Perera, De Justo: mano a mano descafeinado
La corrida de Victorino Martín, toreable pero sin chispa
La lluvia y un molesto vientecillo restaron importancia al toro que abrió la corrida y a la faena de Perera. Un buen toro, veletillo, sobre todo del pitón izquierdo, y acorde con el tipo de procedencia. Ya fue celoso y pronto en la muleta y aunque fuera despachado con tan solo un puyazo, a la muleta llegó con gran son. Y calidad. Toro para recrearse, aunque por el lado izquierdo fuera de vuelta rápida. Perera le montó una faena muy compuesta, con pasajes de buen toreo, aunque la frialdad de la tarde contagió a la gente. Bien planteado esa labor, tuvo la esencia del buen toreo por los dos lados del toro, a cuál mejor. Descargó la suerte, o escondió la pierna contraria, en algunos pasajes, pero la faena puntuó. En mejores condiciones del tiempo, habría sido mejor valorado el trabajo.
Noblón sin despertar emisión, el segundo del lote de Perera. Toro obediente, cómodo de torear. Demasiado cómodo para ser de Victorino. Y allí estuvo Perera, sin notar presión alguna se aprovechó de la noble embestida del toro. Fue labor larga, en la que por el lado derecho Perera abusó de echar atrás la pierna contraria, aunque los muletazos le salieron largos y con mando. No fue lo mismo cuando se echó la muleta a la izquierda, por aquí el toro acortó la embestida y los naturales no terminaron de rematarse.
Un inválido fue el tercero de Perera. Se hizo de rogar para tomar la muleta, hasta que se descubrió que lo que le faltaba era de todo. Se desplomó varias veces y la faena discurrió sin interés a pesar de la voluntad y el empeño de Perera.
El segundo de la tarde, más abierto de cuerna y un pitón derecho apuntando directamente al cielo gris de la tarde, fue otro cantar. Más “victorino” en el sentido clásico del término. Cierta dosis de alimaña n sus embestidas: de revolverse rápido y buscar lo que había detrás de la muleta. Emilio de Justo, decidido, no pudo reposar su faena en ningún momento. Pero plantó cara. Sin humillar y frenado al tomar el engaño ese toro, De Justo se lo trabajó mucho por intentar sacar partido. Cites a la voz, pérdida de pasos por necesidad, y muletazos meritorios logrados de uno a uno. Con el toro cada vez más complicado, De Justo acabó como peleándose con él.
Un precioso veleto fue el cuarto de la tarde y también de los que derramaron nobleza incondicional. Pareció remiso al tomar la muleta, pero De Justo, paciente y empeñado, se lo fue haciendo a su propia medida. Le buscó las virtudes al toro: nobleza y cierta clase solo empañada por unas fuerzas justas. Una vez el toro rendido a la voluntad de su matador, la faena si no fue a placer, casi lo fue. De Justo se dejó llevar por el buen toro y lo exprimió por ambos pitones. En otra labor larga, sobraron los muletazos con la derecha sin la espada. Posiblemente ahí pagó De Justo que el toro no se entregara tanto a la hora de matar. Se le escapó el premio.
El toro que cerró la corrida se acabó antes de saber quien era y con que intenciones venía. Fue el único que entró dos veces al caballo, no por méritos sino por simple trámite. También muy justito de fuerzas, no estuvo por la labor de entrar a la muleta. De Justo intentó que el toro entrara en razón, pero fue en balde. La brevedad se impuso. Y lo mató de un infame bajonazo.
VICTORINO MARTÍN / PERERA, DE JUSTO
Toros de Victorino Martín, bien presentados, justos de fuerzas, noblones y toreables en líneas generales aunque venidos a menos.
Miguel Ángel Perera: media -aviso- (saludos); pinchazo -aviso- media y descabello (saludos); estocada (saludos).
Emilio de Justo: estocada baja (saludos); dos pinchazos -aviso-, otros dos y estocada pasada (saludos); dos pinchazos y bajonazo (silencio).
Plaza de Castellón, 20 de marzo. 1ª de Feria. Algo más de media.
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