamos más gente”, dicen.

El estilo ravero desde Valencia

Daniel Ramos, de 24 años, Marc Rodríguez de 19 y Mónica Víctor de 18, están acostumbrados a que les hagan fotos por la calle y se lo toman bien: “Son las pintas”. Han venido desde Valencia a pasar el fin de semana del Orgullo en una decisión que tomaron un poco por casualidad. Daniel acaba de comprarse un coche hace un mes y medio, el otro día se sentaron los tres en el asiento de atrás y se preguntaron: ¿A dónde vamos? “A Madrid, que es el Orgullo”. Y en Chueca se plantaron, con control policial incluido, algo que les ocurre de manera bastante habitual. “Por nuestra apariencia, siempre nos paran y cuando lo hacen nos registran a fondo, sobre todo a Dani que es el más sano de todos”, cuentan entre risas. Es un día importante para todos, sobre todo para Mónica, que salió del armario con dificultades: “Mi abuela se lo tomó mucho mejor que mi madre, con eso lo explico todo”.

Dani, Moni y Marc, en Chueca, durante la celebración del Orgullo.
Dani, Moni y Marc, en Chueca, durante la celebración del Orgullo.DAVID EXPOSITO

Los tres se conocen desde los 12 años, Mónica les unió y las noches de fiesta en grupo definieron un estilo muy particular (“somos raveros”), un flow que llevan cada día un poco más al extremo: más tatuajes, cresta más alta, nuevos centímetros en las dilataciones. “Aunque la cresta me la hago solo para eventos especiales, como el Orgullo”, aclara Daniel. Son como una pequeña familia, se cogen del brazo y se dirigen a la siguiente tienda de piercings que van a visitar, antes de que empiece la noche de fiesta.

Un viaje romántico de fin de semana

Roberto (27 años) y Manuel (26 años) en Chueca, durante la celebración del Orgullo.
Roberto (27 años) y Manuel (26 años) en Chueca, durante la celebración del Orgullo.DAvid expósito

Roberto López y Emmanuel Hulbin, de 26 y 25 años, se conocieron hace seis meses por Tinder y este es su primer viaje como pareja. “Un plan perfecto, el Orgullo en Madrid, la ciudad más famosa para celebrarlo”, dicen.

Manuel es de México y Roberto de Alemania, pero ambos viven y trabajan en Zúrich, uno como consultor y otro en una empresa tecnológica. “Cuando vi su perfil en la app, le pedí directamente una cita, y yo nunca hago eso. Me intrigó, simplemente”, dice Roberto. Y quedaron a beber vino caliente en un parque de la ciudad suiza. Desde entonces, no se han separado un solo fin de semana, y ahora pasean por las calles de Chueca sorprendidos por la “libertad”.

“Aquí es todo mucho más abierto que en Suiza, por lo menos es lo que hemos notado hasta ahora”, afirman. Sin embargo, también están sorprendidos por las medidas anticovid de Madrid, que, aunque no son muchas, son más que las de una Suiza donde la vida nocturna ha vuelto a una normalidad que casi recuerda a la de antes de la pandemia. “Con un test o con un certificado de vacuna puedes entrar a cualquier discoteca y bailar toda la noche”, comentan. Aquí lo harán por las calles, “no está mal”, ríen.

Una bandera de amigos

Eduardo, disfrazado de amarillo, para formar con sus amigos la bandera multicolor.
Eduardo, disfrazado de amarillo, para formar con sus amigos la bandera multicolor. DAVID EXPOSITO

Eduardo y sus 14 amigos han elegido cada uno un color para ir vestidos, entre todos, de la bandera LGTBIQ+. Un disfraz conjunto. “Como este año no hay desfile, hemos decidido hacerlo nosotros”, explica. Él va de verde, “porque es la esperanza”. Tiene 38 años, es arquitecto y llegó de Venezuela a Madrid hace ocho con su pareja, para estudiar una especialización. Se quedaron.

“Todos los años hacemos algo diferente, nos vestimos de chicas o vamos de playero y nos ponemos a tomar sol en la Gran Vía, esperando que pasen las carrozas”. Le encanta Madrid, en Caracas hay mucho rechazo homófobo, asegura. “Aquí me siento libre, la primera vez que llegué a Chueca tenía 14 años y estaba de vacaciones, me quedé boquiabierto”, recuerda. “Uno va vestido cada día al trabajo muy normal, pero ya está bien, me gusta manifestarlo, aunque sea una vez al año, porque todo el mundo puede ser libre sin importar nada”.

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