A Mazón se le atraganta la credibilidad
La nueva versión del ‘president’ sobre la comida en el Ventorro desata el escepticismo entre los miembros del PP valenciano
“Es otro error de esos que Feijóo le dijo que no podía cometer”. En el PP valenciano se extiende el convencimiento de que el quid ya no es si cae el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, si no cuándo cae. El nuevo giro de guion de entre sus escasas explicaciones sobre qué hizo, con quién y a qué horas el día de la dana ha menguado la credibilidad del líder del PP valenciano también en sus compañeros de partido, entre los que crece el escepticismo sobre la oportunidad de que permanezca en su puesto.
En una respuesta parlamentaria, la Generalitat ha evitado dar a conocer la factura del almuerzo que Mazón compartió con una periodista el día de las lluvias torrenciales alegando que se trató de una comida a la que se sentó como presidente del PP y no del Gobierno Valenciano y que, por lo tanto, el ticket no está sometido a las reglas de transparencia del gasto público. “Él mismo está dando pie a la especulación”, sostienen las mismas fuentes del partido que recuerdan el “recado” del presidente nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo. Quien habla ha pasado a formar parte del grueso de quienes dudan de cada palabra de Mazón sobre qué hizo el 29 de octubre, cuando las inundaciones acabaron con la vida de 223 personas y provocaron decenas de miles de damnificados que no han perdido la vida, pero sí cómo la vivían. “Todo el mundo sospecha que está mintiendo”, admite, de forma generalizada, al ser preguntado si ha cambiado el ánimo dentro del partido.
Dentro del Gobierno valenciano el mutismo crece. “Todo lo que se refiera a esa comida da error. Pase lo que pase, esa comida da error”, aciertan a decir fuentes del Ejecutivo metafóricamente. Es una forma de decir que tampoco entienden el porqué de esta nueva versión. Y solo recuerdan las palabras que le dedicó el presidente de la Cámara de Comercio de Alicante, Carlos Baño, que salió a defender a Mazón y dijo: “Se ha mentido o se han hecho afirmaciones sin fundamento con el único fin de causar un daño personal”.
El caso es que Mazón ha endosado la factura y el problema al PP. Aunque por su pertenencia a este partido los populares ya estaban implicados, el hecho es que ahora ha pasado a ser un asunto también del PP y no solo del presidente de la Generalitat Valenciana. Mazón no estaba donde tenía que estar, gestionando la dana, porque estaba, como presidente del PP, negociando con una periodista la dirección de la televisión pública valenciana.
“Está débil”, certifican fuentes populares que niegan que la maniobra responda a un intento de retar a Feijóo, quien ha respaldado a Mazón en varias ocasiones pero que, según apuntan tanto en Madrid como en Valencia, no se olvida que pactó con Vox apenas horas después de las autonómicas, sin esperar a que se celebraran las elecciones generales, tal como hicieron otros dirigentes para no restar votos al candidato Feijóo. “No es Ayuso”, afirman significando que la fortaleza y el tacticismo de la presidenta madrileña nada tiene que ver con la de Carlos Mazón. “Es de la escuela de Ayuso”, le espetan desde la oposición a modo de crítica. El presidente valenciano cree que cuenta con el apoyo de la dirigente madrileña. Y la labra. La Comunidad de Madrid fue a la única que nombró el presidente de la Generalitat en las Cortes para agradecer el envío de ayuda. Pero entre los populares valencianos dudan que Ayuso vaya a apostar en un pulso en el que no tiene nada que ganar.
Entre la torpeza y el error se debaten las fuentes del partido y del Gobierno valenciano para encontrar una explicación a los motivos de esta nueva versión que el propio presidente del Gobierno valenciano ha tratado de acompañar de un halo de transparencia. Entre la propia personalidad de Mazón y el desacierto de sus asesores dibujan los motivos.
El cubierto en el Ventorro no es excesivamente caro. Es una casa de comidas que no tiene carta y ofrece según el mercado, con lo que el precio oscila a diario, aunque suele situarse alrededor de los 50 euros. Casi siempre tiene platos de cuchara y lo único que puede elevar la factura es el vino. Según la comensal del presidente del PP pidieron una botella de vino y “no hubo gin-tonics”, según dijo, al menos durante el tiempo que Vilaplana permaneció con Mazón porque ella abandonó el establecimiento a las 17.45 y, según el propietario del mismo, el presidente valenciano marchó “entre las seis y las seis y media”, justo la hora a la que llamó al alcalde de Cullera a quien le dijo que estaba con alguien y que había salido su nombre.
El problema es que a Mazón no se le ha atragantado solo el almuerzo. La reconstrucción de los pueblos afectados va lenta. Y a esa reconstrucción fio el continuar en su cargo, tal y como le reclamó Feijóo. Dos meses después de las lluvias torrenciales aún hay bajos por limpiar. Las campas a las que se trasladaron los coches que arrastró el agua siguen llenas, sigue habiendo centenares de familias que han perdido su casa y que esperan, alojadas en viviendas de amigos o familiares, que se les asigne un lugar para reconvertirlo en hogar y los pequeños empresarios y comerciantes encuentran muchas dificultades para reabrir sus negocios y, sin estos, falta el trabajo y, sin trabajo, al drama se unirá la pobreza. Además, el experimento de poner a un militar retirado al frente de la reconstrucción no está dando los frutos esperados. Y para paliar todo ello, Carlos Mazón ha decidido gastarse cerca de 18.000 euros en una campaña de propaganda con la que trata de ensalzar los trabajos de recuperación que no son más que el trabajo que le corresponde.
Carlos Mazón cambia de talante tan rápido como de cargo según con quien se siente a comer. La supuesta modestia para reconocer errores —algo que volvió a hacer el día después de Navidad, aunque aún sin decir cuáles (“todos tenemos que mejorar siempre, se trata siempre de mejorar de la mejor manera posible”)— choca con la destapada soberbia que utiliza para decir que ya ha dado muchas explicaciones y llenar sus intervenciones en el Parlamento autonómico de caras, aspavientos, muecas y ademanes impropios de un presidente que ha perdido 223 vecinos.
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