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En busca del indeciso | 7. Robres, el Ohio español de Los Monegros

Laura se debate entre su deseo de apoyar a Sumar y el “voto útil” al PSOE en un pequeño pueblo oscense de 550 habitantes a quienes los analistas consideran un oráculo electoral

Laura Capistros, en su obrador de pan en el pueblo de Robres (Huesca).
Laura Capistros, en su obrador de pan en el pueblo de Robres (Huesca).Jaime Villanueva
Jacobo García
Indecisos - Robres

Robres (Huesca)

El pueblo de Robres, en la provincia de Huesca, es considerado por los analistas el Ohio español, un pequeño municipio que anticipa históricamente lo que luego pasará en las elecciones generales.

Para llegar a Robres, a media hora de Zaragoza, desde nuestra anterior parada, Santo Domingo de Silos (Burgos), hay que pasar por Borja. En un casting sobre indecisos jamás pasaría la prueba la anciana que aquí vive, Cecilia Giménez, la mujer más decidida del mundo desde que un día decidió repintar por iniciativa propia el eccehomo de su iglesia.

Tampoco es el caso de Laura Capistros, que pasa la tarde con sus hijos en la piscina municipal de Robres, una suerte de plaza pública veraniega en este pequeño pueblo de Huesca que tiene una iglesia con cigüeñas que crotoran al atardecer, un festival de teatro, un equipo de futbol que es el orgullo de Los Monegros y 537 habitantes a quienes los analistas consideran un oráculo electoral capaz de predecir el resultado de las elecciones generales.

Según estos, el perfil de los indecisos a cuatro días de las elecciones es el de mujer, joven y rural. Todo lo contrario de lo que representa Laura, que prefiere verse como unos versos de Silvio Rodríguez: “Que por un fuego que no des a tiempo / puede no salir el sol”. Un tema titulado Contra la indecisión: compuesto por el cubano contra los tibios.

Robres es, junto Almendralejo, en Badajoz, un referente electoral porque los altibajos que sufren allí, en las municipales, los grandes partidos suelen reproducirse en las generales para toda España. En las últimas elecciones locales, el PP ganó en Robres con 180 votos (52%) frente a los 158 del PSOE (46%). Cuatro años antes, en 2019, el PSOE ganó las elecciones con un 56% de los votos y así sucesivamente, hasta llegar a la UCD, ha ido anticipando lo que luego pasaría en La Moncloa, al igual que sucede en Ohio con quien luego ocupará la Casa Blanca.

La tendencia en Robres empezó a desviarse a partir de 2015, cuando la irrupción de nuevos partidos puso fin al bipartidismo y la duda entró en el pueblo, como entró en el cuerpo de Laura. Ella tiene claro que es de izquierdas y su indecisión se mueve entre el PSOE y Sumar. “Estoy realmente asustada por la llegada de Vox. Me asusta perder derechos y libertades que parecían conquistadas, principalmente, por el tipo de país que se va a encontrar mi hija. Un país donde se cuestiona el aborto, la violencia machista o los avances para el colectivo trans”, resume. “Quiero votar a Yolanda Díaz porque estoy muy contenta con su gestión y me atrae la idea de ver a una mujer de izquierdas convertida en presidenta”, dice, “pero me debato entre mis deseos y el voto útil”.

Capistros, de 38 años, es un caso atípico en un pueblo que vive del campo y la ganadería. Ha levantado un negocio de venta de productos orgánicos y sin gluten (Laura sin refinar) en una tierra que ama el trigo y la carne. Casi siempre ha votado al PSOE y, alguna vez, a Ciudadanos, en un claro ejemplo de ese trasvase de votos que Belén Barreiro, directora de 40dB., dice que va de los naranjas a los socialistas y no a los populares.

La indecisión tampoco es un problema en Robres, cuya participación en las últimas elecciones superó el 82%. Precisamente, ese es el objetivo de Pedro Sánchez, que pocas horas después de la conversación de EL PAÍS con Laura, llegó a Huesca en un intento por movilizar a las provincias que más escaños mueven para dar la vuelta a las encuestas.

Uno de los casos de contradicción más reciente entre pronósticos y resultados sucedió en Colombia en 2016 con el plebiscito por la paz. Solo unos días antes de la votación, todas las encuestas ―todas― predecían una victoria del sí al acuerdo de paz pactado entre el presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC. El resultado final, sin embargo, nada tuvo que ver: venció el no, y el plebiscito pasó a llamarse plebiscidio.

Cuando los analistas trataban de buscar una explicación a tanto error, descubrieron que las iglesias evangélicas, de corte conservador, habían logrado movilizar en pocos días hasta un millón de votos sin que nadie lograra anticiparlo. Si los encuestadores quieren saber qué sucederá el domingo, no deben dejar de pasar por Robres o preguntarle a la anciana de Borja qué pasa en las iglesias.

Recibe cada tarde el boletín Diario electoral, con el análisis de Ricardo de Querol, subdirector, y Luis Barbero, redactor jefe de edición.

Sobre la firma

Jacobo García
Antes de llegar a la redacción de EL PAÍS en Madrid fue corresponsal en México, Centroamérica y Caribe durante más de 20 años. Ha trabajado en El Mundo y la agencia Associated Press en Colombia. Editor Premio Gabo’17 en Innovación y Premio Gabo’21 a la mejor cobertura. Ganador True Story Award 20/21.

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