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Detenido uno de los asesinos del famoso alunicero Carlos Jarry tras pasar dos años y medio fugado de la carcel

El hombre fue arrestado a los pocos días del crimen y condenado a prisión, pero se fugó del centro penitenciario aprovechando un permiso

El País Agencias
Madrid -
Un policía manipula el cadáver de Carlos Jarry Sánchez, muerto a tiros en la localidad madrileña de Arganda del Rey.
Un policía manipula el cadáver de Carlos Jarry Sánchez, muerto a tiros en la localidad madrileña de Arganda del Rey.VICTOR LERENA (EFE)

La Policía Nacional ha detenido a un hombre que estaba en busca y captura desde hace más de dos años por el asesinato de Carlos Jarry Sánchez López, un conocido alunicero de nacionalidad colombiana que llegó a acumular más de una treintena de antecedentes con solo 23 años, la mayoría por robo con fuerza y también por tenencia de armas. Este individuo, I. R. G., de 38 años y con seis antecedentes penales, fue arrestado por la Guardia Civil pocos días después del asesinato a balazos de Jarry, cometido el 12 de enero de 2008 en Arganda del Rey. Fue condenado a prisión pero se fugó del centro penitenciario hace dos años y medio aprovechando un permiso.

Su detención se produjo el pasado 7 de octubre a la una y media de la tarde en el distrito de Carabanchel de la capital, según informan fuentes de la Jefatura Superior de Policía Nacional. Dos policías de paisano de la zona vieron que este hombre consumiendo sustancias estupefacientes en la calle. Al identificarse como agentes, el individuo golpeó a uno de los policías y salió corriendo.

Los agentes lo persiguieron y lograron detenerlo, pero recibieron varios puñetazos y patadas de este hombre que continuó su agresividad incluso dentro del vehículo policial, del que llegó a romper un cristal. En ese momento apareció una mujer, española y de 33 años, que quería impedir su arresto, por lo que golpeó al coche y también a los funcionarios. También acabó detenida.

Todo comenzó, según el relato del asesino confeso, cuando en diciembre de 2007 dos personas amenazaron a su mujer en el portal de su casa y le aporrearon la puerta exigiendo que les pagara 40.000 euros que supuestamente habían robado a Carlos Jarry. Le amenazaron con matar a su familia si no cumplían con esta exigencia. Durante el juicio, I. R. G. aseguró que pocos días después llamó a la Policía para alertar de lo ocurrido, pero que luego se encontró con un amigo que sabía dónde estaba Jarry para hablar con él y “solucionar el asunto”. Junto a dos personas, Rafael Rodríguez Delgado y David Olalla Muro, acabaron en un garaje de Arganda, donde vieron a Jarry, que pensaban que era un “raterillo” de Vallecas y no “el jefe de los aluniceros’”.

"En ese momento se le puso cara de loco. Me preguntó quién había sido la perra chivata que le había dicho donde estaba. Entonces me empezó a llamar maricón y que me gritó que me iba a matar. Sacó un arma de una riñonera y yo me abalancé contra ella. Forcejeamos y hubo dos disparos. El arma se cayó en la acera contraria. En ese momento corrimos los dos hacia la acera contraria y cogí el arma. Le dije que me dejara, pero él respondió que no sabía lo que había hecho y amenazó con matarme a mí y a mi familia. En ese momento no sabía lo que hacer y disparé”, confesó I. R. G. El cadáver tenía seis balazos: dos en la nuca, dos en el cuello y otros dos en el pecho.

En la huida, en un punto de la carretera A-3 dirección Madrid Ignacio tiró el arma. Poco después, a la altura de Rivas-Vaciamadrid, vieron una patrulla de la Guardia Civil y se percataron de que los estaban siguiendo. Ya en Madrid les dieron el alto y los detuvieron. Pasó primero a prisión provisional y luego fue condenado en firme.

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Con 23 años, Carlos Jarry era un viejo conocido de la policía. Su historial se remontaba al menos a seis años atrás. A los 17 años ya pasaba noches enteras estrellando vehículos contra lunas de tiendas. Al cumplir la mayoría de edad atesoraba más de una decena de antecedentes policiales. Con esa edad fue el líder de una violenta banda que destrozaba a mazazos escaparates de joyerías para después desvalijarlas. Dos años después, fue detenido por conducir un Audi robado a 180 kilómetros por hora. Con 21 años dejó heridos a cuatro policías tras una persecución. En suma: 30 detenciones y un sinfín de antecedentes penales por robos, hurtos, atentado contra la autoridad, tenencia ilícita de armas, allanamiento de morada y lesiones. Popular y respetado en el barrio, era muy hábil al volante. Había salido de la cárcel 50 días antes de su asesinato.

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