28 fotosCONSECUENCIAS DE LA DANALas 28 imágenes del primer mes de la dana, seleccionadas por los fotoperiodistas de EL PAÍSEl equipo de EL PAÍS desplegado en la Comunidad Valenciana tras la dana eligen y comentan las fotografías que han marcado este mes de coberturaEl País29 nov 2024 - 05:45Actualizado: 29 nov 2024 - 10:31CETWhatsappFacebookTwitterLinkedinBlueskyCopiar enlaceComentariosHaciendo un reportaje de la dana en una sola calle, en la avenida Blasco Ibánez de Catarroja, con mi compañera Mónica Ceberio, hice un retrato a Pilar Pérez en su peluquería. Cuando estábamos grabando un vídeo, se emocionó y rompió a llorar recordando que la peluquería representaba la inversión de su vida: 20 años allí. Ese instante, un momento tan íntimo, con la emoción desbordada, simbolizaba el drama en esa avenida y se convirtió en la foto de apertura del reportaje. Samuel SánchezA las 13:30 del 29 de octubre, el arroyo de Letur (Albacete), un pequeño pueblo de 920 habitantes, comenzó a desbordarse. El agua descendió sin control por la empinada calle central, destruyendo todo a su paso, derribando paredes de hormigón, arrancando árboles y arrastrando vehículos como si fueran hojas. Aunque su fuerza devastadora dejó huellas profundas, siempre hay un momento en el que el agua se apiada del mundo y decide no destrozar más. Entre las seis víctimas mortales de Letur se encontraba una mujer de más de 80 años. Siguiendo las recomendaciones, subió al piso más alto de su casa, pero fue en vano; el agua derrumbó los muros y la arrastró varios kilómetros. Sin embargo, en su habitación quedaron intactos el espejo, un retrato en blanco y negro de su esposo y una foto de su boda, donde ella luce como una feliz joven. Probablemente, se casaron en la iglesia del pueblo, que, milagrosamente, permaneció intacta. Hoy, esas fotografías se han convertido en un tesoro para su familia. Esta foto fue tomada el 30 de octubre. Claudio AlvarezLos platos con restos de la cena del 29 de octubre quedaron sobre la mesa del Centro Residencial Savia, ubicado a las afueras de Paiporta. En esta residencia de ancianos perdieron la vida 6 de sus residentes. Kike TabernerCementerio de vehículos en las calles de Picaña. En la imagen, tomada el 15 de noviembre, una mujer pasa delante de un Pontiac Firebird Trans, réplica del famoso coche de la serie 'El coche fantástico'. ÓSCAR CORRALVoluntarios caminan desde Valencia hacia Paiporta para ayudar en las labores de limpieza el 2 de noviembre.Kike TabernerEl río Turia aparece cubierto de lodo, con pequeños arbustos aplastados por la fuerza del agua. Este panorama anticipa a cualquier transeúnte que cruce sus puentes el escenario de desolación y tragedia que aguarda en las localidades afectadas por la dana. Albert GarciaEfectos de la dana en la calle Metge Peset, en Paiporta, el 8 de noviembre de 2024. La imagen muestra la devastación provocada por la acumulación de barro, muebles y escombros tras las lluvias torrenciales. Desde una azotea se aprecia un estrecho pasillo improvisado entre los restos, utilizado como camino por los vecinos. Una mujer, cargando una silla, aporta perspectiva y escala a la escena.Samuel SánchezUn vecino de la localidad Massanassa (Valencia) se abre paso de noche en una calle cubierta de barro y escombros, iluminándose con la luz de un frontal, el 4 de noviembre . Las fachadas de las casas apenas se distinguen bajo el tenue reflejo de las luces de los vehículos de emergencias. Albert GarciaVecinos y voluntarios achican agua en las calles de Sadaví, el 3 de noviembre.Kike Taberner Técnicos del Redit (Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana) recogen muestras de lodo de un garaje de Paiporta para analizar los posibles riesgos sanitarios en los bajos de las viviendas afectadas, el 20 de noviembre.Los trajes de protección recuerdan a la peor época de la pandemia del COVID. ÓSCAR CORRALUn grupo numeroso de voluntarios trabajan en la limpieza de una calle en Alfafar el 2 de noviembre. El agua alcanzó una altura de hasta dos metros, inundando por completo las plantas bajas de los edificios. Una señora mayor observa la escena desde el balcón de su casa en la primera planta. La imagen es del 2 de noviembre, solo cuatro días después de las devastadoras inundaciones. El esfuerzo colectivo de los vecinos y voluntarios para limpiar las calles de barro y escombros destaca ante la ausencia de ayuda gubernamental, una situación que incrementa la sensación de abandono entre los afectados.Claudio ÁlvarezUna voluntaria limpia los azulejos de la pared del comedor de una casa en la plaza Vicente Blasco Ibáñez, totalmente vacía tras el paso de la riada, el 5 de noviembre. Nada pudo salvarse de la vivienda, donde un coche quedó encajado en la habitación contigua. La fuerza del agua destrozó todo a su paso, reventando la pared del aparcamiento y arrastrando el vehículo hasta el interior. Albert GarciaMiguel Ramírez retira de su casa un piano inutilizado por la fuerza del agua, el 5 de noviembre. El instrumento, comprado por su esposa Lupe Murcia con sus ahorros a los 17 años, tiene un gran valor sentimental. La noche de la inundación, sus hijos lograron subir otros instrumentos a la planta superior, pero no llegaron a tiempo para salvar el piano, que hasta media hora antes de la riada estaba tocando su hija.Albert GarciaEfectos de la dana en la calle Cresenci Chapa, Catarroja, el 5 de noviembre de 2024. Una semana después de la catástrofe, la escena aún era impactante: una mezcla de barro, muebles y coches destrozados llenaban las calles. En medio de este paisaje, un hombre se acercaba cubriéndose el rostro con la mano, una imagen que resume la desolación en esta localidad. Samuel SánchezVoluntarios y vecinos participan en las tareas de limpieza en Paiporta, el 6 de noviembre. En el barranco del Poyo, un eucalipto centenario destaca como símbolo de resistencia tras haber soportado la fuerza devastadora de la riada que arrasó la zona.ÓSCAR CORRALUn retrato antiguo enmarcado, partido por la mitad debido al nivel del agua, revela la magnitud de la inundación en una casa de Catarroja. La fotografía, marcada por la línea del agua que subió hasta gran altura, simboliza la pérdida de recuerdos y el impacto emocional de la catástrofe. La escena fue captada durante un reportaje en el que soldados de la Legión trabajaban retirando agua de la vivienda y su garaje, el 6 de noviembre. Samuel SánchezLa casa de los padres de María José y Maite Miravet, ubicada en la calle Lepanto de Paiporta, muestra las huellas del barro tras la inundación del 29 de octubre. En la imagen, tomada el 12 de noviembre, unas monjas voluntarias participan en las tareas de limpieza, utilizando una hidrolimpiadora para retirar las marcas del lodo en las paredes y la escalera. La escena, bañada por la luz de tungsteno del interior, contrasta con el azul de los hábitos de las religiosas, aportando un toque de calidez a la habitación vacía. massimiliano minocriUn niño limpia el suelo de los bajos de una vivienda en la calle San Eusebio, una de las más afectadas por la riada, el 14 de noviembre. En la entrada de la casa, un piano de cola, apoyado con cuidado, destaca como símbolo de la devastación. Javier, su propietario, relata cómo el barro destruyó la sala de música en los bajos de su hogar, diseñada especialmente para que el piano resonara a la perfección. Mientras conversábamos con él, al fondo, un niño pasaba una fregona, deslizándola con esfuerzo, el mango superando su altura. La escena evocaba la música imaginaria del piano, acompañando los movimientos del niño mientras intentaba borrar los rastros de la dana del 29 de octubre. Massimiliano MinocriReportaje sobre la contaminación en los arrozales del Parque Natural de la Albufera, el 19 de noviembre. En la zona afectada por la riada se han depositado residuos de diversa índole, incluidos medicamentos procedentes de una farmacéutica cercana. Entre los restos destaca un fardo compactado de una empresa de reciclaje de residuos, arrastrado hasta este espacio protegido. La acumulación de basura pone en evidencia la magnitud de los daños en este entorno natural.ÓSCAR CORRALGabriel, ciudadano español de origen rumano, posa en Pedralba, frente a su vivienda gravemente afectada por la riada del 29 de octubre. En la misma calle Acequia, una placa recuerda el nivel alcanzado por el agua durante la histórica riada de 1957, a 2,5 metros del suelo, un paralelismo que evidencia la magnitud del desastre actual. Gabriel, albañil y residente en España desde hace casi dos décadas, relata cómo tuvo que abandonar su casa esa noche, nadando entre barro y cañas, sin poder salvar casi nada. De todas sus pertenencias, solo logró recuperar su DNI español. massimiliano minocriCarlos Mazón vuelve a su escaño después de su intervención, durante más de tres horas, en las Cortes Valencianas, el 15 de noviembre. La fotografía refleja muy bien el ambiente de aquella jornada. En un discurso frío, exento de emoción, el presidente valenciano se limitó a cumplir el trámite sin desvelar la principal incógnita, todavía vigente: ¿Por qué no estuvo al mando durante las horas en que los valencianos sufrían la embestida de la riada? Los diputados del PP, con rostro serio, aplauden a su jefe. Claudio AlvarezLa imagen muestra la presa de Forata el 14 de noviembre, quince días después de las intensas lluvias provocadas. La superficie del agua, serena y uniforme, transmite una sensación de calma y quietud. La calma que se percibe en la imagen contrasta profundamente con la devastadora huella que ha dejado en la región. Es un recordatorio visual de cómo la naturaleza puede pasar de un estado de furia a uno de paz. Un momento de tregua que, sin embargo, guarda en su trasfondo la memoria de un evento extremo. Es un triste recordatorio de la vulnerabilidad ante el cambio climático y la necesidad de invertir en medidas de mitigación, tanto en la mejora de las presas como en la gestión de las cuencas hidrográficas, para prevenir tragedias como esta en el futuro.Claudio ÁlvarezUn joven juega con una pelota embarrada en la acera de la calle San Juan de Ribera, Paiporta, mientras los trabajos de limpieza continúan tras la riada. Voluntarios y fuerzas de seguridad vacían portales llenos de barro, y una excavadora manejada por un joven voluntario de Castilla-La Mancha carga el lodo en un camión. El 11 de noviembre era mi primer día en Paiporta y recorría la ciudad sin saber del todo qué me iba a encontrar. Al acercarme a la parroquia de San Ramón, el nivel de barro en las calles iba en aumento. Al girar una esquina, el movimiento en un portal llamó mi atención: hombres sacaban escombros mientras en medio de la escena, un chico comenzó a patear una pelota cubierta de barro. En ese instante, recordé las palabras de Pelé: "El fútbol es música, baile y armonía. Y no hay nada más alegre que la esfera que rebota."Massimiliano MinocriNada más llegar a Paiporta nos llama la atención una chica que sale de un garaje inundado de lodo, acarreando un cubo tras otro hasta la entrada. Victoria Parusso, una voluntaria italiana a quien el barro sólo deja ver una parte de los tatuajes que luce en sus brazos, lleva varios días ayudando sin descanso a los vecinos de esta localidad. Jaime VillanuevaEn un oscuro garaje en Massanassa, una escuela de música, trabajan varios soldados llenos de barro. Los instrumentos estropeados por el lodo se amontonan en un contenedor, el 27 de noviembre. El último es un pequeño piano que ningún alumno volverá ya a tocar.Jaime VillanuevaUn grupo de bomberos trabajan para retirar una señal urbana que ha sido dañada por los efectos de la riada en Alfafar, el 12 de noviembre. ÓSCAR CORRALRogelio Heredia abraza a su hermana Rosa María este miércoles en una plaza de Massanassa, tras reencontrarse 30 días después del paso de la dana.Jaime VillanuevaAunque el aspecto de las calles de Paiporta había mejorado, el lodo aún estaba presente el 14 de noviembre. En la imagen, un niño con botas de goma juega con un balón en una calle parcialmente recuperada, reflejando un atisbo de normalidad en uno de los primeros días en los que la localidad comienza a levantarse tras la catástrofe.ÓSCAR CORRAL